
BARCELONA/MADRID.- Barcelona viajó hoy hacia Londres, donde mañana se medirá al Chelsea en el inicio del choque más esperado de los octavos de final de la Liga de Campeones, en el que el equipo azulgrana desea vengar la eliminación sufrida hace un año.
El barcelonismo vivió su noche más negra el 9 de marzo de 2005, cuando perdió por 4-2 en Stamford Bridge y quedó fuera de la Liga de Campeones de la temporada anterior. Entonces, recibió tres goles en los primeros 27 minutos de partido y, a pesar del orgullo demostrado, quedó fuera de una competición que parece maldita para el club catalán.
Aquella eliminatoria estuvo marcada también por la polémica generada en torno a José Mourinho, el técnico del Chelsea, odiado por la afición barcelonista. Al portugués le gusta sentirse protagonista en este tipo de encuentros para descargar presión sobre su equipo y manejó muy bien aquella eliminatoria.
Ahora, cuentan en Barcelona, todo puede cambiar, especialmente si el equipo ha aprendido la lección del año pasado. Esta vez acude con el mexicano Rafael Márquez, ausente en el fatídico partido de hace un año, y con el novedoso "tridente mágico" que conforman Ronaldinho, Samuel Eto’o y Leo Messi.
Precisamente Messi tendrá más ojos que nunca sobre él, pues jamás vivió un encuentro con semejante expectación en todo el mundo. Hace sólo 12 meses el argentino vio aquel partido por televisión, pues ni siquiera viajó a Londres porque aún era una promesa.
El equipo azulgrana llegó al aeropuerto con la única ausencia destacable del delantero francés Ludovic Giuly, con una lesión muscular, aunque en principio este hecho no trastocará los planes de Frank Rijkaard, su técnico. La gran apuesta del Barcelona para ganar el primer asalto es el tridente ofensivo.
Además, Thiago Motta se incorporó a la expedición y tiene las máximas posibilidades de ser titular en el campo del Chelsea. Rijkaard pretende reforzar el centro del campo y Motta formaría junto a Edmilson y Deco.
El Barcelona intenta canalizar su sed de venganza para que ejerza una influencia positiva sin caer en la ansiedad. "Ahora somos un equipo con más experiencia que hace un año. La filosofía de juego sigue siendo la misma, pero las circunstancias de moral y confianza son más positivas para nosotros", señaló un miembro del plantel.
Rijkaard está tranquilo porque otra de las diferencias respecto a la anterior eliminatoria es que el partido de vuelta se disputará en el Camp Nou. Por eso, el entrenador azulgrana apostará por un esquema ligeramente más prudente que el exhibido habitualmente.
Esta es la gran cita que esperaba el barcelonismo desde hace un año y nadie lo oculta. "Es el gran partido, la gran eliminatoria de lo que llevamos de temporada. Actitud individual perfecta. Ahora falta que no la antepongan a la colectiva. A los que les toque jugar deben darse cuenta de que sólo triunfarán como conjunto", resumió en su artículo publicado hoy en
La Vanguardia Johan Cruyff, entrenador del único Barcelona que ganó una Copa de Europa, en 1992.