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Maradona se robó los aplausos en partido de la selección chilena

El ex astro argentino llegó encima de la hora y se vistió de corto para jugar 40 minutos en el partido organizado por el Sifup a favor de los futbolistas chilenos. Los aplausos y los gritos se fueron todos con él a pesar de que en la cancha también estaba "el equipo de todos".

02 de Marzo de 2006 | 09:52 | Jorge Díaz, El Mercurio en Internet


SANTIAGO.- De no haber sido por unos pocos hinchas que se atrevieron a llegar con la camiseta roja a San Carlos, nadie se hubiera acordado que, aparte de Maradona, la selección chilena también iba a estar presente en el amistoso frente a Universidad Católica, organizado por el Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup) para reunir fondos a favor de sus afiliados.

El ex astro argentino había captado toda la atención del partido, incluso varios hinchas vestidos con la camiseta de la selección argentina o de Boca Juniors prefirieron esperar afuera del estadio aún cuando el encuentro ya había empezado, con tal de poder ver por unos pocos segundos al "10" cuando llegara al estadio.

Por otra parte, los gritos de la hinchada de Universidad Católica a favor de su equipo y las pifias hacia los jugadores de la selección chilena identificados con elencos rivales hacía pensar que quizás "el equipo de todos" por primera vez sería visita en alguna cancha del país y que, como casi nunca, nadie estaba pendiente de él.

Afuera del estadio los hinchas –muchos niños acompañados por su padres- aguardaban ansiosa y pacientemente la llegada de Maradona para poder verlo a pesar de la demora. Quizás algunos hasta perdieron la ilusión de que llegara, pero la expectación de la prensa y la confirmación de que ya había dejado el aeropuerto –cerca de las 21 horas- eran suficientes para seguir aguardando la llegada de Diego.

Sin dar declaraciones, el zurdo entró al estadio pasadas las 22 horas y varios de los hinchas que esperaron por él se quedaron sin verlo. Un niño quedó con la cara larga al no poder saludarlo, pero su padre lo consoló y le dijo que no importaba, que había que conformarse con haber estado a pocos metros de él.

La gente dentro del estadio se notaba confusa. La mayoría había asistido principalmente para ver al argentino en la cancha, pero su ausencia causaba preocupación. Los gritos de la barra de Universidad Católica a su equipo ayudaban además a que se olvidara que dentro del terreno la selección chilena estaba jugando con varios de los elementos que seguramente conducirán el camino hacia Sudáfrica 2010, con el "nuevo" capitán Luis Jiménez a la cabeza.

Terminado el primer lapso el resultado parcial 1-0 (gol de Jiménez) a favor de Chile era casi una anécdota. El ambiente en el estadio era avivado sólo por los cánticos en contra de Marcelo Salas. Pero qué importaba, si en realidad lo que todos esperaban era que Maradona se apareciera en el segundo tiempo con la camiseta de la UC usando el mítico 10 en la espalda.

En la cancha se ven lujos

Y a poco de comenzar la segunda parte el estadio por fin enloqueció. Por los parlantes se anunciaba que Marcelo Salas le entregaría un reconocimiento al argentino y el público comenzó a gritar y a pararse de sus asientos para intentar ver en mejor ángulo a Maradona, que con una gran sonrisa abrazó al goleador histórico de la selección chilena.

El hombre nacido en Argentinos Juniors comenzó a jugar y de inmediato mostró "chispazos" de su talento. Apenas tocaba la pelota se escuchaban aplausos y él respondía agradeciendo con tacos y pases profundos. Los gritos de "¡Grande Diego!" se hacían cada vez más frecuentes y todo lo que hacía era objeto del beneplácito de los asistentes.

Cuando iba a ejecutar un córner, el argentino llevaba en sus manos la pelota y a medio camino se paró y la tiró a la galería, terminando de ganarse los aplausos y el cariño de la gente, que en todo el segundo tiempo sólo estuvo preocupada de él. Nada importó que a Suazo le anularan un gol o que Pablo Contreras anotara de cabeza el 2-0 definitivo, porque la misión de la noche era sólo disfrutar de Maradona.

A cinco minutos de terminar el partido, Willy Topp se paró de la banca cruzada y debió reemplazar al "10". El astro argentino recibió los aplausos del público que se había puesto de pie para despedirlo y en su camino abrazó y saludó a cuanto jugador se le puso en frente. Incluso el cuarto árbitro no quiso dejar pasar la oportunidad y le pidió una foto para guardarla de recuerdo. Respetuoso, el campeón del mundo en México 86 le dio en el gusto causando la alegría del juez.

Luego del partido un cansado Maradona agradeció la invitación que le hizo el Sifup y rescató la labor que el organismo presidido por Carlos Soto está haciendo por los futbolistas chilenos.

"Ojalá que estos muchachos sigan trabajando para mejorar las condiciones de los futbolistas en Chile. Me sentí muy bien y quiero felicitar de verdad a toda la gente que organizó este espectáculo para los jugadores", señaló.
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