RIO DE JANIERO.- En un ambiente insólito, sin apenas afición, gritos, ni la ansiedad por llevarse la victoria, cinco equipos disputan estos días en Río de Janeiro la Copa de Brasil de la Serie B de fútbol salón para ciegos.
Los equipos están formados íntegramente por personas con una discapacidad esencial para la práctica del deporte: son ciegos, por lo que sólo las indicaciones de los técnicos y sus propios compañeros de equipo, y el ruido de los cascabeles que hay dentro de la pelota les permiten situarse y orientarse dentro de la pista.
"Es mi vida", afirma Deivid, uno de los participantes en el torneo cuando se le pregunta sobre la práctica de este deporte, al que dedica tres tardes a la semana para entrenar.
"La comunicación y la solidaridad entre todos es esencial, ya que sin las indicaciones de toda la gente que compone el equipo sería casi imposible que ellos pudieran jugar,” explica Marco Antonio, miembro del cuerpo técnico de uno de los conjuntos que disputa la Copa.
Actualmente, en Brasil hay cerca de 30 equipos de ciegos, divididos en tres categorías, que juegan practican este deporte.
En el torno que se juega este fin de semana en Río, participan los de São Bernardo do Campo y el Campinas, del estado de Sao Paulo, el Rio de Janeiro y el Campos dos Goytacazes, del estado de Río de Janeiro, y el Belém, de Pará.
Quien más de cerca sigue a todos es el seleccionador nacional, Roderley Ferreira, quien en las próximas semanas deberá componer la lista de jugadores que participarán en los Juegos Para-Olímpicos de Beijing.
Los partidos, que se disputan en una pista de fútbol sala, cuentan con dos inquilinos en cada portería: su personaje habitual, el portero, y una persona que se dedica a dar instrucciones y orientar a los componentes de su equipo que están en la cancha.
Lógicamente, el entrenador también está dando instrucciones continuamente a sus jugadores, que cuentan con la ayuda de un personaje tradicionalmente odiado en el mundo del deporte, como son los árbitros, que ejercen un papel 'social' en cada partido.
Al ser los jugadores ciegos, les acompañan en cada falta hasta el sitio en el que debe situarse la barrera y hasta el lugar de lanzamiento o el punto de córner para que se pueda reanudar el juego.
En algunas ocasiones, sus avisos son más de carácter práctico, como para advertirles de que tienen los cordones de las zapatillas desabrochados."
Durante el partido, las indicaciones las damos el técnico, el portero y la persona que está detrás de la portería. Es muy importante una buena coordinación entre los tres para orientar bien a los jugadores", comenta Roderley Ferreira, actual seleccionador de Brasil de fútbol sala para ciegos.
El formato del juego es el mismo que en fútbol salón, con la diferencia de que aquí hay una valla de madera situada a lo largo de las líneas laterales del terreno de juego que impide que la pelota salga fuera, con lo que sólo puede escapar si sobrepasa la valla o un lanzamiento a portería se va fuera.
Excepto los porteros, todos los jugadores llevan un vendaje en los ojos, ya que algunos de ellos pueden percibir un poco de luz o intuir sombras a su alrededor.