EMOLTV

El insólito buen negocio de no ganar en el fútbol del Perú

San Martín está a un partido de ser campeón, pero para que eso ocurra, no debe ganarle a José Gálvez. El perjudicado: Universitario, que está a tres puntos de Gálvez, y si lo alcanza, obliga a una final.

08 de Diciembre de 2008 | 12:28 | DPA
imagen

Los ''santos'' jugaron la Libertadores 2008 ante Universidad Católica, que ganó los dos partidos por 1-0.

AFP

LIMA.- San Martín necesita no ganarle el domingo al José Gálvez para coronarse campeón nacional de fútbol del Perú por segundo año consecutivo. Si gana, puede comprometer el título. Las peculiaridades del torneo peruano crean situaciones así.


El campeón peruano se define en un partido entre los ganadores de los torneos Apertura y Clausura. Pero, para que el ganador del Apertura pueda jugar esa final, debe haber quedado entre los siete primeros del Clausura, y viceversa. Si no, el otro equipo es campeón de manera automática.


El Apertura lo ganó Universitario y San Martín fue tercero. El Clausura lo está ganando San Martín, pero Universitario va undécimo a falta de una fecha.


La única opción de que Universitario salte al séptimo lugar, es que ganando a Melgar y esperar que no gane ninguno de los cuatro equipos que lo anteceden: Alianza Atlético, Atlético Minero, Alianza Lima y... José Gálvez, que marcha séptimo.


A Gálvez, que tiene 36 puntos, le basta un empate para ser inalcanzable para Universitario, que tiene 33. Por lo tanto, si San Martín no quiere llegar al duelo definitorio y ser campeón automáticamente, no tiene que ganarle a Gálvez.


Proclamado ganador del Clausura con tres fechas de anticipación, San Martín perdió además sus dos más recientes partidos ante Melgar y César Vallejo, resultados que también hicieron a esos equipos inalcanzables para la "U".


La polémica está más que instalada, ya que Universitario acusa a Gálvez de perder premeditadamente. Pero el equipo del técnico Víctor Rivera tiene un argumento lógico: Si ya ganó el Clausura y es posible que tenga que enfrentar una final, tiene derecho a jugar a medio ritmo y reservar a sus hombres. Y en una final de partido único, cualquier cosa puede pasar.


Rivera admite que sus dirigidos se dejaron llevar por la emoción cuando dieron el domingo la vuelta olímpica pese a no haber recibido la copa. Pero el país sabe que San Martín ya es campeón, por segunda vez en cinco años de historia. Justo premio, coinciden todos, para un equipo que carece de hinchas pero que es ejemplo de organización en una de las ligas peor manejadas de Sudamérica.