EL SALVADOR.- El campamento de El Salvador ha sufrido bajas en sus producciones, lo que generó un revuelo de aquellos en el equipo de la mina: Cobresal. En 2011, Codelco cierra sus operaciones mineras y con ello el "contrato" de apoyo al equipo, cuna de Iván Luis Zamorano.
"Estamos estudiando varios escenarios. La gente lo que quiere es que siga acá", asume el presidente del club Manuel Urbina. Es que el temblor en la zona -que no cuenta ni con municipio- es una realidad, aunque el mismo dirigente acote que en dos años más se volverán a sentar con Codelco para ver soluciones, "porque ellos continuan acá con fundiciones y otros proyectos de minería".
Tras la confirmación del cierre de las faenas mineras, desde la dirigencia de Cobresal sí reconocen que han escuchado sobre las "perspectivas" de que el equipo minero zarpe a Copiapó, la capital regional distante a 212 km.
De hecho, en la discusión sobre los arreglos del nuevo estadio Luis Valenzuela Hermosilla de Copiapó, Cobresal asoma, para muchos, como el gran comodín.
Inserto en la "Red de Estadios Bicentenario", el Gobierno comprometió mejoras en el recinto que lleva el nombre de un ex dirigente chileno que alcanzó la presidencia de la Confederación Sudamericana de Fútbol.
Unos levantan banderas recordando que el nuevo complejo no puede ser sólo para 5 mil personas. Que los 5 mil 500 millones de pesos son muy pocos pensando en que Copiapó crecerá al 2020, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, a una población de 189.287 habitantes.
Que, además, si van a destruir por completo el LVH inaugurado en 1960 y que tiene torres de iluminación que datan de 1929, debe ser para algo mucho mejor. Y ahí aparece Cobresal. Porque en Copiapó "se requiere" un estadio para 10 mil o 12 mil personas "porque deberá albergar a dos equipos en el fútbol profesional".
Manuel Urbina asegura haber "conversado con gente en Vallenar y Copiapó y es difícil que se pueda seguir en otra ciudad".
Pero aparecen otras opciones. Franco, de 15 años, viaja para cada partido como local de Cobresal, desde Diego de Almagro, distante a 55 km. Y habla con propiedad de "ese equipo de la Copa Chile, que brilló en la Libertadores y que tiene de ídolos a Franklin Lobos, Rubén Martínez, Sergio Salgado e Iván Zamorano".
Franco va arriba de un bus mirando los postes pintados de naranjo y blanco, mientras se acerca al campamento, y dice: "Cuando se cierre parte de El Salvador muchos se van a ir a Inca de Oro y a Diego, por eso el equipo debe quedarse ahí".
Habla de Diego de Almagro, por cierto, su ciudad. Así se ahorraría los $1.500 pesos del pasaje, pero por sobretodo, se evitaría que el equipo se fuera "a Vallenar o Chañaral, como dicen algunos".
En el Restaurant "Las Tejas" -cercano, como todo, al estadio de Avenida El Tofo- no quieren saber nada y las tres cocineras dicen que "todo seguirá igual, si al final, es para meter miedo no más".
Juan Silva, el otrora volante, hoy Gerente Deportivo del club, asegura que el tema "es fuerte". "Uno que jugó, conociendo lo que te da Cobresal, todas las comodidades... Sí, el entorno es difícil, pero uno se acostumbra", dice.
Un jugador del plantel 2007 -que prefiere mantener el anonimato- descarta de plano lo de acostumbrarse. "Uno tiene que entretenerse cuando va a comprar al Deca", señala. Pero Silva levanta un argumento casi gremial: "Me gustaría también que se mantuviera por los futbolistas. Siempre pagan al día. El año pasado, por única vez en casi 30 años, nos atrasamos en los pagos y por algo puntual", acota.
Los socios de Cobresal
Por ahora, en el equipo de Zamorano buscan zafar. Los padres y apoderados de la Escuela de Fútbol del club no pueden entrar a las prácticas, porque el Estadio El Cobre lo cuidan como hueso santo. Todo para los socios, que ahora asoman con mayor protagonismo.
Con una cuota mínima de $7.000 el abonado (o su familia) puede acceder a un renovado gimnasio, a la pérgola para hacer asados, al sauna y gratis a los partidos como local de Cobresal. Muchos aprovechan todo, menos la entrada al estadio.
"La baja de público es por los turnos", dice "Chamaco" Silva, -oriundo de Copiapó- y que por eso de los cerca de 1.100 socios (mitad Codelco, mitad particulares) muy pocos van siempre a la cancha.
Iván Cedeño, un ecuatoriano de 16 años que llegó a probarse a las cadetes del club, no tiene idea de nada. Él sólo quiere ser como el "Tin" Delgado y para eso se vino a Chile, a la casa de una tía.
A él le da lo mismo que en dos años más el principal apoyo del club se termine. Que de los 300 trabajadores que ya partieron, cerca de 150 hayan sido socios activos de la institución. Incluso no toma mucho en cuenta el aniversario número 30 del Club de Deportes Cobresal, el próximo 5 de mayo. Cedeño solo quiere jugar y ser como Delgado.
"Hay campamento para rato"
"Nosotros proyectamos campamento para rato", revela el administrador de una multitienda que tiene un local en El Salvador. Dice que siempre hay población flotante que mantendrá todo con vida. Incluido Cobresal.
"Bajarle la cortina no está entre los planes de nadie", anota el presidente Urbina con lo que debiera ser la frase de cierre. Pero no. Porque Susana Hernández entrega el argumento final de la permanencia de los mineros en el fútbol profesional.
Con 10 años atediendo en el kiosko del estadio, como integrante también de los apoderados de la Escuela de Fútbol, saca la voz: "Como dicen si el 2011 se acaba el apoyo de Codelco ¿En que quedamos los demás colaboradores? A lo mejor no tenemos tanta plata, pero como sea el club sigue en El Salvador".