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Cristián Figari: El novato del año de la Regata Chiloé Bicentenario

Entró a la Escuela Naval hace un año y comenzó a practicar velerismo. Hoy, ya es campeón de la Regata Chiloé junto a "Trafalgar".

30 de Enero de 2010 | 22:58 | Por Andrés Escobar, enviado especial a Puerto Montt
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''Tiene una voluntad tremenda y mucha fuerza. Va a ser un muy buen navegante, de primera serie'', dice Homero Novoa (en la foto) sobre el futuro de Figari.

Macarena Pérez, El Mercurio

PUERTO MONTT.- A los diecinueve años, pocos jóvenes tienen las cosas tan claras como el cadete Cristián Figari. Sabe perfectamente dónde está su presente y su futuro: en la Armada de Chile. Pero dentro de ese mundo, tiene otro: el velerismo.

Figari entró a la Escuela Naval en 2009 y, de inmediato, comenzó a practicar vela. “Poco cachaba del tema”, reconoce. Sin embargo, a punta de esfuerzo, convicción y talento se transformó en parte de la tripulación de un J-24 que compitió en un torneo en Brasil y que obtuvo el tercer lugar. 

Después vino la Regata Off Valparaíso y el premio Ricardo Claro, que Figari obtuvo junto a su compañero Matías Schneider. Ambos fueron invitados por Nicolás Ibáñez para participar de los entrenamientos del yate “Trafalgar”. Sólo uno sería seleccionado para correr la Regata Chiloé Bicentenario.

"Estuvimos entrenando desde noviembre. Para nosotros era una novedad increíble porque, para la Escuela Naval, correr un “Racer” es un privilegio. Nosotros corremos en la clase amarilla, en la azul a veces, pero llegar a la blanca es… Digamos que, hasta ahora, la Escuela Naval nunca había corrido en esta categoría a este nivel", dice el hoy campeón de la categoría ORC 500 Racer, algo así como la Fórmula Uno del velerismo nacional.

Durante los meses de entrenamiento, de lunes a viernes Figari estaba en la Escuela Naval. Los fines de semana entraba a la disciplina del equipo capitaneado por Homero Novoa. Pero el esfuerzo valía la pena.

“Cuando me dijeron que llegaba un yate nuevo y que tenía la gran oportunidad de ganar Chiloé y que además yo estaba metido en eso, no lo podía creer. Para mí realmente es un honor ver a Santiago Lange, a Juan Pablo Cadario... Son gallos secos, de primera línea, realmente es un honor, un privilegio el haber sido yo el representante de la Escuela Naval. Así es el espíritu del cadete, quizá no sabe mucho, pero el entusiasmo, el espíritu y las ganas de aprender está”, reconoce.

Las proyecciones del debutante


Figari dice que es uno de los más “motes” –mechón- de la selección de vela de la Escuela Naval y que, por lo mismo, tendrá tres años para poder entregarle a la institución todo lo que ha aprendido hasta ahora.

Pero con este meteórico ascenso y la obtención de la corona de la Regata Chiloé Bicentenario junto a una tripulación de destacados profesionales de la vela, el bichito del deporte de elite podría picarle a este joven que, sin duda, podría apuntar alto.

“Tiene una voluntad tremenda y mucha fuerza. Va a ser un muy buen navegante, de primera serie”, adelanta Homero Novoa tras gritar campeón en Chiloé.

“Siempre está el deseo de querer ser de lo más top en tu rubro, pero el bichito me picó antes, entré a la Escuela Naval, ese fue mi bichito, el querer ser marino. Yo creo la vela es el deporte del marino por esencia, pero ser marino de la Armada de Chile para mí es prioridad. Si puedo ser representante de Chile en la vela, siendo cadete, sería increíble. Pero primero soy cadete y después soy yatista”. Pocos jóvenes de diecinueve años la tienen tan clara como Cristián Figari.

“Para mí es complicado porque soy el más joven de la tripulación, el que me sigue tiene veinte años más que yo. Es una relación especial, yo diría que es una relación de maestro a aprendiz, es muy bonita. O sea, estos gallos que son medallistas olímpicos, reconocidos a nivel mundial no me han mirado hacia abajo, al contrario, me han mirado con mucho respeto, con ganas de hacerme sentir tan especial como ellos”, reconoce el cadete. 

La mayor parte de los problemas de este muchacho no van por el lado deportivo, donde se ha preocupado de absorber todos los movimientos de Juan Pablo Cadario –proel del “Trafalgar” y quien seleccionó a Figari- o de Santiago Lange, medallista olímpico argentino. Las diferencias se notan al hablar de temas externos a la vela.  

“Es una relación rara porque los temas de conversación son distintos, ellos todos tienen familia, yo soy cadete, somos personas muy distintas”, reconoce. 

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