EMOLTV

JJ.OO. Vancouver: La rebeldía del ganador del Supercombinado de esquí Bode Miller

Conocido por su afición a las fiestas, el estadounidense defendió el uso de EPO (eritropoietina), reveló haber esquiado borracho y no compite por medallas ni por patriotismo.

21 de Febrero de 2010 | 18:47 | DPA
imagen

Ahora sí. Bode Miller se llevó su primera medalla de oro en unos JJ.OO. en las montañas de Whistler.

AFP
WHISTLER.- Bode Miller no atiende a tradiciones ni ortodoxias en el esquí ni fuera de él. Es un espíritu libre e indomable, fuera del reglado "sistema" del deporte.

Miller, quien hoy se adjudicó el oro en la prueba del Supercombinado de esquí, siempre ha nadado contra la corriente. Contradijo a todos tanto en Turín 2006, donde destacó más en las discos que en las pistas, pese a que llegaba como gran favorito, como ahora en Vancouver 2010, donde aterrizó de manera discreta y ya lleva tres medallas.

Se rebeló contra los controles antidoping, defendió el uso de EPO (eritropoietina), reveló haber esquiado borracho y no compite por medallas ni por patriotismo. Pero su mayor éxito llegó cuando se atuvo a las normas, cuando a los 32 años volvió a la estructura del equipo estadounidense, tras dar a conocer que tenía una hija, cuando rebajó el perfil de su aún apabullante personalidad.

El destino vital de Miller estaba marcado desde la cuna. Sus padres, Woodye y Jo, fueron dos auténticos "hippies" que se ausentaron del mundo para crear el suyo propio. Construyeron una casa en las montañas de New Hampshire, donde criaron a sus cuatro hijos.

Eligieron vivir sin electricidad, teléfono ni agua corriente. "Creo que fue divertido, fue un reto y creo que de ahí Bode adquirió la idea de necesitar siempre un reto en su vida", dice su madre, presente hoy con melena cana descuidada, en la soleada pista de Whistler Creekside.

Bode no fue a la escuela hasta pasados unos años. Los primeros de su infancia los pasó entre bosques. "Es muy agradable poder pasar tanto tiempo solo cuando uno es niño. Hace que la imaginación haga todo lo que se supone que tiene que hacer en la infancia", dijo.

El hecho de no ir a la escuela le dio más tiempo para esquiar. Sus padres no tenían dinero para comprarle unos esquís, pero él tenía suficiente talento. Nada más terminar el instituto integró el equipo de esquí de Estados Unidos. Sus padres le ignoraron y esa cree que fue la clave del éxito.

"Muchos chicos que se hacen deportistas es por la insistencia de sus padres, que les presionan, que van a cada carrera y les dejan sin cenar cuando son segundos. Esos son los chicos que se agotan enseguida, aborrecen el deporte y a los 30 o 40 años son unos 'hippies' que están en contra de todo", explicó.

Como era de esperar, su estilo de esquiar estaba alejado del que dictaban los manuales, pero era rápido. En 2002 se cayó y se lesionó en la rodilla. Se temía que no podría volver a esquiar, pero Miller está acostumbrado a rebelarse contra lo que se espera de él y en Salt Lake City 2002 ganó dos platas.Nadie puede tomar sus riendas, es simplemente diferente, único.

Fuera varios años del equipo estadounidense, que cuenta con las más altas tecnologías, se refugió en la granja de sus padres, donde aún viven pese a estar divorciados, y con un aparato diseñado por él mismo y construido por su tío. Lo que no dejaría de ser un personaje curioso se convierte en incómodo cuando habla de doping.

"Es degradante, insultante que te lleven a un baño, te hagan bajar los pantalones hasta las rodillas, te suban la camiseta y te hagan mear en un vaso", aseguró. Despreció a autoridades, a los análisis antidoping, a los padres que presionan a sus hijos para ser atletas, a la prensa. "Creo que el deporte debería ser un placer privado", dijo en Turín 2006.

No desprecia, sin embargo, el dinero, aunque no es su objetivo. "La mera adquisición de dinero es un objetivo terrible". Su verdadera meta es pasarlo bien, incluso por las noches, como demostró en Sestriere en 2006, de donde se fue sin ninguna medalla.

"La diferencia entre Turín y Vancouver es que esta vez quería ganar medallas, y en 2006, no", explica con la misma franqueza con que ataca la pista. "La verdad es que ha habido ocasiones en las que no he estado en un buen estado en lo más alto de la pista", reconoció sobre sus excesos de fiesta y alcohol.

Más ídolo en Europa que en Estados Unidos, en Vancouver está demostrando ser el líder del equipo masculino de esquí de su país, con el que ahora comparte todo tras criticar la "obsesión por las medallas" de sus compatriotas. Esas medallas que él está coleccionando en Canadá. Ya no vive en una caravana solitaria. Ya no es tan salvaje. Ya es campeón olímpico.