Uno a uno: La U no aprovechó el hombre de más y cayó con justicia

SANTIAGO.-  El elenco de Gerardo Pelusso no encontró el juego y alargó la racha de nueve años sin poder ganar en el estadio Monumental.

Miguel Pinto: Ingrato partido para el golero. Una salida a medio camino permitió que Miralles definiera con inteligencia a los 12’. De ahí en más no agachó la cabeza y cumplió bien en las tapadas y centros. Salvó en más de alguna ocasión el segundo tanto. Tuvo un susto tras chocar feo con Macnelly Torres.

Matías Rodríguez: Tras haber sido central en los partidos anteriores, el argentino fue desplazado a la banda derecha. Intentó desbordar un par de veces y creó peligro. Pero solamente fue eso: por su lado se gestaron contragolpes peligrosos, principalmente en el primer tiempo. Cuando la U quedó con uno más no aportó en ofensiva.

Mauricio Victorino: El charrúa como siempre impuso ímpetu y fiereza en la zaga azul. Vivió momentos de terror en el primer tiempo principalmente cuando Colo Colo atacó en superioridad numérica. En el área rival no fue aporte y sucumbió ante el juego aéreo de Scotti. En su cabeza tuvo la chance de cambiar la suerte en los descuentos.

Rafael Olarra: Al igual que Victorino, el zurdo se vio netamente superado por los pases a las espaldas que lanzó Macnelly Torres en el primer tiempo. Ganó en el cuerpo a cuerpo a Miralles, pero cuando se la echaron a correr el trasandino siempre le sacó diferencias. Después sufrió más de la cuenta con el despliegue de Bogado.

Juan Abarca: Fue la sorpresa del equipo de Pelusso. Ordenado en la marca y siempre con predisposición para salir jugando. Controló los avances de Magalhaes y se dio el lujo de ser el más regular en la defensa universitaria. Buen debut en el superclásico. Por razones tácticas, cedió su lugar a Estrada a los 56’.

Felipe Seymour: El joven volante intentó guapear en medioterreno pero no impidió que Torres se las ingeniara para siempre recibir en soledad y crear peligro. Aportó en las salidas azules y desplegó el trajín que ya tiene acostumbrado a su hinchada. Recibió amarilla en el segundo tiempo y terminó simplemente correteando.

Manuel Iturra: Una durísima entrada del volante contra Miralles pudo haberle costado la roja. Osorio lo perdonó. Tras cartón, el delantero le devolvió la mano y se fue expulsado. En el juego luchó, pero estuvo lejos de ser un aporte en la generación de fútbol. También fue amonestado en el segundo tiempo.

José Contreras: Discreto partido para el ex wanderino. Abierto por la franja derecha perdió siempre su duelo contra Cereceda. Además, no contribuyó en apoyar a Rodríguez en la zaga. En ofensiva menos. Salió reemplazado al entretiempo por Diego Rivarola para intentar profundizar más.

Walter Montillo: El trasandino intentó sacarse la espina de no poder jugar nunca a gran nivel en el Monumental. No lo consiguió. Si bien se vio movedizo no le bastó para alimentar a Olivera. Solamente inquietó a Prieto con un par de centros en los primeros minutos. En la segunda manga intentó pero no supo aprovecha la superioridad numérica.

Eduardo Vargas: El ex loíno actuó como mediapunta por el sector izquierdo pero no gravitó. Estuvo lejos de su nivel habitual perdiendo siempre ante Magalhaes. En ocasiones intentó colaborar en el medio pero se encontró en lo que no es lo suyo: la lucha. Casi invisible, fue reemplazado por Gabriel Vargas 83’.

Juan Manuel Olivera: El goleador estuvo ausente en la mayor parte del encuentro. Tuvo el gol en su cabeza tras un pase de Montillo pero una soberbia tapada de Prieto le impidió la gloria. En la segunda mitad tuvo la única opción real de la U para empatar pero su zurdazo se estrelló en el palo.

Diego Rivarola: El emblema azul entró enchufado y generó más peligro que Vargas y Contreras. Abrió bien la cancha y aportó con experiencia en el manejo del balón. Le faltó compañía en el medio. Intentó con un globito hacer el gol de la fecha pero su tiro se fue elevado. En los descuentos falló garrafalmente un mano a mano frente a Prieto.

Gabriel Vargas: El ex delantero de Cobresal y la U. de Concepción ingresó como una apuesta desesperada de Pelusso. En siete minutos, y con un Colo Colo echado atrás, no se notó. Es más, casi ni tocó la pelota.