En Nelspruit, los chilenos se sintieron como en casa.
APNELSPRUIT.- Todo comenzó la tarde del domingo 6 de junio. Nelspruit se vació. Sus habitantes se volcaron a la calle, salieron a recibir a sus nuevas visitas. Blancos y negros se unieron para saludar ese día en el aeropuerto Mpumalanga a la selección chilena de fútbol.
Y el idilio fue a primera vista. Los hinchas locales hicieron suyo al equipo de Marcelo Bielsa, lo atendieron, lo adularon y le ofrecieron su hospitalidad.
Es que si hay una cosa que ganó Chile en Sudáfrica fue el cariño de la comunidad de Nelspruit, una ciudad tranquila, apartada de la urbe y que sirvió de laboratorio para el equipo nacional.
Fueron 23 días de Mundial para la "Roja". El resort Ingwenyama fue el lugar escogido por el cuerpo técnico para preparar cada uno de los partidos de la cita planetaria. Y aunque debieron hacer rápidos arreglos, cumplió con los requerimientos.
Esa fue la sala de experimentos de Bielsa. Ahí dejó plasmadas todas sus ideas, sus cambios de esquema, sus habituales caminatas y todo lo que les indicó a sus jugadores antes de afrontar cada partido. Y en sus piezas quedaron también registradas todas las penas, frustraciones y alegrías de los jugadores. Ahí Suazo sufrió por quedar fuera de las citaciones, Estrada lloró tras ser expulsado ante España, Fierro botó la amargura por no jugar un minuto. Ahí jugaron, rieron, cantaron y se plantearon objetivos.
Bielsa intentó hacer su propio Juan Pinto Durán. Cercó el lugar, puso mallas para tapar la visión de la prensa y encerró a sus jugadores hasta hoy, día en el que por primera vez podrán compartir con los hinchas.
Esos hinchas que estoicos estuvieron día a día esperando fuera del lugar de concentración, esos que viajaron kilómetros en camión para ver a la "Roja", aquellos que durmieron en el suelo porque el dinero escaseaba. Hasta en carpa y con frio debieron pernoctar.
Pero lo pasaron bien. Fueron parte de la comunidad, recibieron el cariño de los sudafricanos que cada vez que vieron a un chileno en problemas, lo ayudaron. Era habitual salir de compras y escuchar el "ceacheí" de parte de las cajeras del local de turno y aunque con poca tonalidad intentaban darle un sabor agradable al hincha nacional.
Es que más allá de lo que pasó en la cancha, Chile se va conforme. Ganó por primera vez un partido en un Mundial desde 1962; los primeros resultados ilusionaron y aunque se terminó como siempre, perdiendo con Brasil, dejaron huella.
Y esa huella no sólo por lo mostrado en el terreno de juego, también por cada uno de esos sudafricanos que hoy saben que en Sudamérica hay un país llamado Chile, que su camiseta es roja, que hablamos español y que fuimos parte del primer Mundial en África.