Universidad de Chile estuvo cerca de hacer historia en la Copa Libertadores, sin embargo Chivas de Guadalajara fue más rival.
Cristián Carvallo, El MercurioSANTIAGO.- El (casi) nuevo Nacional hacía lo que podía. Estaba habilitado el sector de galerías y andes, pero no marquesina. Donde antes festejaban las autoridades ahora había un marcador improvisado y los 16 pilares de la tribuna afectados por el terremoto, tenían a Carabineros con los pelos de punta.
Fue todo raro la noche en que la U perdió la chance de igualar a Colo Colo, la UC, Cobreloa y Unión Española, como chileno finalista de la Copa Libertadores.
"A mí Carabineros me dijo que sí podían ocupar el sector de arriba. Anda a preguntar mejor", le decía una guardia privada a otra, mientras invitados y periodistas proponían pasar el sector cerrado de un Nacional reinaugurado.
Lo del marcador fue una buena salida, tomando en cuenta que el original (monumento histórico) no estaba operativo y lucía un lienzo de apoyo: "El estadio es nuestro, cuidémoslo".
Carlos Heller (con guardaespaldas) y Carlos Alberto Délano se paseaban con familia y amigos en la tribuna mecano a lo tenis, que recibió a los dirigentes azules, los de Chivas y de la Conmebol. "Como estai Choclo", le dijo animado Federico Valdés a Délano, que lucía un vistoso gorro azul de la U.
Había entusiasmo, pero con el Nacional a medias todos hicieron cosas raras. Heller, Délano, Valdés –y sus hijos, y los amigos de sus hijos- ingresaron a la cancha junto a los jugadores en el calentamiento previo.
Y Federico se metió al lote, saludó a Esteban Conde y Miguel Pinto hizo un aro en sus elongaciones para estrechar la mano del jefe. Luego Valdés fue a alentar a los demás, palmoteó a Puch y saludó a Walter Montillo, que en su último partido ingresó a la cancha con las manos apuntando al cielo, a lo Alexis Sánchez.
Todos querían sacar adelante el partido. Muchos reclamaban por las trabas, varias cosas a medias, pero desde Azul Azul pedían directamente: "Por favor, ayúdennos". Y Carabineros lo hizo con Los de Abajo, cuyos líderes ingresaron por el sector de andes resguardados amigablemente por la policía. Caminaron por el nuevo foso la mitad del estadio hasta llegar a galería sur y ahí, agazapados entre la hinchada y la pista de rekortán calipso, lanzaron el humo de los extintores que debía recibir al equipo.
Pero seguía lo raro, y los fuegos y el humo azul y rojo salieron antes de lo previsto, cuando aún los jugadores estaban en camarines. Incluido los fuegos de artificio gentileza de la SA, que se prendieron desde el sector del Caracol Azul.
Ya en el partido la U jugaba ansiosa y Miguel Pinto había sacado un par de tiros. Hasta que llegó el error y Esteban Conde, golero como Pinto, aleonó solidariamente a su colega tras el 0-1.
Pelusso comenzó a aletear haciendo el ademán de que sus muchachos salieran de atrás. Pero nada resultó. Federico Valdés no lo podía creer en el entretiempo, y degustando unas empanadas de queso se lanzó:
- ¿Quién hace el empate?
- "Vargas".
- ¿Entra por Puch?
- "Sipo, entra por Puch".
Era la apuesta del jerarca. Eduardo Vargas, sentado en la banca, debía ingresar por el ex Municipal Iquique, pifiado en el primer lapso cuando no fue al choque en dos jugadas consecutivas.
Al final Vargas solo ingresó a los 29’ cuando el 0-2 estaba consolidado. Y lo hizo porque se lesionó Olarra.
"Dale, Dale, Rebaño", gritaban los cincuenta hinchas mexicanos, que al final se pelearon los guantes del meta Luis Ernesto Michel. Ya había pasado el pitazo final y Walter Montillo lloraba desconsolado, en la noche más maldita de la U. Esa en la que simplemente no pudieron rugir.