Bielsa vivió su adiós como un partido más.
José Alvujar, El MercurioSANTIAGO.- Eran exactamente las 19:43 horas cuando el técnico de la selección chilena, Marcelo Bielsa, llegó al sector de camarines del estadio Monumental. De inmediato los más de 20 mil hinchas que hasta ese momento se encontraban en el recinto estallaron de alegría.
Esto porque en la pantalla gigante, que se encuentra detrás del arco norte, se transmitió en directo el ingreso del DT de la "Roja". Si bien el ambiente era de fiesta, se palpitaba un claro contraste entre los seguidores de la escuadra nacional.
Por un lado estaba la felicidad de la fanaticada por ver a su equipo enfrentando a Uruguay, elenco que terminó cuarto en el Mundial de Sudáfrica, y por el otro la despedida del estratego argentino al mando de la selección.
Y pese a ser el último partido del rosarino en la banca criolla, el entrenador no cambió su particular "ritual" de seguir el partido desde el borde del campo de juego. Casi como un león enjaulado.
"Don Marcelo Bielsa Chile le agradece"
Desde que Bielsa entró al gramado del Monumental y caminó hacía la banca sur, lo más de 40 mil fanáticos cantaban "Oooh, Bieeelsa no seee vaaa, no se vaaa, no se vaaa, Bielsa no se vaaa...". En su trayecto el DT levantó cuatro veces la mano derecha y saludo al público, para luego mantenerse imperturbable ante los 23 reporteros gráficos y un camarógrafo que lo rodeaban.
Pero lo mejor vino una vez que se entonaron los himnos nacionales. A pocos minutos de largar la brega un puñado de hinchas ingresó a la cancha con una bandera chilena gigante que decía: "Don Marcelo Bielsa Chile le agradece".
El rosarino agradeció el gesto levantando nuevamente la mano derecha y saludó a todos los presentes de los diferentes sectores del estadio. Cuando lo forofos ya se iban comenzaron a caminar hacia el DT y le regalaron la bandera. Este no ocultó su alegría y saludo de mano y abrazo a cada uno de los simpatizantes.
En cuclillas, de un lado para otro y reclamos airados
Desde el arranque del cotejo y tal como lo hizo en los duelos del Mundial, el técnico nunca se sentó en la banca. En cuclillas, caminaba con paso corto de una lado para otro, con la cabeza gacha y a ratos impaciente.
A medida que pasaban los minutos las pulsaciones aumentaban en el rosarino y los gestos cada vez eran más notorios. Se rascaba la cabeza y levantaba los brazos para discutir en forma airada un cobro dudoso del árbitro paraguayo Carlos Torres. Bielsa no se detenía, ni se cansaba. Caminaba con las manos en la cintura, se agachaba y se volvía a poner en cuclillas.
La molestia por los goles errados
Como de costumbre, ya en el minuto 11 del lance vino el primer enojo del estratego contra sus dirigidos. Mark González que encara al portero Fernando Muslera y se lo pierde. El DT reaccionó con mucha molestia, se tomó con las dos manos la cabeza y elevó la mirada hacia el cielo buscando alguna explicación.
El mismo acto lo repitió en los 25’. Tiro libre servido por Marco Estrada en franca posición de gol y la bola que rebota en la barrera. Bielsa golpea con su pie derecho el pasto y le grita una instrucción al jugador de Montpellier. Cuatros minutos después le ordena al PF Luis Bonini iniciar el precalentamiento con todos los suplentes. El "jefe" ya estaba enojado.
El primer grito de gol
El público se entusiasmaba con el fútbol de la "Roja" y lo hacía sentir con cánticos para el técnico, como: "Bielsa, Bielsa querido, los chilenos jamás te olvidarán…". En tanto, cerca de 40 aficionados se mantenían detrás de la banca nacional sacando fotos al "hombre de la noche". Estaban en eso cuando llegó el primer grito de gol de las casi 50 mil almas que asistieron a Macul.
Minuto 39 y Alexis Sánchez que provoca el júbilo de los hinchas con un golazo. Bielsa con los dos puños cerrados mueve los brazos y grita el tanto del tocopillano. De ahí volvió a su "ritual": manos en la cintura, caminata corta de una lado para otro y terminaba en cuclillas.
Un desahogo total y el abrazo con su colega
En la segunda etapa Bielsa no cambió el guión, todo seguía igual. Sus movimientos, sus instrucciones, su enojo por los goles que se perdía Mark, Orellana y Paredes. Pero a los 74' del partido el argentino liberó toda su ansiedad. Arturo Vidal que saca una derechazo fulminante y la bola que se clava en el fondo del arco. Bielsa no ocultó su alegría y con expresión de desahogo y mucha fuerza levantó los brazos y lo gritó con todo. Como augurando que era el último gol que celebraría como DT de Chile.
A minutos que finalizará el choque entre nacionales y charrúas, el rosarino se mantenía en su puesto de trabajo, mientras los miles de aficionados no paraban de cantar "oooh, Bieeelsa no seee vaaa, no se vaaa, no se vaaa, Bielsa no se vaaa...". Termina el cotejo y el adiestrador se queda dos minutos mirando hacia el centro de la cancha. Camina sin despedirse de nadie y cuando va a entrar al tunel lo detiene el técnico de Uruguay, Óscar Washington Tabárez, con quien se envuelve en una abrazo y una sonrisa.
Se va Bielsa y la vara queda muy alta para el próximo estratego de la selección. Habrá que esperar cómo sigue está historia sin su protagonista principal.