Pelusso se llenó de gestos e indicaciones para intentar que sus jugadores reaccionaran.
Juan Eduardo López, El Mercurio
SANTIAGO.- Universidad Católica ganaba 3-2 y se jugaban los descuentos en el Estadio Nacional. La U, con nueve hombres en cancha, contaba con un tiro libre a unos 40 metros del arco que pedía un "ollazo". Era la última oportunidad.
En ese momento, Gerardo Pelusso movía sus brazos como desesperado, le exigía a todos sus hombres que pisaran el área cruzada. Como no le hacían caso, los gestos se tornaron aún más efusivos. Al final la jugada terminó en nada y el empate no llegó. Los laicos perdieron el clásico y el futuro del DT uruguayo es cada vez menos azul.
Y el entrenador charrúa sabía la importancia del encuentro: dirigió el partido como si su vida dependiera de ello. Aleteó, gritó y en ocasiones se metió a la cancha, como si pensara que con los 11 (luego 10 y después 9) jugadores no bastara.
Pese a su euforia y pasión demostrada, la fanaticada de la U ya no lo quiere. Todo el cariño que acumuló por llegar a semifinales de la Libertadores se perdió. Las críticas, como siempre, apuntan a lo defensivo del esquema y no faltaron los que se acordaron de su mamá para decorar los insultos. Al final del encuentro miles de hinchas lo esperaban para exigirle su salida con escupitajos incluidos.
Incluso hubo un fanático que pagó su entrada en Marquesina para gritarle a la banca de la U. Poco le importaban los goles. Él quería que Pelusso y su cuerpo técnico lo escucharan. Y lo hicieron. Mandaron cinco guardias de seguridad para pedirle que se calmara. Ahí quedó. Sentado y doblemente derrotado: por el DT y por la UC.
Tras la derrota, el estratega no quiso hablar sobre su continuidad: "Los análisis llegaran a fin de año, ahora hay que pensar en la liguilla". Porque claro, para seguir en la U a Pelusso sólo le sirve clasificar a la Libertadores 2011.
Pero quizás con eso no le baste. Su juego ya aburre a la parcialidad azul y la presión es demasiada. Además el presidente de Azul Azul, Federico Valdés, ya le quitó el piso. "No se cumplieron los objetivos del año", dijo. Y el que no logra sus metas...
Todo parece indicar que el duelo ante Ñublense del domingo, el con Audax Italiano la próxima semana y los de la liguilla decorarán el camino final de Pelusso en la U. Un vía crucis que, a lo menos para los miles de hinchas azules, debiese terminar con un cambio de técnico.
