Ramos no aguantó la humillación y la agarró con Puyol, Messi y Xavi.
EFE
SANTIAGO.- Los adjetivos y comparaciones realmente sobran para la paliza que el Barcelona le propinó al Real Madrid en el Nou Camp. Pero si hay que usar alguno, el baile al ritmo de una orquesta sinfónica es, quizás, el que mejor calza.
Los dirigidos por Pep Guardiola vencieron por 5-0 a un pálido equipo de José Mourinho, que ni con patadas (terminó con seis amonestados y un expulsado) pudo parar a Andrés Iniesta, David Villa, Xavi Hernández, Lionel Messi y compañía.
Desde los 30 segundos ya se notaba que los locales serían protagonistas con su fórmula más clásica: los toques de primera, el movimiento táctico en la cancha y los lujos sucesivos.
Así fue como a los 17 minutos el Barcelona ya estaba 2-0 arriba del Madrid con goles de Xavi y Pedro. El primero fue tras gran asistencia de Iniesta y el segundo cayó luego de un buen centro rasante de Villa.
Así acabó el primer tiempo, que además del buen fútbol de los catalanes tuvo como agregado el empujón que Cristiano Ronaldo le propinó a Guardiola cuando se aprestaba a sacar un lateral. Tras ese incidente vinieron los mejores momentos del Madrid que, sin embargo, no duraron mucho.
El segundo tiempo fue un verdadero espectáculo. Villa a los 54 y 57 minutos anotó dos goles muy similares: pase de Messi entrelíneas y definición perfecta ante la mirada de un incrédulo Casillas.
Luego pasó media hora en que los merengues no tuvieron la pelota. Ahí fue una verdadera burla de su archirrival, que en ningún momento se cansó de tocar, de hacer tacos, de meter túneles y de obligar a los blancos a cortar las jugadas con patadas.
Cuando el joven Jeffren anotó el quinto tanto tras pase de Bojan (ambos ingresaron sobre el final) todos creían que el Derby se había acabado. Pero no. Faltaba el show de Sergio Ramos: el lateral bajó suciamente a Messi y se ganó la expulsión. Tras eso le pegó un manotazo en la cara a Puyol y otro a Xavi, ambos compañeros de selección. Al defensor no le gustó que se rieran en su cara.
Más allá del hermoso espectáculo de fútbol, el Barcelona alcanzó el liderato y le sacó dos puntos de ventaja al equipo de Mourinho, que tras el tercer gol se sentó en la banca y no volvió a gesticular. Sabiendo que su primera gran prueba en el Madrid había sido un fracaso.
