BUENOS AIRES.- Organizaciones de millares de agricultores de Argentina, que exporta al año alimentos por unos 35.000 millones de dólares, iniciaron esta medianoche una huelga contra la política agropecuaria del Gobierno, la segunda gran protesta de 2008.
Las entidades agrarias, en pie de guerra para reclamar la eliminación lisa y llana de los impuestos a las exportaciones y un tipo de cambio competitivo, que sea devaluado de 3,15 a 3,50 pesos por cada dólar, mantendrán hasta el miércoles próximo la decisión de no vender granos, cereales ni ganado en pie.
"No hay un ánimo para un corte total de rutas", dijo, sin embargo, Hugo Biolcati, uno de los líderes de la protesta, que tiene su epicentro en la rica Pampa Húmeda, la región central de una potencia proveedora de alimentos al Mercosur, la Unión Europea y Asia.
Una huelga de 128 días con bloqueos de carreteras desde marzo, liderada por los poderosos productores de la soja, de fabulosos ingresos para Argentina, puso en jaque al gobierno de la presidenta Cristina Kirchner hasta julio de este año.
La anterior protesta, que abarcó a decenas de pueblos y ciudades de la región central, terminó exitosamente, al derrotar en el Congreso el intento de la Presidenta Cristina Kirchner de aumentar gabelas a las ventas externas. La soja ocupa la mitad de la superficie sembrada en Argentina y generaba ingresos anuales por 24.000 millones de dólares, pero su precio se derrumbó en los últimos meses en el mercado de Chicago, lo que afectó la renta del sector agropecuario y la recaudación fiscal.
Argentina es el primer exportador mundial de harinas y aceites de soja, el cuarto de trigo, el segundo de maíz -detrás de Estados Unidos- y el tercero de granos de soja, según la secretaría de Agricultura estadounidense.
La medida iniciada el primer minuto del viernes consiste en paralizar durante seis días la comercialización de granos, cereales y carnes con destinos a los mercados internos y externos, sin que las organizaciones puedan garantizar que sus bases se lancen a las rutas a impedir el paso de camiones y otros transportes, como sucedió este año.
Durante la huelga contra las retenciones móviles, un fracasado impuesto flotante a las exportaciones, los agricultores pusieron sitio a las grandes ciudades del centro del país, donde se registró desabastecimiento.
La inflación se disparó durante aquella protesta, aunque el Gobierno asegura que la tiene controlada por debajo del 10% anual, pero todos los institutos privados, el Banco Mundial y el FMI sostienen que debe rondar al menos el 25% en los últimos 12 meses.
La nueva protesta se enmarca en un escenario mundial diferente, debido a la crisis financiera mundial, que provocó una fuerte caída de los precios de materias primas agrícolas.
Las ventas externas de alimentos superan el 50% de las exportaciones totales de Argentina, que tiene potencialmente recursos para proveer productos agrícolas para 300 millones de seres, aunque sólo tiene 40 millones de habitantes, según organismos internacionales.
El Gobierno acusó a los líderes agrarios de hacer un uso político del reclamo, pero los productores aseguran que el diálogo que prosperó desde mediados de julio se estancó por la ausencia de propuestas concretas en materia de subsidios y reducciones impositivas para el sector.
Sin embargo, representantes del movimiento agrario reconocieron su intención de integrar las listas de la oposición para las elecciones legislativas de 2009.
"Tenemos que formar un bloque que defienda los intereses del campo en el Congreso como el que existe en Brasil", dijo Alfredo De Angeli, el más popular de los líderes agropecuarios.
Los dirigentes de la llamada Comisión de Enlace, el comité de huelga que agrupa a las cuatro más grandes entidades de agricultores, sostienen también que el país sufre "la peor sequía en los últimos 100 años según los técnicos del Gobierno".