KABUL.- En la capital afgana se continúa a la espera de las conclusiones de la Conferencia de Bonn sobre la formación de un gobierno interino, mientras se estrecha el cerco a la ciudad de Kandahar, último bastión de los talibanes en el sur del país.
Aviones del ejército estadounidense continuaron bombardeando hoy Kandahar, base del líder supremo talibán, el mulá Mohamed Omar, y según fuentes militares de EE.UU., las tropas de tierra de ese país podrían participar en la ofensiva contra la ciudad, aunque inicialmente se dijo que su misión era capturar a Osama Bin Laden.
Más de 1.000 marines del Ejército estadounidense establecieron hace una semana una base en la provincia de Kandahar con dicho objetivo.
Las fuentes militares afirmaron que Washington reforzó hoy sus efectivos en esa base, con más marines y con más helicópteros de combate."Estamos llegando al punto culminante", señaló la fuente.
En Washington, en una entrevista con la televisión NBC, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo hoy que hay entre 1.500 y 2.000 soldados estadounidenses en Afganistán.
La aviación estadounidense también atacó hoy la provincia de Helmand, fronteriza con Kandahar, parte de la cual también sigue en manos de la milicia talibán.
Tras ser forzados a abandonar Kabul el día 13 en una ofensiva relámpago de la Alianza del Norte apoyada por la aviación de Estados Unidos, los talibanes se replegaron a las provincias del sur.
Tropas leales a los jefes tribales pastunes, la misma etnia que los talibanes, están posicionados en varios frentes distintos dispuestos a atacar Kandahar, pero sus adversarios continúan resistiendo en su feudo.
Un portavoz del comandante Gul Agha -uno de los principales jefes militares tribales- negó hoy las informaciones difundidas por una fuente talibán acerca de que éste había resultado herido en un ataque de combatientes árabes protalibanes.
Las negociaciones entre las tropas leales a los jefes tribales y los talibanes para la rendición de Kandahar no han llegado a ninguna conclusión y las posiciones de ambos bandos continúan virtualmente inamovibles desde hace días.
Aviones de combate estadounidense bombardearon hoy de nuevo la zona de Tora Bora, cerca de la ciudad oriental de Jalalabad, donde se cree que Bin Laden podría haberse ocultado con decenas de miles de sus seguidores en un fuerte de túneles y cuevas a más de 300 metros de profundidad.
Respecto a la futura autoridad transitoria que gobierne Afganistán, en Kabul se da por hecho que no estará encabezada por el presidente Burhanudin Rabani, líder de la Alianza del Norte.
El ministro de Asuntos Exteriores de esta coalición, que ahora controla gran parte de Afganistán, Abdulá Abdulá, indicó ayer que el jefe del gobierno provisional no tenía por que ser un miembro de la Alianza del Norte.
En aparente respuesta a las presiones ejercidas por la comunidad internacional, Abdulá afirmó que su gobierno sería flexible con el despliegue en el país de una fuerza de paz multinacional.
La comunidad internacional defiende tanto la urgente necesidad de instalar en Kabul un gobierno de amplia base como la conveniencia de desplegar una fuerza internacional de paz que facilite la restauración del orden.
En un país devastado por 23 años de guerra civil, la población parece dispuesta a aceptar de buen grado cualquier gobierno provisional que surja de las negociaciones en la ciudad alemana.
Muchos ciudadanos de Kabul aseguran ser partidarios de que el antiguo rey, Zahir Shah, encabece esta administración provisional a pesar de que no ha pisado el país desde 1973, cuando un golpe de estado le sorprendió en Roma, donde vive exiliado desde entonces.
Informaciones provenientes de Bonn indican que la persona que podría encabezar el próximo gobierno interino es el jefe pastún monárquico Hamid Karzai, cuyas tropas combaten a los talibanes.
