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Sorpresiva donación alemana permitirá preservar legado de Franz Kafka

Se trata de la biblioteca personal del escritor, una amplia colección de más de mil manuscritos y libros que el fabricante alemán de coches Porsche adquirió con el fin de donarla a la Sociedad Franz Kafka.

12 de Diciembre de 2001 | 08:54 | DPA
Franz Kafka PRAGA.- Quizá sea lógico que un escritor de fama mundial, cuya obra giraba en torno al surrealismo, las decepciones de la vida y la alienación del hombre moderno, permanezca olvidado en su ciudad natal 77 años después de su muerte.

Después de todo, Franz Kafka era un desconocido en vida e incluso pidió que sus manuscritos fueran destruidos después de su muerte, en 1924. Pero los manuscritos le sobrevivieron, y Kafka mismo se convirtió en una leyenda literaria.

A los miembros de la Sociedad Franz Kafka les gustaría ver a su héroe promocionado y homenajeado en su cuidad, Praga, donde el autor nació en 1883, escribió obras tan populares como "La metamorfosis" y "La colonia penitenciaria", y vivió toda su vida salvo los últimos dos años.

Los 800 miembros de la sociedad con sede en Praga creen que la capital de la República Checa podría hacer mucho más por su famoso hijo.

No tiene un museo dedicado a Kafka, ni una calle con su nombre, ni una colección de manuscritos originales. Y todos los edificios históricos en los que el escritor residió son utilizados hoy como viviendas privadas u oficinas -cerradas al público- e incluso hay uno que ocupa el gobierno de la ciudad.

Sin embargo, parece que está en marcha una "metamorfosis". Para alegría de los admiradores de Kafka, una donación sorpresiva proveniente de Alemania evitará que su legado se pierda.

Se trata de la biblioteca personal de Kafka, una amplia colección de más de mil manuscritos y libros, que el fabricante alemán de coches Porsche adquirió con el fin de donarla a la Sociedad Franz Kafka, según se anunció el mes pasado en Berlín.

La directora de la sociedad, Marketa Malisova, señala que el grupo está reflexionando actualmente sobre los detalles de este regalo inesperado. La donación "fue una sorpresa para nosotros, una sorpresa muy bonita", comenta Malisova. "Estamos felices de que las obras de Kafka regresen a Praga".

De todas maneras, la ciudad no redescubrirá a Kafka de la noche a la mañana. Antes habrá que solucionar varios detalles. Por ejemplo, encontrar un lugar apropiado para almacenar o exponer públicamente la colección.

La sociedad espera que esta donación impulse por fin el ansiado proyecto de crear un museo dedicado a Kafka, que no sólo se centraría en el escritor y en su vida, sino también en la rica herencia de la cultura de los judíos checo-alemanes.

Kafka era un judío que vivió en el corazón de la cultura checa cristiana, pero como un sujeto del imperio austro-húngaro fue educado en colegios alemanes de Praga. A pesar de que hablaba checo, escribió casi exclusivamente en alemán.

"En el cambio de siglo, Praga era un lugar especial porque era una mezcla de cultura alemana, checa y judía", explica Malisova. "Y Kafka era un representante de todo aquello".

Durante los cincuenta años de Gobierno comunista en la ex Checoslovaquia, Kafka y su obra fueron reprimidos. Sus manuscritos se vendieron y su relación con Praga eliminada de los libros de historia.

"Los comunistas no respetaron a Kafka", señala Malisova. "Todo lo que mostraba cómo operaba el comunismo", incluidas algunas obras de Kafka, "era prohibido".

Poco después de la caída del comunismo, en 1989, se creó la Sociedad Franz Kafka con la esperanza de preservar lo que no había sido destruido.

Desde la creación de la sociedad, sus miembros, entre ellos el íntimo amigo de Kafka Max Brod -el responsable de que los manuscritos que éste quería destruir se preservaran-, organizaron numerosos eventos literarios, históricos y culturales en Praga.

En la década pasada, el grupo inauguró una modesta galería, dos librerías y una pequeña biblioteca con alrededor de 2.000 volúmenes. Los integrantes de la sociedad iniciaron además un ambicioso proyecto para traducir la obra de Kafka al checo.

Y mientras tanto, un anticuario de la ciudad alemana de Stuttgart llamado Herbert Blank compraba los manuscritos de Kafka que vendían los comunistas checos.

Logró reunir unos 300 títulos de Kafka, incluyendo manuscritos originales y primeras ediciones de sus libros. También adquirió cientos de libros que integraban la colección personal del autor, con el fin de reconstruir sus principales influencias.

El sueño de Blank era regresar la colección entera a Praga, lo que se hizo realidad gracias a Porsche, que compró la colección y en noviembre anunció sus planes de donarla a la Sociedad Franz Kafka.

Malisova, cuya oficina está a la vuelta de la esquina del cementerio judío que inspiraba a Kafka, quedó agradablemente sorprendida con el regalo. Si todo sale bien, en febrero o marzo podría anunciarse el destino final de la colección.
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