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Reality

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Reality

Hagamos como que no sabemos quién es David Bowie. Que no nos suena para nada eso de “camaleón del rock”. Pensemos que Ziggy Stardust es un comic japonés, y que nunca hemos visto un cantante con un ojo de vidrio. Creamos, por un momento, que “The man who sold the world” es realmente una canción de Nirvana.

Entonces -sólo entonces- escucharemos Reality como un disco interesante, disociado al fin de las preconcepciones y expectativas con que suele enfrentarse cada nuevo paso de un rockero que, de tan histórico, a veces más parece un referente que un creador activo. Hay mucha ligereza en descalificar la más reciente etapa de su carrera como una época “aburrida”, como si de la factoría musical de Bowie no puedan salir sino compilados de singles; todos radiables y pegajosos, como “Heroes” o “Starman”. Puede haber momentos más o menos interesantes del músico, digamos, posterior a los excesos que enmarcaron sus obras más atrevidas. El sujeto monógamo y de corbata que ha desarrollado álbumes como Outside (1995) o Heathen (2002) no es, ciertamente, el monstruo pop que marcó tendencias durante los años 60 y 70, alimentando las radios con composiciones profundas vestidas de frivolidad, y los oídos con una elegancia de la que el rock se pensaba disociado. Pero pocos reparan en que a Bowie hace rato que no le interesa volver a hacer esos discos tan ágiles y comercializables. Si hay una característica unitaria en sus trabajos de Black tie, white noise (1993) en adelante, es la visión del inglés porque sus álbumes sean “obras”, con un único concepto que va marcando canciones enrevesadas y asentadas antes en la interpretación que en la melodía y la estructura.

Reality es un álbum hermoso y triste, sin aparente conexión con sus más recientes trabajos, más allá del cuidado instrumental y que por momentos alcanza cumbres conmovedoras (sobre todo por el piano de Mike Garson y la batería de Sterling Campbell). Bowie vuelve a parecer el cantautor de guitarra eléctrica empeñado en hacer ruido (ahí está el tema “Reality” como prueba), aunque sus versos sean los del hombre maduro que pide perdón (“todo lo que he hecho lo hice por mí... / y te debo tantos días“, canta en “Days”) o reflexiona en torno a sus recuerdos más vívidos (“New killer star”, un pequeño homenaje a Nueva York, su ciudad). Es, claro, un disco que debe escucharse con atención, que se va descubriendo lentamente y que premia sólo al auditor paciente, no al educado en el zapping. Se incluyen dos covers (“Try some, buy some” de George Harrison y “Pablo Picasso” de Jonathan Richman) que se fusionan sin incomodidad en esta masa de ruido denso y delicado que mantiene la altura excepcional de un creador que no concibe su vida sino como continua propuesta.

Marisol García C.

David Bowie, “Reality” (2003, Sony)

1.New killer star, 2.Pablo Picasso, 3.Never get old, 4.The loneliest guy, 5.Looking for water, 6.She'll drive the big car, 7.Days, 8.Fall dog bombs the moon, 9.Try some, buy some, 10.Reality, 11.Bring me the disco king.

Duración: 49:21

Intérpretes: David Bowie (voz, guitarra, teclados, saxo barítono), Sterling Campbell (batería), Gerry Leonard (guitarra), Earl Slick (guitarra), Mark Plati (bajo y guitarra), Mike Garson (piano), Gail Ann Dorsey (voces), Catherine Russell (voces).

Producción: David Bowie y Tony Visconti
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