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"Hijos del sol" abre presentación de teatro internacional en Santiago a Mil

Basada en el texto del ruso Máximo Gorki, la obra argentina plantea una consistente crítica social, apoyada por una dinámica estética visual. Es una pieza donde participan 19 personajes que cruzan sus complejas historias.

03 de Enero de 2009 | 19:59 | Andrés Escobar Moraga, El Mercurio Online
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Una imagen de la obra argentina ''Hijos del sol''.

Archivo El Mercurio

SANTIAGO.- Las obras rusas son complejas. Muchos personajes, muchas historias. Cruces, lamentos, llantos. Frío. Y alguna que otra risa que ilumina -como un foco en la oscuridad- el pesimismo o el dolor que acarrea la trama.

"Hijos del sol" (21:30 horas, Teatro Mori Parque Arauco), escrita en 1905 por Máximo Gorki y dirigida por el argentino Rubén Szuchmacher, entrega una pieza interpretada por 19 personajes que mastican destinos fatales en torno a sus propias historias. Son personajes, sobretodo sordos, que no pueden ver mucho más allá de sí mismos y, mucho menos, tienen la capacidad de conocer y reaccionar en relación a lo que pasa en su entorno social.

Se trata de una obra socialmente comprometida, que plantea una fuerte crítica a los intelectuales. Porque en esta obra, la mayor parte de los personajes son tipos con buena educación (científicos, empresarios, artistas), pero que no saben siquiera los efectos que el cólera está generando en la población.

"Cómo puede ser que gente tan lúcida, que puede entender, aparentemente, tan bien la realidad, no puede transformarla o presionar para que sea transformada. No digo que yo pueda transformar la realidad sólo, pero sí puedo, como intelectual, presionar para que sea transformada. Eso se puede y eso se debe hacer", argumenta Rubén Szuchmacher.

El director argentino es hábil y está consciente del cambio en las conductas de consumo de material artístico de la gente. Sabe que necesita del movimiento, la rapidez y la agilidad, además de una buena historia, para mantener al espectador atrapado.

La obra mantiene la complejidad de sus historias y de la densidad de la trama global, pero lo hace con movimientos rápidos, una estética visual liviana y un telón de fondo –de vivos colores- que funciona como puerta para las constantes entradas y salidas de los personajes.

"Si el espectáculo es denso, lento, lo más probable es que la gente deje de escuchar, precisamente, porque la televisión cambió la manera de percibir el arte", explica Szuchmacher.

Sin embargo, el argentino –ganador de premios como el "Teatro del Mundo" y el ACE de Oro, de la Asociación de Cronistas del Espectáculo Argentina- no ve este cambio de conducta como un error o un retroceso. "No está ni bien ni mal: sucedió y hay que trabajar con eso, y esto no significa que se vuelva superficial o se vuelva tonto, sino que son formas diferentes de percepción", concluye.

La propuesta del director argentino es una crítica no sólo social, sino también una que apunta sus dardos directamente a los problemas para el montaje de espectáculos teatrales en el país trasandino. "Argentina no ha dado, lamentablemente, ninguna subvención a esta obra", sostiene el director y dramaturgo.

"Es casi un acto heroico habernos invitado. El que Santiago a Mil haya financiado la venida de las 24 personas que somos es, de verdad, un acto heroico. Sería muy bueno que todo organismo oficial entendiera que apoyar este tipo de eventos es importante para el crecimiento de un país y para el desarrollo cultural", enfatiza.

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