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Pays sauvage

27 de Febrero de 2009 | 16:43 |
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La fusión de los códigos de la chanson francaise y el mejor pop facturado en Estados Unidos e Inglaterra ha sido la marca de identidad de la generación de cantautores que, desde los años '90, anima la nueva canción francesa solista, probablemente la más interesante de toda Europa, por su diversidad, frescura e imaginación. Emily Loizeau, nacida cerca de París hace 34 años, ha llevado la asociación intercultural más allá, pues en Pays sauvage, su segundo álbum, no son sólo las formas de la música estadounidense las que se cuelan, sino también sus raíces y más originarias temáticas. Cinco de estas catorce canciones están en inglés (la tendencia es frecuente, si se consideran los últimos discos de Camille y Keren Ann), y el resto reflexiona en torno a asuntos como el colonialismo y la raíz campesina, incluso con sonidos de corrientes de agua, pájaros, carruajes.

No es un disco urbano en lo absoluto, sino un plácido paseo campestre que carga su carácter en la versátil vocalización de Emily, y en arreglos instrumentales de piano, contrabajo, chelo y banjo, principalmente. Podría haber salido de Mississippi, pero el cuidado de los arreglos y armonías vocales refiere a algo menos rústico, más cosmopolita. No es un disco representativo del nuevo pop francés pues el nuevo pop francés es, esencialmente, diverso. Emily Loizeau es un color más —brillante, sin duda— de un cuadro luminoso con el que vale la pena serle infiel un rato a los dictados del Billboard y nuestras anglocéntricas radioemisoras.

—Marisol García
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