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Negra flor

Ponga frente a usted los nombres Dianne Reeves, Diane Schurr, Vanessa Rubin o la superventas Diana Krall. Todas tienen argumentos poderosos porque son todas sobresalientes voces de raíz swing, aunque ninguna alcanza la distancia de impacto que ha logrado Cassandra Wilson en el jazz vocal en una época de mestizajes transversales y longitudinales. Conocida como “la Ella Fitzgerald de los tiempos modernos”, esta semana canta por primera y única vez en Chile.

19 de Mayo de 2009 | 16:15 |

No estaba para convencionalismos ni para consensos la jovencita afroamericana de trenzas de fines de los ’60 en Jackson, estado de Mississippi, en el sur del país. Ahí las tensiones raciales tienen siglos de data y cualquier movimiento sorpresivo podría significar una calamidad. Cassandra Wilson cursaba entonces el décimo primer grado de secundaria de su escuela, en la época en que los establecimientos educacionales se habían desegregado. Eso quiere decir que los alumnados blancos y negros se estaban mezclando por primera vez y ya ese solo hecho generaba más peligro que antes, cuando estaban separados.

Cassandra Wilson estaba alguno pasos más allá. Según cuentan, ella formó un grupo interracial de música. Pero no sólo con integrantes blancos. Era un trío con dos muchachos. “Siempre he estado interesada en cruzar los límites. Ser capaz de operar en varios mundos al mismo tiempo es el resultado de tener la mente abierta. En la música o en cualquier parte de la experiencia Aún creo que las cosas tienen que caer para otras puedan emerger", dijo en una entrevista en Estados Unidos.

La cantante salió de Jackson para trabajar en una oficina en la cuna del jazz, Nueva Orleans, pero no tardó mucho antes de viajar a la costa este y llegar a la capital del jazz, Nueva York, en 1982. Tenía 27 años. Ahí se quedó, ahí su nombre empezó golpear en los círculos del avant-garde y ahí despuntó como una artista desafiante. La revista Time llegó a llamarla “la más desafiante cantante de jazz” en 1996.

Al lado de solistas contemporáneas y mayormente estandarizadas en la raíz swing como Dianne Reeves, Diane Schurr, Vanessa Rubin o la popular Diana Krall, Cassandra Wilson traspasó la línea por lejos. Es multidireccional y, por lo mismo, dicen los especialistas que está a otra altura.

Sus referentes del swing vocal están encabezados por la maestra Betty Carter aunque estas fronteras se han ido alejando cada vez más con el paso del tiempo. Desde su enamoramiento de la música de la cantante folk Joni Mitchell y desde los primeros ‘80, cuando llegó a la Gran Manzana y se vinculó con la generación vanguardista del colectivo M-Base, con Steve Coleman y Greg Osby, que analizaba la música free de Ornette Coleman. Sus interpretaciones van desde esa base swing hasta alcanzar tangencialmente al hip-hop. Entre medio están las formas más arraigadas de la música negra: el blues, el soul y el funk, además del free jazz y músicas de étnias africanas. Todo en el mismo receptáculo de su voz.

No es casual que su visita a Chile coincida con la publicación de un nuevo disco. Pero no de jazz, sino de pop en mutaciones. Y eso no es un retroceso, sino otra forma de estirar la cancha. The pop side (2009) incluye la reinvención de canciones de Sting (“Fragile”), Cindy Lauper (“Time after time”), Bob Dylan (“Lay lady lay”) o U2 (“Love is blinded”).

Ha sido llamada "la Ella Fitzgerald de los tiempos modernos" y si eso suena a una exageración bien le queda entonces la medida de "flor negra del jazz", rótulo poético certificado por el registro de contralto, y en ocasiones más grave aún que una contralto. No es trivial que muchos auditores que la escuchan en sus discos la confundan con una voz masculina, que según especialistas se ve más frecuentemente en cantantes brasileñas: Simone, Maria Bethânia o la actual Ana Carolina.

-Se dice que usted es una nueva Ella Fitzgerald. ¿Qué piensa de eso?
-Oh, por supuesto que eso me adula. Ella fue una improvisadora increíble y es creo que cada cantante ha sido influenciada por ella en algún grado.

-¿Cuál es la razón de que los auditores prefieran siempre esas antiguas voces en lugar de las nuevas, como la suya?
-Eso es algo muy natural. Comparar a la nueva generación de músicos con los que comenzaron con los standards antes. De todas formas creo que la gente tiende a apreciar las voces frescas o algo nuevo que no habían escuchado antes.

Eso fue lo que ocurrió durante su primera juventud, en una época en que según recuerda un amigo de infancia, sólo se escuchaba R&B, estilo de música pop que dominaba las preferencias del público de color: “Pero ella llegó al escenario con una guitarra y tocó algo que nadie había escuchado nunca. Era una canción de jazz que tenía mucho de balada. Me impresionó su valentía al cantar algo así. Cassandra siempre cantó cosas que le gustaban a ella, no al resto”.

-¿Fue usted una jovencita indefensa que cantaba standards entre grandes jazzistas en Nueva York?
-Siempre disfruté cantar los standards, pero mi mente creativa a menudo da un paso hacia algo más. Hay tanto que hacer con estas canciones. Mi último disco (Loverly, que ganó un Grammy este año) es un compendio de standards, pero marqué mi propio acercamiento personal. Desde luego es un desafío y creo que fue provechoso.

El concierto: de Cassandra Wilson se realizará en el Teatro Oriente (Pedro de Valdivia 099, Providencia) este sábado 23 de mayo, a las 21:00 horas. Las entradas tienen los siguientes precios. Baja central: $48.000, baja lateral: $42.000, alta central: $36.000, alta lateral: $30.000 y última fila: $24.000.

El concurso: Los ganadores de ocho ejemplares del disco The pop side (2009) son Carolina Salah, Augusto Maulén, Luis García de la Huerta,  
Marcela Mc Niven, Iris Castillo, Eduardo Córdova, Guillermo Soto Díaz,
Nicolás Crovo.

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