Griterío adolescente

"Me lo lloré todo, me lo lloré todo", decía una chica de unos quince años luego de que Panic! at the Disco dejara definitivamente del escenario. Tenía la cara roja, la voz gastada y las lágrimas no dejaban de brotarle por sus abundantes mejillas.

Era del resumen de lo que ocurrió por cerca de una hora en el Movistar Arena. Más de tres mil adolescentes gritaron cuanto pudieron mientras la banda de Las Vegas estuvo sobre el escenario. Saludos, gritos. Acordes, gritos. Movimientos y más gritos.

Se dice que el pop adolescente es de mala calidad. Se dice, pero, al menos, en la ejecución de sus canciones, Panic! at the Disco rozó la perfección. Se notaba trabajo, fiato y un frontman lleno de carisma, manejo de escena y control de su registro vocal.

Brendon Urie casi no dijo palabra en español, pero cada vez que hablaba desataba la histeria de las fanáticas (y fanáticos). Dijo que estaban de humor para salir después del concierto y tomarse unas piscolas y unos pisco sour, por ejemplo. Y en un par de canciones invitó a los asistentes a relacionarse sexualmente. Sí, tal cual, pero en inglés.

El público ovacionaba, chillaba y gritaba consignas como "mijito rico" y "Panic, Panic, Panic", mil y una vez. Urie respondía diciendo que este era el mejor público del mundo y que de seguro volverían. "It’s amazing, it’s amazing", repetía el cantante de 22 años.

El protagonismo de Urie estaba garantizado por su histrionismo y carisma, pero también por la parquedad del bajista y el guitarrista. Ambos se movían poco y, las veces que lo hacían, no dejaban su lugar detrás del atril de su respectivo micrófono.

Tras repasar hits como "But it’s better if you know", "I write sins not tragedies" o "That green gentleman", después de tres bis y luego de más de una hora de un pulcro show, Panic! at the Disco dejó el escenario del Movistar  Arena. "Me lo lloré todo, me lo lloré todo", decían algunas fanáticas.