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"Quisimos mostrar quiénes somos"

Desde el trío que el primer día dio forma al grupo original en 1965 hasta el rapero Jimmy Fernández están convocados al nuevo disco de este monolítico grupo chileno, que en Solistas quiere precisamente dejar de verse tan monolítico. "De repente el público pierde la noción de que hay individuos detrás", dicen.

19 de Noviembre de 2009 | 13:57 |

Si hay conjuntos musicales en el mundo a los que puede resultar difícil ir contra su propia naturaleza colectiva, Quilapayún debe estar entre los primeros de esa liga. Con 45 años de carrera por cumplir, decenas de integrantes en su historia y un acantilado compacto de ponchos y barbas negras como imagen inicial, el grupo ha sido lo que llaman un referente, tanto de la Nueva Canción Chilena como del exilio y de la continuidad de ese movimiento hasta hoy.

Pero en su más reciente disco se proponen cambiar ese punto de vista monolítico para destacar las individualidades. No por nada el álbum se llama Solistas, y dentro trae argumentos en masa para hacer foco, más que en lo general, en lo particular de sus integrantes, entre los históricos Eduardo Carrasco, Hernán Gómez, Carlos Quezada, Hugo Lagos, Rubén Escudero, Guillemo García y Ricardo Farsán Venegas y los más recientes Ismael Oddó, Ricardo Caíto Venegas, Sebastián Quezada y Fernando Carrasco.

Tampoco se quedan ahí. En Solistas está convocada la dupla de hip-hop entre el rapero Jimmy Fernández y el productor Quirino Ríos para cortar, pegar y transformar a Quilapayún con rimas y tornamesas, y al mismo tiempo está citado el trío original que fundó el grupo en 1965, entre el aludido Eduardo Carrasco, su hermano Julio Carrasco y Julio Numhauser. Hernán Gómez canta un evocador "Vals de París", Carlos Quezada y Farsán Venegas recrean sendas versiones de Víctor Jara y Violeta Parra, Eduardo Carrasco reinvindica unas "Cuecas cuicas" e Ismael Oddó homenajea con "Tango del Willy" a su padre, Willy Oddó, también integrante histórico del conjunto, entre otras variedades.

-Lo que nos motivó -dice Eduardo Carrasco, director del conjunto- fue descubrir que de repente el público escucha la cosa gobal y pierde la noción de que hay individuos detrás.

-¿Sobre todo si todos los individuos tienen los mismo ponchos y barbas?
-Claro. A mí me recuerda un cuadro del Quilapayún que hizo Nemesio Antúnez, como por el '82, cuando estábamos en París, él estaba en Inglaterra, que es muy bonito, una siluetas negras que no tienen rostro y al fondo el crepúsclo. Una cosa muy romántica. Es un poco eso: Quilapayún, el nombre tan fuerte, el logo y la idea de estos tipos de poncho que no se sabe muy bien quiénes son. Se pierden. Entonces quisimos mostrar quiénes somos. Muchos en Quilapayún podrían haber hecho perfectamente una carrera como solistas, y elegimos esta idea de grupo que nos convino y bueno, nos metimos muy generosamente a entregar todo lo nuestro para construir ese grupo.

Velitas a Internet

A primera vista dos letras en particular del propio Carrasco parecen muestras de esa aproximación personal, entre la defensa de la paternidad de "El padre eterno" y el orgullo de ser mayor de "Yambú de los viejos".

-¿Esas son canciones solistas tuyas en el fondo?
-En general trabajamos con vistas al conjunto, y no cualquier canción sirve. "Al padre eterno" es una cancón en primera persona, pero no es un individuo determinado. En el fondo es el amor del padre. Está inspirada en la situación de los padres separados de sus hijos, que muchas veces son terribles experiencias. Siempre se habla del amor maternal, como si la maternidad copara toda la sentimentalidad hacia los niños. ¡Y eso es falso! Terriblemente falso, porque el hombre y la mujer tienen los mismos sentimientos hacia los hijos. Incluso en la legislación chilena este asunto es tan aberrante que cuando hay separación los jueces entregan automáticamente la tuición a las mujeres. Sin discusión.

-Pero es hasta una canción de protesta entonces.
-Claro, exactamente. Es para demostrar que el sentimiento paternal es tan noble como el maternal.

-¿Y así mismo "Yambú de los viejos" no es una canción tuya sino de una generación?
-Ahí me puse en el caso de que nosotros somos viejos. Yo ya voy a cumplir setenta años, Carlos (Quezada) también, Farsán (Venegas), Rubén (Escudero), estamos arriba de los sesenta y cercanos a los setenta. En los años '60 estábamos cantando. Pensé en eso y en hacer una canción en tanto que viejos (se ríe). Defendamos nuestra vejez.

-A propósito de los '60, ¿cómo se dio la reunión entre los tres fundadores del '65 para este disco?
-Hace tiempo teníamos pensado juntarnos. Primero la idea apareció en un concierto, porque a la gente le gusta restituir el mérito de los iniciadores, entregar el reconocimiento a los que comenzaron. Y ese espíritu existe en el conjunto, si bien también hay un malentendido cuando se dice que estos tres son los fundadores del Quilapayún. En cierto sentido lo son, pero en otro no, porque en la cabeza nuestra (del trío inicial) no estaba lo que después sería la historia del conjunto, lo que han hecho todos los que han pasado. Pero en todo caso dimos el empujón inicial y es bueno reconocerlo.

La canción escogida para el trío es "Cambia, todo cambia", el himno escrito por el propio Julio Numhauser, quien está radicado en Suecia, mientras Julio Carrasco vive en Paraguay y Eduardo Carrasco en Chile. "Y ahora nos juntamos gracias a Internet", dice este último. "Le prendemos velitas a Internet porque es lo que ha permitido la existencia de Quilapayún".

-El lado opuesto es llamar a un rapero para que transforme a Quilapayún en algo nuevo. ¿Cómo fue ponerse en manos de un rapero y un productor en este disco?
-Somos tan viejos que hemos pasado por varias etapas. En la primera, entre el '65 y el '73, cuando nació y se desarrolló el grupo en Chile, nos parábamos delante del micrófono y hay discos completos que están grabados en un día. Después en toda la época francesa fue un proceso mucho más  complejo de estudio de grabación. Pero siempre armamos las canciones completas, sabíamos dónde entra o sale el charango o la quena. En cambio ésta es una manera de componer música en el estudio, con elementos que ya están hechos.

-¿Y cómo se siente escucharse cortado y pegado?
-Siempre estuvimos en un diálogo con Quirino (Ríos, el productor) un músico muy respetuoso del Quilapayún. No es que hubiera llegado de otro mundo, desde chico nos contaba que tuvo un vínculo con esa música. Y para nosotros este modo de hacer música ha sido un verdadero descubrimiento. Incluso algunas cosas las aprovechamos y las vamos a seguir usando. Así ha sido desde que partimos, con la quena y el charango.

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