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Examen final con orquesta

Con motivo de los dieciséis años de esta iniciativa gubernamental, la banda rockera Sinergia, uno de los créditos de las Escuelas de Rock, dará un concierto orquestado este miércoles 10 en Valparaíso. Y aquí el director de las Escuelas analiza la historia y la actualidad, nuevo Gobierno incluido. "Existe una valoración del trabajo realizado (...) y estamos dialogando con las actuales autoridades para impulsar nuevas iniciativas".

09 de Noviembre de 2010 | 22:51 |

La popularidad a toda prueba de la banda rockera chilena Sinergia en inédita combinación con la Orquesta Sinfónica de la Universidad Santa María será el precedente fijado con motivo de un nuevo aniversario de las Escuelas de Rock, el programa del Consejo de la Cultura que en 2010 cumple dieciséis años en la misión de promover el rock en Chile y fortalecer la asociatividad entre los jóvenes por medio de esta música.


Son los mismos dieciséis años que enteran los propios Sinergia, sin duda el grupo de mayor arrastre de cuantos se han graduado de estas Escuelas. Con motivo del aniversario la banda ha preparado para este miércoles 10 de noviembre en Valparaíso (ver recuadro) un concierto junto a la citada Orquesta Sinfónica que dirige María Carolina López. El repertorio consistirá en una primera parte dedicada a ocho canciones elegidas entre la historia de las Escuelas y en una segunda con música de los propios Sinergia, un grupo reconocido por éxitos como "Mujer robusta" (2001), "Mi señora" (2004), "Te enojai por todo" (2007) y "Hágalo bien" (2009), entre otros.


Árbol lleno de pájaros cantores


Sinergia pertenece además a la primera promoción de grupos surgidos de los talleres que las Escuelas han realizado en diversas comunas de todo Chile desde la fundación de este programa en 1994.


Incubadas en la gremial Asociación de Trabajadores del Rock (ATR) que un contingente de músicos chilenos creó en 1993, las Escuelas de Rock surgieron como un proyecto de los músicos Andrés Godoy, Claudio Narea y Tito Escárate acogido en 1994 por los ministerios Secretaría General de Gobierno y de Educación.


Su primer director fue Patricio González, quien permanece hasta hoy en la dirección del programa, y desde entonces las Escuelas forman parte de la institucionalidad cultural estatal. Hoy dependen del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y tienen sedes en Valparaíso y en la Región Metropolitana, donde su coordinador es el músico y productor Ricardo Saavedra.


La dinámica de las Escuelas ha girado en torno a los talleres realizados primero en comunas de Santiago y luego en otras regiones del país, con profesores como los músicos Andrés Godoy, Florcita Motuda, Luis Álvarez y Yayo Serka, actual baterista de la cantante oaxaqueña Lila Downs, así como el poeta Mauricio Redolés y el profesor Fabio Salas, entre otros. Y cada año ha sido editado un disco con diversos grupos y músicos de cada temporada, en una colección que llega a los actuales dieciséis volúmenes.


Entre esos grupos han trascendido nombres desde los de Sinergia (que grabaron en 1995), Los Bandoleros (1996) o Cholomandinga (1997) hasta la primera grabación de Chinoy (2006). Y desde su instalación en el puerto las Escuelas han ganado nuevos espacios como la Ex Cárcel de Valparaíso y festivales crecientes como "Rockódromo" desde 2004 y "Rock Carnaza" desde 2007, además de iniciativas como Escuela de Mánagers, las Escuelas de Hip-Hop a cargo del precursor rapero Lalo Meneses y el programa radial "Hiphopnautas".


-Los hitos de las Escuelas están asociados al encuentro de profesores y alumnos, a facilitar que la música nacional se difunda, a nuestros festivales -dice Patricio González, el mencionado director del programa-. "Rock Carnaza" es un formato acústico que tributa al legado de Violeta (Parra), como un árbol lleno de pájaros cantores. Han sido cuatro años de una experiencia de intercambio de músicos y de aporte de un nuevo formato. Y están los siete años de "Rockódromo", que desde la Ex Cárcel pasó al Estadio de Playa Ancha y hoy es un festival de Valparaíso.


Nuevo horizonte en Valparaíso


A lo largo de dieciséis años y otros tantos discos varios grupos se han proyectado a partir de las Escuelas de Rock. De la promoción de 1995 surgieron Sinergia, el ska de Sandino Rockers, el punk de Reprimidos y el rock de Gato Pistola e Interzona. En 1996 se hizo oir el rockabilly campirano de Los Bandoleros, el ya fallecido solista Ernaní Vivanco y el rock de María Valiente, también conocidos como Raja Pelá. En futuras versiones han surgido el rock mestizo de Cholomandinga y las cantantes Miloska Valero y Daniela Henríquez (1997), el rock de Los Desgraciados (1998) y Sólo Cantar (1999) y el punk de Kallampa Muerta (1999) y Faltan Moneys (2000).


Con el nuevo siglo fue el turno del punk de Macha Muerta y el ska de Real Chocos (2001), el rock sureño de Subalternos (2002), el rock de Los Pipeños y los sonidos mestizos de Zaquizami, Pancha Jana, Los Toca Nunca, Triburbana o Karefalso (2003), el ska de Sonora de Llegar, el rock de Los Impecables y la música progresiva de Cazuela de Cóndor y Pequeñas Partículas (2004), el rock mestizo de Keko Yoma y la raíz punk de Lilits (2005), el rock de Dion y Silencio, el ska de Monjas con Atraso y la guitarra acústica de Chinoy (2006), y más rock latino y ska con Chocloneta y Tumbo de la Hecatombe (2007). Otras variedades se oyen entre el rock mestizo de Dr. Diente, Niño Problema y Ermitaños con Chequera, las raíces metaleras de Robot the Mimbre, la raíz folclórica de Kuervos del Sur, el rock alternativo de D’Mulut (2008) y el rock de Kilterry (2009).


Entre lo más reciente se escuchan las variedades de Manzana Gris, Gricelle Orellana, Kaskivano, Morales, Sórdido, Gandjarvas, Drakos, La Desooorden y La Rata Bluesera, incluidos en el disco Volumen 16 de la colección. "Los discos son un patrimonio de las distintas regiones y comunas del país", comenta González. "Ya van dieciséis que muestran la geografía musical de todos estos años. La música como una experiencia de reconocimiento colectivo y que aporta y permite mostrar el talento de las nuevas generaciones de creadores".


-¿Cuáles dirías que son las etapas que han pasado las Escuelas?
-En la etapa de fundación, de aprender con música, lo más importante era rescatar ese sonido de la periferia. En ese primer cassette (el volumen inicial Escuelas de Rock, de 1994) están temas de Sinergia, Faltan Moneys, Ernaní Vivanco. Eran cursos y talleres, después de las siete de la tarde los chicos invadían el Centro de Desarrollo Juvenil de Conchali, de El Bosque y de Estación Central. En esta primera etapa la fuerza son las clases, los profesores, la comunidad-escuela, los contenidos y una experiencia única sin referencia en ninguna parte.


-¿Cómo recuerdas cuando las Escuelas pasaron de ser realizadas en distintas comunas de Santiago a funcionar en distintas regiones? ¿Qué impacto tuvo?
-Hubo un proceso de diversificación que abarcó nuevas áreas y desafíos, la necesidad de los ciclos, la salida a regiones, además de una gira nacional. Un hito fue la gira por Chile en la que llegamos a Chaitén, también el libro "Canción telepática" (del músico y escritor Tito Escárate), que aporta miradas plurales sobre este animal mutante que es rock, mezclado con distintos estilos y géneros, y las asociaciones de músicos que se han formado a lo largo del territorio. Cada Escuela que se hace es un hito y un momento para este intercambio.


-¿Cómo repercutió en las Escuelas el cambio de lugar de Santiago a Valparaíso?
-Salir de Santiago permitió  vincularnos a la gestión territorial, es decir a Valparaíso y toda su tradición musical, cuna del rock chileno, según la teoría de (el periodista porteño) René Cevasco. Permitió establecer diálogos con (los músicos de Valparaíso) Álvaro Peña, Hugo Pirovic, con bandas locales, compartir experiencias durante cuatro años en la Ex Cárcel de Valparaíso, ser parte de una ciudad que busca su destino en la cultura, aportar a ese destino con los festivales "Rockódromo" y "Carnaza", que fortalecen la identidad como capital del rock. Coincidir en el mismo espacio con creadores como Pascuala Ilabaca, Pequeñas Partículas, Sórdido, La Mano Inquieta, Chinoy, Poder Guadaña, Signuz y con creadores de otras disciplinas como Los Paleteados del Puerto te permite articular al rock en un movimiento plural. Valparaíso nos transmitió el sueño, y el amor por un nuevo horizonte.


-¿Qué influencia ha tenido Internet en el último tiempo en las Escuelas?
-Internet ha ampliado el alcance de los proyectos de Escuelas de Rock, ha democratizado el trabajo que hacemos al compartir y poner a disposición cosas como los discos, documentales, registros de conciertos y clases magistrales. El uso de redes sociales nos ha permitido avanzar en la creación de una comunidad vinculada al rock y la música popular chilena. Sólo un dato: nuestro canal de YouTube tiene más de 740.000 visitas. No obstante, creo que más que el alcance de las Escuelas ha aumentado el alcance del rock chileno, ya que en Internet la gente no se fija tanto en quién organiza tal o cual evento, sino en quién es el artista o de quién es tal o cual video. Eso está dentro de nuestros objetivos. Más que hacernos populares nosotros, lo fundamental es apoyar el levantamiento de la escena. Que más gente conozca la música nacional. De eso se trata Internet y le estamos sacando provecho.


Clase de rock


La División de Organizaciones Sociales (DOS) del Ministerio Secretaría General de Gobierno, y la División de Cultura dependiente a su vez del Ministerio de Educación son las dos instancias gubernamentales que primero alojaron esta iniciativa en su inicio en 1994. En la actualidad las Escuelas de Rock están en otra casa, pero mantienen su status ministerial. Ahora son un programa del Departamento de Ciudadanía y Cultura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, CNCA, más conocido como el Ministerio de Cultura.


-¿Cómo marca a las Escuelas el hecho de haber sido una iniciativa gubernamental, oficial, ministerial? ¿Cómo se conjugan los puntos de vista de un ministro o un subsecretario, por ejemplo, que son cargos políticos, con los de productores musicales y músicos que trabajan en las Escuelas?
-Las Escuelas son un espacio de libertad para las bandas y jamás aceptaremos presiones de ningún tipo para determinar los contenidos. Las Escuelas de Rock trabajan en el marco de la institucionalidad cultural y son un programa de extensión del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, así como lo es Bafona o las Orquestas de Cámara.


-¿Tal vez tú mismo encarnas esa dualidad, como director de las Escuelas pero al mismo tiempo como un funcionario político de un gobierno? ¿Dirías que también tu propia aproximación a la música “rock” ha cambiado en estos dieciséis años?
-Nunca me he sentido como un funcionario político; sí me he sentido como una persona que gestiona y aporta creativamente al desarrollo de las Escuelas en el impulso de las "Escuelas de managers", en la búsqueda de nuevos formatos como "Noche de balcones" y de mejores alianzas para sostener estas iniciativas. Yo recuerdo estar viendo a Electrodomésticos en el galpón de Matucana 19 con Martín Hoppenhayn, un amigo filósofo, conversando sobre el desarrollo de un país creativo y sobre cómo el rock abre las puertas a lo desconocido, a lo que no está hecho. El rock no es un formato, es una actitud. Por eso Violeta (Parra) es más rockera que muchas, por lo que dijo. Yo creo que hemos aportado a la diversificación del rock, que se funda con lo propio. Aquí se dijo que el rock partió con Los Prisioneros y eso no es así. Por supuesto que cambia la visión, tengo la impresión que estamos en un renacimiento de la música en Chile. Llevamos dieciséis años en un barco que ha cruzado distintas aguas, hoy estamos en un nuevo mar y las cosas van bien.


-¿Pero una autoridad política tiende a considerar un programa como éste como una forma de intervención social entre jóvenes de escasos recursos más que como un trabajo artístico? ¿Cómo se resuelven esos objetivos a los mejor distintos, entre el social y el musical?
-Como decía Caetano (Veloso), tenemos que disfrutar dos cosas a la vez. El programa busca mejorar la formación artística y también aportar socialmente a los jóvenes. La música es un instrumento de movilidad social, de mejorar la autoestima. Es muy bonito que te aplaudan, es beneficioso para el cuerpo. Es necesario comprender que la música chilena aporta un equilibrio al país, es nuestro espejo. Ahí está el reclamo por un mejor trato al pueblo mapuche, por mejorar la relación con el medio ambiente, por mayor justicia. Por eso la música es incómoda, no es decorativa. Nos pide mejorar el trato con lo propio.


-Para muchos de hecho la sola idea de “escuela de rock” puede ser una paradoja, como decir “fábrica de antiguedades”, en el supuesto de que el rock es algo espontáneo, que no sólo no se “enseña” sino que consiste de hecho en rebelarse contra la autoridad, y sobre todo la autoridad política. ¿Cómo las Escuelas de Rock han respondido a este punto de vista?
-Una escuela de rock es un invento para movilizar las energías de aprendizaje. Imagínate tener clases con Florcita Motuda, clases de producción con Andrés Godoy, de lírica con Mauricio Redolés, de historia del rock con Fabio Salas. Es una escuela de la calle, se comparte lo que cada uno aprendió por sí mismo y los alumnos traen sus visiones también. Es un aprendizaje a partir de un intercambio. El rock es algo espontáneo, sí; una canción nace de manera espontánea, sí; pero también está el oficio, el fabricante de canciones, como dice (el cantor porteño) Payo Grondona. Hoy el rock es espectáculo, es industria, es rebelión contra lo establecido, es muchas cosas, pero fundamentalmente es un hecho artístico que te comunica con nuevas dimensiones de la existencia. Es el que te abre las puertas a las nuevas realidades y el que lucha por ampliar las fronteras de lo posible. Pero en Chile es un espacio de expresión y de libertad. Si no es libre el rock nos asfixiamos.


-¿Cómo evalúas el impacto de las Escuelas en el rock chileno, en cuanto al acceso del público a este trabajo, y en cuanto a músicos que hayan trascendido con discografías propias, como Sandino Rockers, o que incluso hayan entrado en la industria como Sinergia, Cholomandinga, Chinoy? ¿Les importa también ese factor, de que los grupos puedan "graduarse" de las Escuelas?
-Es importante que las diversas bandas se puedan proyectar, sobre todo cuando dan el paso y tienen éxito con sus producciones musicales. Hay muchas y de gran calidad: Cazuela de Condor, Bandoleros de Teno, Los Reprimidos, Faltan Moneys, Keko Yoma, Lilits, Tribuurbana, Sórdido, Mano Inquieta, Kaskivano, Manzana Gris, Non, Sin Volante, Exiliados, Subalternos, Luz en Brío, Los Pipeños, Elefante Blanco, Sonora de Llegar, Avizmo, Real Chocos, Kimeros, Santino.


-¿Qué expectativas tenían de lo que podía pasar con las Escuelas tras el cambio a un gobierno de derecha? ¿Había aprensiones sobre lo que podía pasar, y de hecho ha habido cambios?
-Las Escuelas de Rock llevan trabajando dieciséis años en una perspectiva cultural. Éste es un nuevo desafío, estamos siendo parte del diálogo sobre cómo fortalecer la música chilena y los procesos de difusión. Existe una valoración  del trabajo realizado, tenemos nuevos empeños como mejorar la capacidad de emprender, la demanda de música chilena, la internacionalización, y estamos dialogando con las actuales autoridades para impulsar nuevas iniciativas.

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