EMOLTV

Johnny Marr y Julian Casablancas marcan principal contraste en segunda jornada de Lollapalooza

El guitarrista inglés hizo un recorrido personal desde sus canciones en The Smiths y Electronic hasta su reciente disco "The messenger" (2013). Por su parte, el vocalista de The Strokes volvió a exponer los marcados problemas de sonido que generaron comentarios tras su sideshow.

31 de Marzo de 2014 | 13:10 | Por David Ponce y Sebastián Cerda, Emol
imagen

Johnny Marr cautivó al público de Lollapalooza.

Cristian Soto, Emol

SANTIAGO.- Si se trata de hacer caber más de tres décadas de música, una hora de show puede ser lapso breve, y definitivamente lo es si se trata de música relevante como la de Johnny Marr. Pero el guitarrista inglés logró el cometido pese a que, a raíz de la reciente fractura que sufrió en su mano derecha, su show de esta tarde en Lollapalooza duró diez minutos menos de lo anunciado. Con una actuación en la que hubo espacio para sus inicios en los años '80 y para su reciente disco publicado hace menos de un año, el músico dio una breve clase sobre historia y vigencia en el festival.

Remitidos a la sola estadística, Johnny Marr es el tercer nombre con más trayectoria de esta cuarta versión del encuentro, sólo por debajo de esas instituciones que son The Wailers e Inti-Illimani. Es la huella de haberse iniciado ya entre 1982 y 1987 en The Smiths, el grupo de rock independiente inglés que Marr encabezó junto a Morrissey, y que ha sido influencia sucesiva sobre generaciones de músicos y grupos. Pero en directo el guitarrista hizo ver que, además de proporcionar un catálogo cuantioso, la experiencia se traduce en la capacidad de administrar y balancear en un concierto los componentes más nobles del rock, entre la energía, la destreza y la emoción.

No es sólo historia. Johnny Marr supera la prueba de la vigencia al destinar cinco de sus once canciones a la nueva música de The messenger (2013), el disco con el que hace algunos meses debutó como solista después de treinta y dos años de carrera. La urgencia rockera de "Generate, generate" fue un ejemplo de la excelente forma en que el guitarrista se mantiene vigente, secundado por un trío en guitarra, bajo y batería. Y su versión para "I fought the law", pedazo de historia popularizado por The Clash, fue en contraste el momento de más antigua data en el repertorio.

La memoria de The Smiths es algo que Marr no se permite dejar fuera del programa. Ya el segundo título de su lista es "Stop me if you think that you've heard this one before", del último disco grabado por el grupo (Strangeways, here we come, de 1987). Luego puso en escena versiones siempre fieles de "Bigmouth strikes again" (1985) y de "How soon is now", que la audiencia reconoció al instante por el trémolo de la guitarra, y que fue coreada en masa por la considerable base de fans —en su mayoría jóvenes—, que llegó a verlo en vivo.

La voz es una de las mejores sorpresas del concierto. Guitarrista y compositor por definición —con una vida dedicada a colaborar con gente que va desde Bryan Ferry o The Pretenders, hasta Oasis y Modest Mouse—, Marr no sólo canta bien sus nuevas composiciones. Además se hace cargo con igual propiedad de las letras de The Smiths, que el mundo ha conocido en la voz de Morrissey. Y hacia el final es una revelación escucharlo cantar y tocar "There is a light that never goes out", la canción más conmovedora del celebrado LP The queen is dead (1985): La revelación de estar en presencia del músico que con las mismas manos sobre alguna guitarra creó a mediados de los '80 esas melodías y acordes, destinados a marcar a generaciones.

Y tan o más significativa es la posibilidad de ver en directo ese desempeño como guitarrista. Con las seis cuerdas destinadas siempre a envolver la composición en armonías, y nunca al lucimiento técnico, el músico se muestra coherente con la convicción de toda su carrera: La melodía y la canción como norte. El mejor ejemplo es el modo en que toca "Getting away with it", el hit con que debutó en el dúo Electronic junto al cantante Bernard Sumner (de New Order) en 1991. Cualquiera que la haya escuchado en la radio recordará el sonido electrónico de la versión original. Pero hoy, en vivo en 2014, el músico la traduce a la guitarra eléctrica, y en un momento hace oír en vivo esas armonías desnudas, sin más verdad que la delineada en las cuerdas. Y en este festival en que casi todo se paga, y caro, ese solo minuto sí es un regalo: El momento de escuchar cómo suena el corazón de la música de Johnny Marr.

El deja vu de Casablancas

Tras el trago dulce de Marr, el turno siguiente fue todo lo opuesto, gentileza del norteamericano Julian Casablancas. Porque si la reivindicación de la baja fidelidad no está entre los objetivos y búsquedas estilísticas del líder de The Strokes, entonces alguien en su equipo tiene que ser definitivamente despedido. Ello debido a que tras la ola de comentarios negativos que motivó su sideshow en el Club de la Unión, donde la calidad del sonido marcó registros históricos a la baja, hoy el cantante volvió a exponer problemas similares, pero sin tanto empedrado al que culpar.

La ecuación es simple: Si viene de un mal antecedente (con el lugar y los productores como posible excusa), y repite a los días en una instancia en que el resto anda por rangos aceptables, es que el problema está definitivamente en su propio staff, o en la poca seriedad con que él mismo se toma este asunto de tocar en vivo.

Es cierto que el estadounidense siempre ha jugado con el uso de filtros y la deformación de su voz, pero nunca perdiendo el objetivo principal de que ésta se escuche, cuestión que en su turno en el Claro Stage sólo fue posible a ratos. No ocurrió así con la caja y la guitarra, predominante hasta en los acoples. Muchos de ellos son buscados, es verdad, pero ni los cultores más radicales del garage o la psicodelia suelen trabajar con mezclas de este nivel.

Algo mejoró la cosa con el correr de su hora, y de ese modo fue que el artista de 35 años intentó mostrar su proyecto personal, tras una prolongada ventana abierta por el fin anticipado de Johnny Marr y el inicio tardío de su propio show. En el repaso incluyó temas de su único disco en solitario a la fecha (Phrazes for the Young, de 2009), además de piezas de su banda madre.

Tras una paulatina fuga, cerca de cuatro mil personas terminaron viendo su presentación al pie del cañón, muchas menos de las que comenzaron presenciándolo, y también menos de las que un rato antes habían visto a PerryEtty vs. Joachim Garraud en el LG Stage.

El proyecto electrónico de Perry Farrell y su esposa Etty Lau se matriculó con un récord digno del dueño del juego, al anotar su tercera ocasión en cuatro versiones de Lollapalooza Chile (estuvo en 2011 y 2012). Pero aunque cambie el socio (antes vino junto a Chris Cox), la modalidad se mantiene, con un DJ remezclando sin filtro (hasta 2 Unlimited sonó esta vez) y el matrimonio oficiando más bien de maestros de ceremonia. De todos modos, con eso basta para hacer la fiesta, y cinco mil encendidos concurrentes fueron esta vez la prueba.

Pero toda esta corriente de beats y distorsiones encontró una antítesis a unos metros, con Inti-Illimani. El conjunto formado por Jorge Coulon, Marcelo Coulon, Manuel Meriño, Daniel Cantillana, Efrén Viera, Christian González, Juan Flores y César Jara fue seguido por más de diez mil personas, anotándose como el primer grupo que desborda el escenario al aire libre del LG Stage. En Kidzapalooza, en tanto, el dúo Power Peralta atraía a la audiencia con sus atractivas coreografías.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?