Puta Marlon son, desde la izquierda, Simón Larraín (batería), Juan Ariztía (teclados), Sebastián Astorga (voz y guitarra) y Sebastián Ruiz-Tagle (bajo), y tocan tocan el jueves 24 de abril en Tegualda 1571, barrio Italia, Santiago.
Foto: Juanita Alliende.Cinco discos grabados en ocho años son evidencia suficiente de que Puta Marlon es un grupo chileno de rock capaz de hacer entrar las más diversas influencias en cada uno de esos trabajos. Poesía, cine, música, la avifauna sudamericana, la caja idiota y la Historia de la Humanidad gatillan por igual la creatividad de estos hombres. Un poema de Armando Uribe se escuchaba entre sus canciones tempranas; apellidos tan inequívocos como Pinochet, Hitler y Kreutzberger aparecen en títulos posteriores junto a un homenaje al actor Lee Van Cliff. Y su penúltimo disco a la fecha, Los pájaros (2012), está inspirado en los bonitos pájaros silvestres de la provincia de Entre Ríos en Argentina, como si su portada fuera un cover de la carátula de Let it be (1970), de los Beatles: sólo que ahí Lennon es un benteveo (Pitangus sulphuratus), McCartney un cardenal (Paroaria coronatus), Ringo algo parecido a un pirincho (Guira guira) y Harrison un federal (Amblyramphus holosericeus).
Las cosas no cambian en el más reciente disco del grupo, que el grupo está presentando en conciertos como el de ese viernes 11 de abril (ver recuadro) en Santiago. Ese álbum se llama Destellos (2014), y ahí tienen su lugar desde las investigaciones personales de Puta Marlon sobre abducciones extraterrestres hasta sus lecturas de poetas como el estadounidense e. e. cummings, también conocido como E. E. Cummings según la escritura convencional con mayúsculas y minúsculas. Un poema de cummings, "Buffalo Bill's", queda transformado en una canción del disco, la misma en la que también se hace presente el personaje de "Bungalow Bill" a propósito de los Beatles, y que luego se transforma en un huayno. Puta Marlon disfruta de que las cosas muten, según reconocerá uno de los integrantes del grupo en esta conversación en la que el verbo "mutar" y el sustantivo "mutación" se hacen presentes más de una vez.
Partiendo por las mutaciones al interior del grupo. La formación previa de Puta Marlon estaba integrada por Sebastián Marlon, Juan el Absoluto, Sebote el Iracundo y Giorgio Marlon. Y para Destellos no sólo llegó un baterista nuevo en el lugar de Giorgio Marlon: el personal responde ahora a los nombres auténticos de Sebastián Astorga (voz y guitarra), Juan Ariztía (voz, piano y teclados), Sebastián Ruiz-Tagle (voz y bajo), Simón Larraín (batería) y Felipe Mujica (máquinas). Así también cambian las nomenclaturas en la historia de la banda. Después de su tercer disco y de una aventurera gira en furgón por el cono sur que ese álbum tuvo aparejada en 2010, Puta Marlon había anunciado un nuevo trabajo que se iba a llamar Puta Marlon & The Perfumados. En vez de eso lo que vino fue Los pájaros.
-Es el mismo proyecto, sólo que le cambiamos el nombre -explica Sebastián Astorga, el cantante y guitarrista-. The Perfumados era una banda de ruidos, que terminaron siendo las trompetas y las percusiones. Pero las composiciones son las mismas que fuimos preparando en la gira en combi.
-Después del viaje y su inmensa huella encontramos en los pájaros de la localidad de Gualeguaychú, en Argentina, una sonoridad y una estética que no hizo necesaria la incorporación de otro concepto como el de los Perfumados. Aun así el disco a ratos tiene un poco de olor a 451 -recuerda el tecladista Juan Ariztía, a propósito de la nunca olvidada Colonia Inglesa.
-¿Qué relación ven entre Los pájaros y Destellos?
-Hay un salto importante entre ambos discos -dice el bajista Sebastián Ruiz-Tagle-. Los pájaros tiene un espíritu bien etéreo, casi taoísta. Todos esos espacios de improvisación del disco, sumado a que fue grabado en vivo, le dan una carácter muy único y circunstancial. Destellos en cambio es un álbum concreto, muy calculado. Cada elemento del disco está cuidadosamente escogido, los timbres, efectos, y las partes de cada instrumento.
Sebastián Astorga: Pero finalmente somos los mismos Marlons preguntándonos para dónde dirigimos el timón, y con ello el montón de estímulos e investigaciones que se van acumulando, de las cuales nos interesa hacer un registro. Tal vez en Destellos hay un retorno a los dos primeros discos: más post-punk, más new wave, más investigación del formato canción y un poco menos de jam (improvisación) y surf que en Los pájaros.
Juan Ariztía: Cada disco es un hijo, una unidad en sí misma, pero que necesariamente dialoga con sus hermanos. Los pájaros fue concebido en la tranquilidad de una apacible casa de veraneo en Armaçao, Florianópolis (Brasil), con una dieta de frijoles y arroz y una estricta y opresiva rutina de composición y playitas. El resultado es un canto de pájaros libres que se refleja en la importancia que le dimos a las jam. Por su parte, Destellos fue concebido en la ciudad de Santiago, en San Isidro con Eyzaguirre, entre las 19 y las 23 horas. El resultado es un disco más calculado, industrial, futurístico, programado. Eso sin contar el paso de Giorgio a Simón en las baterías, lo que marca otra sonoridad.
-¿Cuándo fue el cambio de baterista y cómo influyó en el grupo?
-En realidad fue más hacia el final del camino de Los pájaros, que lo grabaron la misma semana de mi primer ensayo con la banda, en 2011 -recuerda Simón Larraín, en nuevo baterista-. Respecto de cómo influyó, no puedo opinar con objetividad, pero me gustaría que dijeran que fue un cambio para mejor o para bien, que se abrió un mundo de infinitas posibilidades musicales, y que hubo mucho fiato desde el principio… Pero sé que no van a decir eso.
Sebastián Astorga: Los dos forman parte de la raza de gigantes calvos. Simón viene de una escuela punk rock, de baterías compactas y violentas. Gigi viene del hippismo, de lo acuoso, la jam y el jazz. Y ahí la banda disfruta toda esa mutación.
Juan Ariztía: En la historia de Puta Marlon hemos tenido una gran rotación de bateristas, en total tres. Y cada uno ha llevado a la banda a lugares notables. En el caso de Simón, su llegada coincidió con la composición de Destellos, nos conocimos en ese proceso. Y bueno, sí hubo mucho fiato desde el principio…
Huayno, abducciones y un ridículo ruido cósmico
Tres de los cuatro integrantes se hacen cargo de la voz principal en distintas canciones del disco: Juan Ariztía en el carácter algo lisérgico de "Virgen de Melun", Sebastián Ruiz Tagle en las más ágiles "Pioneer 11" y "Buffalo Bill" y en la base acústica de "Subo al árbol", y Sebastián Astorga en todas las demás.
-Con el tiempo nos hemos dado cuenta que cada uno tiene timbres y registros vocales singulares -dice Ruiz-Tagle-. A partir de ahí es que distribuimos las voces según lo que requiera cada canción. Yo canto en "Subo al árbol" porque el tema requiere de una voz más melodiosa, y en "Pioneer 11" y "Buffalo Bill" porque tienen un registro alto. Juan canta en "Virgen de Melun" porque tiene un registro bajo, y Seba Marlon canta en las otras porque tiene un buen manejo en el fraseo rítmico y en el uso de las intensidades.
-La frase "Somos sólo ruido" en la canción "Pioneer 11" ¿es un homenaje a la primera canción del disco "La cultura de la basura" de Los Prisioneros, o es una coincidencia?
Sebastián Astorga: Es un homenaje. Sebote robó algo de la línea del bajo, y ya que estábamos, citamos la letra.
Sebastián Ruiz-Tagle: No es coincidencia. Si te fijas, la línea de bajo es rítmicamente igual a la de Los Prisioneros. La canción surgió un día en que yo intentaba, sin éxito, sacar de oído el bajo de "Somos sólo ruido". Luego comenzó a mutar. Ni el coro ni la melodía ni nada tiene mucho que ver con la canción de Los Prisioneros, sin embargo nos pareció bueno conservar la frase en el coro, que con el resto de la letra cobra otro sentido completamente distinto. Para Los Prisioneros tiene más que ver con una posición de vanguardia contestataria. Para este tema, en cambio, la humanidad no es más que un ridículo ruido cósmico.
-¿Y cómo surgió ese guiño a "Ojos azules" en "Buffalo Bill"? ¿A Puta Marlon le gusta la música andina? ¿O justamente porque no les gusta está llevada a un contexto completamente distinto?
Sebastián Astorga: En la banda escuchamos de todo. La música andina es una belleza, pero en el fondo se dio por una coincidencia: la letra está armada desde el poema "Buffalo Bill ha muerto", de e. e. cummings, donde dice how do you like your blueeyed boy. Y los ojos azules nos remitieron al huayno.
Simón Larraín: También es un guiño a Violeta Parra, porque nos gusta.
-Otras canciones como "Runaway" o "I want action" tienes líneas en español y otros en inglés intercalados. ¿Qué representa el spanglish para Puta Marlon?
Juan Ariztía: En general nuestro proceso de composición incorpora el balbuceo como ejercicio lírico. Luego, sobre la tonalidad y la métrica que aparecen, nuestro letrista (Sebastián Astorga) va esculpiendo un texto que combine sentido y fuerza rítmica, más allá del idioma.
Sebastián Astorga: Es una herramienta de escritura para las canciones. Que suene bien es lo primero, y el spanglish a veces da más fácilmente con el ritmo y las modulaciones. Por otro lado creemos que es gracioso si estas canciones llegan a un público anglo, como cuando nosotros escuchamos "Isla de encanta" o "Vamos", de los Pixies, o "Arauco tiene una pena" por Robert Wyatt.
Sebastián Ruiz-Tagle: El lenguaje es a veces una herramienta muy útil, pero sus limitaciones a la hora de hacer canciones pueden transformarse en un infierno. Tratamos de estar por sobre eso y si algo nos suena mejor en inglés lo conservamos. El español puede ser muy ingrato a la hora de hacer letras, sobre todo las palabras esdrújulas.
-¿Y de dónde viene el título de "Vilas-Boas" para otra de las canciones? ¿Algo que ver con esa gira por Brasil de 2010?
Sebastián Astorga: Siempre tenemos un pie en Brasil. Estamos esperando que nos invadan. Sobre "Vilas-Boas" en particular, apareció dentro de las historias de abducción que investigamos para hacer letras para el disco. La historia es notable, según Wiki: Antônio Vilas-Boas era un granjero brasileño de veintitrés años que trabajaba de noche para evitar el calor del día. Según él, el 16 de octubre de 1957 apareció una luz roja en el cielo, se acercó a él y pronto se dio cuenta de que era una nave espacial. Según Vilas-Boas, él se aproximó con su tractor, pero éste dejó de andar así que siguió caminando hasta que fue raptado por un humanoide de cinco pies de altura, que lo introdujo en la nave. Vilas-Boas describió a estos seres como parecidos a los humanos, más pequeños y con los ojos azules. Dice que lo encerraron en una habitación y le echaron una especie de gas, y poco después apareció una atractiva mujer de esa raza con la que mantuvo relaciones sexuales en la habitación. Al salir de ese lugar, Vilas-Boas cuenta que siguió en la nave algún tiempo más viajando sin rumbo con los seres extraterrestres.
-Esa es la canción más corta del disco, un minuto cinco segundos en estilo Pixies. ¿Cómo intepretar el hecho de que esté justo al lado de la más larga, "Vientos verticales"? ¿Qué importancia tiene el contraste para Puta Marlon?
Simón Larraín: Para mí por lo menos es clave. Abre el contraste a distintas dimensiones y estéticas, le da dinámica, sirve para resaltar o diferenciar los distintos temas. Va muy ligado a cómo hacer un buen orden de canciones, y por lo tanto a lograr un disco que sea para escucharlo de corrido. También deja la puerta abierta para intentar cualquier cosa a futuro, como por ejemplo irse a Tijuana.
Sebastián Astorga: Ordenar un disco es una sumatoria de caprichos. Uno de los secretos es que “Vilas-Boas” cerrará la cara A del vinilo y “Vientos verticales” abrirá la cara B.
Una masa frenética de amigos: grandes recuerdos
Con el nuevo disco, el catálogo completo de Puta Marlon asciende a los discos Demonios (2006), Puta Marlon (2008), El infierno de Juan (2010), Los pájaros (2012) y el actual Destellos (2014), además de un EP inicial, hoy en calidad de rareza.
-Hay un EP por suerte sin distribución -dice Astorga-. Todo casero y desafinado. Pero tiene un tema, nunca vuelto a recuperar, con una guitarra tropicalista que me gusta harto.
-Punk rock, Joy Division, rockabilly, surf, psicodelia o tropicalismo son cosas que han influido sobre el grupo. ¿Es porque cada integrante tiene alguno de esos gustos en particular? ¿Cuál es la especialidad de cada uno?
Sebastián Astorga: No sabemos nada de surf, pero somos expertos en playitas de todo tipo. Somos una especie de melancólicos frenéticos, canturriamos a gritos las canciones de Chico Buarque con Juan (Ariztía); Simón (Larraín) le enseña a tocar la batería de Black Sabbath a su pequeña hija Juanita; Sebote el Iracundo sorprende cantando las baladas de Michael Jackson y todos disfrutamos de todo eso.
Sebastián Ruiz-Tagle: En general somos todos bien melómanos. Eso tiene como consecuencia una hiperactividad en términos de búsquedas y exploraciones sonoras, lo que comercialmente es complejo porque nos hace una banda bastante inclasificable. Sin embargo gracias a eso también es que hemos podido desarrollar un sonido.
Simón Larraín: O por lo menos eso creemos...
Fue una fiesta en el barrio Portugal la ocasión del debut en vivo del grupo, en 2005, según los recuerdos de Puta Marlon. "Tocamos con los Johou, que dejaron las canchas hace no mucho", evoca el cantante. "Eran unas fiestas que organizábamos dentro del ciclo Pulpo Rock, todas muy desbandadas. El galpón colapsó, la gente meaba en los pasillos. Yo rompí cuerdas al primer tema".
"Era un galpón de baldosas, o por lo menos así sonaba", agrega Ariztía. "Una masa frenética de amigos bailando sobre nosotros, tocando de repente alguna tecla o robándole el mic al Seba. Grandes recuerdos".
-¿Qué imágenes tienen de esos años y qué ha cambiado desde entonces hasta hoy, si se trata de tocar en un grupo de rock en Chile?
Sebastián Astorga: La escena era más cruda, autogestionada a pulso por la bandas. El único sello que recuerdo como eje aglutinador eran los Algo Records. También éramos más pendejos, lo que tiñe todo. Luego apareció el pop indie, las guitarras pasaron un poco de moda, se acabaron los galpones autogestionados. Es una transición rara, se ha oficializado lo alternativo, lo que es un arma de doble filo. Creemos necesario que se mantenga la disrupción a la hora de hacer arte.
Sebastián Ruiz-Tagle: Por otro lado también se han multiplicado las posibilidades, y hoy día no es raro pensar que bandas que un fin de semana están tocando en una fiesta adolescente y frenética en un galpón de baldosas, al otro fin de semana esté tocando en un megafestival o en una sala en Estados Unidos. Visualizar ese horizonte es estimulante.
-¿Hay planes de volver a viajar? ¿Esa gira de 2010 en la que recordaban haber terminado dilapidando todo el dinero fue la última del grupo hasta ahora?
Sebastián Astorga: Hasta el momento ha sido la última. Están en planes México, el desierto de Sonora y el sur de Estados Unidos.
-Y, sobre la nomenclatura, ¿ya no son más Sebastián Marlon, Juan el Absoluto y Sebote el Iracundo? ¿Definitivamente cambiaron a Sebastián Astorga, Juan Ariztía y Sebastián Ruiz-Tagle?
Sebastián Astorga: Y Simón Larraín en la batería y Felipe Mujica en máquinas. Hemos decidido salir de civil a la fiesta. Nada relevante.