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Nada que demostrar

Los mexicanos, populares afuera y semidesconocidos en Chile, concretaron su tercer paso por el país ya sin aires de novedad, sino como el grupo mayor en el contexto continental que a estas alturas son. Los vean quienes los vean en una ciudad como Santiago.

24 de Septiembre de 2014 | 12:35 |
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Los mexicanos privilegiaron los temas de su disco ''Prográmaton'' en su tercer paso por Chile.

Hasta ahora, la relación entre Zoé y Chile se ha definido en torno a la paradoja: Siendo una de las bandas más populares y destacadas en la esfera del pop latino más proclive a la sofisticación, en nuestro país su alcance con suerte ha calificado para under. Ni dos visitas, amén del verdadero timbre mainstream que representan un unplugged para MTV y un Grammy Latino, habían logrado hacer mella en esa invariable condición.

Sin embargo, lo de anoche en el ex Teatro Italia —en el marco del ciclo S.U.E.N.A., impulsado por Virgin y Converse— parece indicar que esa lógica podría estar torciéndose, porque en su tercera presentación en el país la banda pudo ver desde el escenario algo que no había visto en ninguno de sus pasos anteriores: Fans. Fueron éstos los que terminaron por comandar una velada que, al alero de marcas afincadas en las tendencias, bien pudo transformarse en un evento más social que musical.

Pero el quinteto logró suya la noche ante cerca de mil personas, de las cuales al menos la mitad coreó con conocimiento esas canciones que por estos lados aún se niegan a sonar en radios. Y eso pese a que el grupo vino con la foto de su momento, más que con la histórica: Aunque sonaron piezas desde su segundo disco (Rocanlover, de 2003) en adelante, el énfasis estuvo puesto en el más reciente Prográmaton (2013), cuyo año de rodaje no fue impedimento para que algunos de sus temas sonaran con notorios replanteamientos.

Como "Fin de semana", que resaltó su profundidad y su efecto extensivo en la largada, hasta estallar en ese coro colorido que habla de tener "un fin de semana en el cielo". O, hacia el final, con "Game Over Shanghai", despojada de su factura orgánica para privilegiar un tono más espacial, y con "Andrómeda", con una luminosidad pop imponiéndose sobre el cariz folk y campestre con que fue impresa en el álbum.

Esa espacialidad, y ese manejo de profundidades, intensidades y atmósferas, al alero de diálogos entre electricidad y electrónica, son la marca consolidada del grupo liderado por León Larregui; un combo cohesionado, sostenido en el golpe seco y preciso del baterista Rodrigo Guardiola, y en el tejido colectivo que arman guitarras, bajo, teclados y percusiones, prácticamente sin espacios para lucimientos personales. "Reptilectric", con un epílogo estrujando pedaleras, puede ser el mejor botón de muestra.

Sólo "Paula" y "Poli" se apartan en algo de ese sello, ambas con un ojo puesto en el unplugged Música de fondo (2011), disco que estaba en plena vigencia en su visita de 2012, pero que entonces ni siquiera fue saludado.

Sólo una grosera falla técnica (en rigor, una verdadera caída de sistema) manchó en algo el recorrido, aunque dos horas de presentación dieron margen suficiente para olvidarla, y para dar cuenta de que Zoé ya no tiene que andar demostrando nada en plazas que aparentan ser más esquivas. Los mexicanos seguirán viniendo y harán lo suyo, seguro. Simplemente, para quienes quieran escucharlos, y que poco a poco son más.