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Miley Cyrus concreta amenazas en show de marcado tinte sexual

La cantante norteamericana ofreció su segundo concierto en Chile esta noche de miércoles en Movistar Arena, donde cerca de 11 mil adolescentes fueron testigos de una faceta desinhibida que sepulta a Hannah Montana, pero también a sus posibilidades de mostrar una sustancia mayor.

02 de Octubre de 2014 | 15:15 | Por Sebastián Cerda, Emol

Así fue el polémico concierto de Miley Cyrus en Chile

SANTIAGO.- No dan respiro las fanáticas de Miley Cyrus. Ya que la entrada al show de esta noche en Movistar Arena señala inicio para las 21:00 horas, cuando el reloj da las 20:59:50 una cuenta regresiva comienza a subir desde la cancha hacia todos los sectores del anfiteatro. Llegada a cero, el griterío de las cerca de 11 mil personas se torna ensordecedor, pese a que desde el escenario no viene ni la más mínima señal de partida. El ruido no decae en los próximos minutos, y se hace aún más intenso cuando cerca de las 21:05 asoma entre unas cortinas plateadas lo único que de la nueva Miley Cyrus podría asomar: Su trasero.

Todos los elementos que hoy rodean a la ex Hannah Montana parecen quedar condensados en ese segundo, en que confluyen la expectación que la cantante genera gracias a su nueva y polémica personalidad, y la entrega por su parte de la divisa que mayormente busca transar en estos días: El sexo.

Por cierto que ese elemento asoma temprano en el entramado en vivo de la veinteñera, desde el inicio con "SMS (Bangerz)", "4x4" y "Love Money Party", tres piezas de su último disco en que la simple canalización de energías se impone por sobre cualquier consideración estética. Con ellas de fondo, Cyrus regala todas las postales de su agitado último año: Agarrones de entrepierna, toqueteos de trasero y perreos recargados con sus bailarinas.

Y todo lo refuerza luego en "Maybe you're right" y "FU", cuando recoge cuanta chuchería le arrojan desde el público, ya sea para ponerse algún accesorio o para juguetear con parte de ese voluminoso cargamento, en que predominan las reproducciones fálicas en todas sus variantes, sacadas directamente de tiendas para despedidas de soltera.

Pero esas mismas dos últimas piezas empiezan también a dar cuenta de cuanta grasa y cuanto ripio ha aportado a Miley Cyrus este perfil sexualizado que se esmera en explotar. Porque es precisamente en ellas cuando la cantante más expone los otros dos elementos que podrían dar un saldo distinto a su espectáculo y a su momento: Una gran carga interactiva que permite reducir al mínimo la barrera con su público, al que se enfrenta de tú a tú; y unos dotes vocales más que suficientes, con los que incluso logra momentos de brillo relativo.

Lo primero es sólo una parte en su afán de promover el divertimento por sobre cualquier otra cosa, lo que también se grafica en un cuerpo de baile que es un verdadero elenco de circo, y en proyecciones que festinan con su propia imagen, mostrándola bailando con el cuerpo animado de un pavo, o gesticulando cual Jerry Lewis.

Lo segundo, en tanto, vuelve a quedar de manifiesto en "I'll take care of you", un cover de Etta James en el que muestra las posibilidades de su registro y el cariz rockero que también puede alcanzar. Sin embargo, su aún limitada técnica se hace evidente hacia el final con "Wrecking ball", una de sus piezas más exigentes, y en la que su voz luce notoriamente fatigada.

Pero todo queda nuevamente escondido en los instantes finales, bajo la sombra de un enorme pene inflable que Cyrus sostiene firme y alegremente, mientras canta en el recinto de Parque O'Higgins ante miles de chicas que promedian los 15. El artefacto luce tan plástico como las estrategias de madurez y rebeldía que la cantante se ha esmerado en poner en circulación, y sobre las que hoy quedó en claro que en la capacidad de escandalizar no encuentran su mayor problema, sino en la contención que están ejerciendo con una artista que, por momentos, parece tener algo más que decir.

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