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Las reinas se mandan solas

La banda estadounidense que lidera el cantante y guitarrista Josh Homme dio una nueva muestra de su emancipada aproximación al rock, este domingo 5 de octubre en Santiago.

06 de Octubre de 2014 | 11:51 |
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Josh Homme encarna buena parte del espíritu y la acción en vivo de Queens of the Stone Age, además de la moral que los gobierna: La de hacer, simplemente, lo que estimen.

Cristián Soto L.

Es probable que en el rock exista como en pocas otras variantes musicales ese criterio esencialista que consiste en reducir la música a un deber ser, dictado a menudo más por la audiencia que por los autores y compositores, y que consiste en la fidelidad obligada a un género, a un estilo de abordar ese género, y hasta a una alineación específica para desarrollar ese estilo, si se trata de una banda.

Son todos supuestos según los cuales un grupo se desnaturaliza —o algo así— si cambia su forma de tocar, si experimenta con otros sonidos o si modifica a sus integrantes a lo largo del tiempo. Lo bueno de Queens of the Stone Age, y tal vez lo mejor que tiene esta banda en términos generales, es cómo desbarata todas esas nociones inmovilistas que nunca son más que lastres, para imponer su poder sobre ellas.

El concierto que el grupo estadounidense liderado por el cantante y guitarrista Josh Homme dio este domingo 5 de octubre en el espacio de Movistar Arena fue una manifestación de esas libertades. Con seis discos grabados entre 1998 y el año recién pasado, y tras los no menos de doce integrantes que han pasado por sus filas en todo este tiempo, Queens of the Stone Age en vivo hoy practica una antología de su carrera, que es al mismo tiempo un modo de asistir en directo a su evolución.

Es así desde el inicio, marcado además desde el primer minuto por el expresivo sistema de iluminación de este show, con las siluetas de los cinco integrantes recortadas sobre las luces al ingresar al escenario, antes del enérgico patrón de batería que da inicio a "You think I ain't worth a dollar, but I feel like a millionaire" y al desenfreno general de la noche. Tal como hicieron a su paso por la versión local del festival Lollapalooza en 2013, arrancan con la citada "Millionaire" y con "No one knows" antes de tocar "My god is the sun", la canción que en el mismo Lollapalooza presentaron hace un año y medio como adelanto de su más reciente disco, ...Like clockwork (2013).

Ese disco reciente es el motivo último de esta gira, y así figuran en la lista del concierto otras canciones del álbum, entre ellas "I sat by the ocean", "Kalopsia", "If I had a tail" y "Fairweather friends". Pero se oyen bien combinadas además con selecciones previas como "Feel good hit of the summer" (del segundo disco, Rated R, de 2000), "Little sister" (de Lullabies to paralyze, 2005) o "Sick, sick, sick" (de Era vulgaris, 2007), aparte de la ya citada "No one knows" (de Songs for the deaf, 2002), uno de los momentos de explosión garantizada entre el público, para confirmar de paso el equilibrio que la banda consigue en vivo entre los diversos discos de su carrera.

Más signos de esas libertadades se advierten en la actual alineación de Queens of the Stone Age, entre la guitarra siempre personal de Troy Van Leeuwen, los timbres de teclados e incluso pianos que pone en juego el tecladista Dean Fertita, las líneas de bajo también distintivas que suele agregar Michael Shuman, y la presencia del más reciente integrante del grupo, el baterista Jon Theodore, proveniente de The Mars Volta, otra banda que supo conjugar rock con creatividad e innovación, y que en Queens of the Stone Age aporta cuotas iguales de destreza y energía desde el fondo.

En último término es Josh Homme quien encarna estos caracteres. Es él quien empuña las guitarras por lo general protagónicas de las canciones y toma a su cargo los frecuentes solos del show, pero al mismo tiempo está ese tinte de soul que suele teñir su timbre vocal, para no mencionar su corte de pelo, que parece remitir a cualquier astro temprano del rockabilly, en otra muestra de estilo personal. La intensidad crece hacia el final con canciones coreadas y bailadas a empellones por la audiencia, como "I wanna make it with chu" y "Mexicola", esta última perteneciente al primer disco del grupo en el '98, cuando aún estaba el bajista fundador Nick Oliveri y todavía servían etiquetas como "stoner rock" para hablar de esta banda. Fue un contraste final para enriquecer la puesta en escena de Queens of the Stone Age, una banda de rock que se manda sola, fiel a sus preceptos como pocas.

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