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Las principales carencias que atentan contra la seguridad de los gendarmes

Chalecos antibalas vencidos, armamento obsoleto y vehículos que no garantizan la seguridad en el traslado de reos son algunas de las denuncias de los funcionarios.

08 de Abril de 2009 | 12:11 | Natacha Ramírez, El Mercurio Online

SANTIAGO.- Mucho se ha hablado de la carrera funcionaria, la ampliación de planta y un reajuste similar a las policías, entre las principales demandas de los funcionarios de Gendarmería, que en los últimos días han protagonizado sucesivas movilizaciones en el país. Pero quizás la cara más evidente de las malas condiciones laborales que deben enfrentar a diario es la falta de elementos de seguridad, que los expone a agresiones e incluso puede llegar a poner en riesgo sus vidas.


"Elementos de seguridad en este servicio faltan todos, hay carencias de todo y muchas veces se ve vulnerada la seguridad de los funcionarios", señala Pedro Hernández, presidente de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios (Anfup). Dice que los reos perciben esta desprotección y "siempre nos han hecho daño, incluso han matado a funcionarios en intentos de fuga".


En cuanto a la indumentaria, los funcionarios hacen notar las malas condiciones de los chalecos antibalas que utilizan, algunos de los cuales se encuentran desgastados y ya no cumplen su función. "En estos momentos yo tengo un chaleco antibalas del año 1.998, ese chaleco ya está vencido, una tela de gasa en el pecho contendría más una munición. Yo no lo uso porque es un adorno", relata Juan Alarcón, secretario general Asociación Nacional de Suboficiales (Ansog).


Explica que, dependiendo de su calidad, los chalecos suelen durar en buenas condiciones unos cinco años, plazo que el suyo cumplió hace ya seis. Considera que esta situación es grave pues hay un constante riesgo de que los reos les disparen. "Siempre es un peligro latente que haya algún intento de fuga, de rescate con armas de fuego", señala.


Pero además de los chalecos antibalas, explican que también requieren chalecos antipuñales para protegerse de posibles estocadas, considerando que las armas corto punzantes suelen ser las más comunes entre los reos. "No contamos con chalecos antipuñales en todas las unidades penales y ése es un requisito que deberíamos tener para trabajar. Hay funcionarios que hemos tenido que trasladar en helicóptero porque le pegaron una estocada en el corazón, por ejemplo, estamos siempre en riesgo de que aquello nos suceda", señala Pedro Hernández.


A esto se suma la poca frecuencia con que se les renueva el vestuario que, dicen, es "de muy mala calidad y dura muy poco tiempo". Alarcón indica que "sería aceptable que lo cambiaran cada dos años, pero en la práctica lo están repartiendo cada 3 ó 4 años. Tenemos la ropa gastada". Sobre este punto, también señala que "es un anhelo del personal que ese sensible tema del vestuario y el equipo sea visto por personal uniformado y no por personas externas, que no manejen los temas".


"Piezas de museo"


Alarcón critica además que el armamento que utilizan los gendarmes de la guardia perimetral "en general es muy vetusto y la lógica dice que debería ser reemplazado". "Son pistolas, ametralladoras, y hay algunos armamentos que son del año 1.962. El riesgo es que pueden no funcionar en el momento adecuado, su confiabilidad no es ni siquiera del 60%", explica.


Otro elemento importante para el trabajo de los funcionarios son los carros celulares, que se utilizan para trasladar a los reos. Alarcón, quien se desempeña como conductor, describe que en general son antiguos para el tipo de trabajo que realizan. "Son vehículos que prácticamente venció su vida útil y es imperativo reemplazarlos, son piezas de museo que andan circulando", señala. 


Cuenta que "el vehículo que tenemos nosotros, que es la columna vertebral de los traslados, es del año 1.994, ése es un vehículo que su vida útil ya finalizó". Explica que, entre las consecuencias que esto acarrea, se encuentra el riesgo de sufrir problemas mecánicos "como fallas de dirección o del sistema de frenos, y eso en un vehículo con 20 ó 30 internos, más los funcionarios, imagínese lo que puede ocurrir, no sólo para nosotros porque estos vehículos circulan por todos lados".


Asimismo, dice que "hay que estar constantemente revisando todos los días que no haya nada que pueda hacer posible una fuga, como que esté suelta alguna reja o que los reos puedan hacer un forado en la carrocería del vehículo". A modo de ejemplo, señala que "hace días atrás hubo un intento de rescate en Iquique, eso es un riesgo latente y constante que todos los días el personal está viviendo. En Gendarmería el vehículo no debería pasar los diez años de servicio".


Pero los gendarmes describen otro tipo de agresión no menos dañina que padecen de parte de los reos y de la que no los puede proteger ninguna indumentaria. "Lo que más atenta contra nosotros es el maltrato psicológico muy grande que tenemos de parte de los reos", dice Hernández, quien explica que esto se exacerba "cuando un solo funcionario debe cautelar a 800 internos".


"Los internos también tienen cargas y su agresión la vierten contra los funcionarios. Todo el día te están tratando mal y eso psicológicamente te produce un tremendo desgaste", relata. Acusa que, pese a lo grave de la situación, "no hay por parte del servicio un departamento de salud que pueda ayudar al funcionario en este sentido. Si queremos ir a ver a un psiquiatra un psicólogo tenemos que ir en forma particular a través de Dipreca y demora 2 ó 3 meses en que te den una hora".

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