En la intersección de la Calle Seminario con Rancagua, murió asesinado Diego Schmidt-Hebbel la mañana del 4 de noviembre del año 2008.
Manuel Herrera, El MercurioSANTIAGO.- Luego de 53 sesiones del juicio oral en contra de María del Pilar Pérez y José Ruz, surge un testigo clave en la investigación del crimen de Diego Schmidt-Hebbel. Se trata de Marcos Ramírez, quien intentó salvar la vida del joven economista prestándole primeros auxilios, pero nunca ha sido citado a declarar ante los magistrados del caso.
Ramírez, estudiante de medicina y testigo directo de la agonía de Diego, relató a Emol cómo transcurrieron los minutos posteriores al ataque que sufrió el economista el 4 de noviembre del año 2008 en calle Seminario, donde falleció tras recibir una balazo en su cuello.
El universitario recordó que la mañana de ese fatídico día llegó en su bicicleta a la intersección de Calle Seminario con Rancagua y se encontró con un grupo de gente en torno a una persona que se desangraba en el suelo. "Ellos gritaban desesperados, porque no sabían qué hacer. En ese momento, no lo pensé dos veces cuando ya estaba en el suelo intentando hacer un diagnóstico".
"Verifique si estaba respirando y si había circulación, pero en ambos casos no registré ninguna de las dos cosas, no respiraba y no tenía pulso", por lo cual decidió practicarle masajes cardiacos y respiración boca a boca.
El joven estudiante añade que mientras intentaba reanimar a Diego Schmidt-Hebbel los pulmones de éste se inflaron, lo que le hizo perder las esperanzas de poder salvarlo. "Significaba que la persona ya no estaba respirando por sí misma", explica.
Luego de haber intentado todo lo que estaba a su alcance sin obtener resultados, Ramírez señala que al lugar llegó una ambulancia con tres paramédicos que "subieron rápidamente el cuerpo de Diego al vehículo, sin percatarse de si había que practicarle alguna maniobra de reanimación en el lugar".
Dicha situación impactó profundamente a Marcos Ramírez. "No se preocuparon en lo más mínimo de la persona, si estaba viva o no. Yo mismo les pregunté si podía ayudar en algo, pero apenas me respondieron", sostiene.
Ramírez recuerda que otra de las situaciones que le llamaron la atención ese día fue una persona que llegó al lugar antes que él y que intentaba de manera errónea prestarle ayuda a la víctima.
"Había una mujer joven que cuando llegué estaba intentando sostenerle el cuello a Diego, pero igual se le movía, así que le dije que lo dejara quieto, ya que lo que estaba haciendo le aumentaba el sangrado al herido, que a esas alturas calculo que había perdido cerca de dos litros de sangre".
En relación al resto de la escena, Ramírez narra que al momento de llegar a Seminario 97, distinguió perfectamente a una joven que parecía ser familiar de Diego.
"Al llegar al lugar me pareció que el único familiar del herido era una joven que gritaba 'Diego' de manera descontrolada y que también caminaba de un lado a otro por el pasillo como si no fuera capaz ni siquiera de acercarse".
Respecto al responsable del ataque, Marcos señala que él no pudo cruzarse con el asesino debido a que éste huyó en dirección contraria al recorrido que él realizó esa mañana.
Tras la llegada de la ambulancia, el joven estudiante se retiró del lugar completamente ensangrentado.
A las pocas horas de esa dura experiencia, que describe como los 5 minutos más largos de su vida, se dedicó a siguir los hechos por televisión, convirtiéndose en un espectador más de la tragedia.
Y hoy, pese a la importancia que pudiera tener su relato, el estudiante de medicina probablemente mantendrá esa misma condición, ya que estará trabajado fuera de Chile por los próximos seis meses.