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Los desafíos pendientes de la fundación que levantó Felipe Cubillos

Antes del accidente en Juan Fernández, "Desafío Chile" contaba con 500 voluntarios. Hoy, superan los 2.000. Pero el trabajo no termina ahí y las metas del proyecto apuntan a seguir llevando una red de contactos a quienes más lo necesiten.

17 de Septiembre de 2011 | 11:14 | Por Pablo Miño, Emol

SANTIAGO.- La oficina de "Desafío Chile" no está atiborrada de carteles, ni de flores, ni de fotografías con mensajes de condolencias para Felipe Cubillos. Por el contrario, uno de los pocos recuerdos sobre el hombre que creó esta organización después del terremoto del 27 de febrero de 2010 para ayudar a los damnificados, es una bandera chilena, en la que se lee: "a ti gran navegante, sumérgete en las profundidades del océano para apaciguar nuestras penas y así con nuestras lágrimas, no inundar tus grandes obras".

La casa en la que trabaja el equipo de "Desafío" se encuentra en la comuna de Las Condes, en un terreno donado por la municipalidad. Allí conviven ingenieros, publicistas y abogados –entre otros profesionales-, que quieren dejar más claro que nunca que el sueño de su fallecido líder sigue en pie: reconstruir el alma de todos los chilenos.

Cristián Goldberg –gerente de Tecno Fast Atco y uno de los amigos más cercanos al empresario-, sabía perfectamente qué había que hacer para reconstruir un país después de un terremoto. Había vivido el de 1985 en Chile y en febrero de 2010, recién llegando a Canadá, se enteró de lo que había pasado en el país. Fue en ese momento en que no dudó en llamar a Cubillos, para ofrecerle su ayuda. Llegó al país y se pusieron a trabajar de inmediato en la reconstrucción de la VII Región.

Un año y medio después, sin Felipe recorriendo las oficinas de "Desafío", Cristián y el resto de los miembros del directorio siguen dando rienda al sueño de Cubillos. "Felipe es irremplazable, entonces todos los que fuimos más cercanos a él estamos tratando de tomar un rol más importante en la fundación. No hemos parado en estas dos semanas porque la mejor forma de pasar la pena es con esto, trabajando", señala.

Una vasta red de contactos

"Él (Felipe) como emprendedor, ponía a su disposición una red de contactos y generaba a través de ellos cosas que las personas no iban a poder hacer por no poder acceder a estos contactos. El Desafío funciona como un puente entre dos mundos", explica Rodrigo Figueroa.

Una de las ideas que han venido implementando este año, es contactarse con escuelas de Ingeniería Comercial para que sus alumnos apadrinen a distintos microempresarios y los ayuden en materias como marketing y finanzas. Partieron el año con cinco escuelas y para el 2012, la meta es alcanzar quince facultades.

"Lo que queremos es que ojala haya 15 Felipe Cubillos más y que puedan replicar su clon", apunta Goldberg. Es por esto que el objetivo a partir de ahora es tratar de potenciar a los jóvenes que estaban al mando de los diferentes proyectos sociales de la fundación.

Uno de ellos  es José Ignacio Concha, quien trabajaba codo a codo con Joaquín Arnolds, otro de los fallecidos en Juan Fernández. "El jueves antes de morirse, (Joaquín) me dijo que yo era como su mano derecha y que quería que me mantuviera así. Y acá estamos", cuenta. "Para mí el Joaco fue un ejemplo de vida y de forma de ser, una persona que donó un año entero sin que le pagaran un peso. Para nosotros fue un profesor", agrega.

"No se puede ayudar a todo el mundo, pero eso es lo que queremos"

Durante las últimas semanas, mucha gente ha llegado hasta sus oficinas para ofrecerles desde un abrazo, una palabra de aliento y hasta su colaboración en el proyecto. Porque si antes evaluaban tres casos en una semana, hoy están evaluando diez.

Alejandra Castellón (27) es publicista, y hace tres meses es la directora de "A mi sí me importa", uno de los proyectos más emblemáticos del Desafío. Ellos son quienes están a cargo de recibir las donaciones. "En agosto recibimos seis mil visitas a nuestro sitio web y en lo que va de septiembre, van más de 22 mil", cuenta, haciendo la reflexión de que debido a la tragedia, inevitablemente se han hecho más conocidos. Además, antes del accidente tenían 500 voluntarios trabajando y después de eso, el número aumentó a 2.000.

Si bien es un proyecto social y en el cual se requiere mucha ayuda material, Alejandra cuenta que en el Desafío no acostumbran a recibir donaciones en dinero. "La gente tiende a querer dar plata, entonces uno tiene que motivarlos a comprar los materiales que se requieren directamente. Con lo que pasó, la gente se puso mucho más sensible pero la idea es que cuando pase el tiempo, la ayuda no se desinfle", afirma.

Hasta hoy por lo menos, en las oficinas de Camino El Alba, todo se sigue moviendo igual de rápido que hace dos semanas. "Aunque ha sido súper triste, muchos pensaron que la energía se iba a acabar, pero es impresionante que estamos con más fuerza que nunca. Aquí no se duerme", concluye Alejandra.

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