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Región de Magallanes, el destino que todo chileno debe conocer

Aunque persista la idea de que viajar por el país es caro, cada vez son más compatriotas los que se lanzan a la aventura que prometen la bellezas de Torres del Paine, Punta Arenas y sus alrededores.

04 de Febrero de 2013 | 09:26 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol
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Hoy los jóvenes se entusiasman con el desafío y los paisajes que el sur de Chile les ofrece.

Ángela Tapia, Emol

SANTIAGO.- "Los chilenos tienen que conocer su país", repite convencida Catalina Jaksic, sentada en el comedor de su hotel Cabañas del Paine, mientras toma una copa de pisco sour y Violeta Parra y su "Casamiento de negros" suena de fondo.


A su alrededor -frente al gran ventanal que enseña la majestuosidad del Macizo del Paine- se constata el porqué de su deseo: la gran mayoría de los turistas que cenan en el buffet son extranjeros y apenas unas dos mesas son ocupadas por pasajeros nacionales. "Dicen que es muy caro", confiesa un magallánico, miembro de un grupo investigador chileno que figura como comensal en el recinto.


Lo cierto es que además del prejuicio que existe de que viajar por el territorio daña el bolsillo, el común de los turistas chilenos parece preferir la playa en sus días de vacaciones, perdiéndose así la posibilidad de conocer ese otro Chile que brota entre los bosques y glaciares, en la Región de Magallanes y Antártica Chilena.


Pero basta averiguar un poco para saber que existen -en diversos sitios- precios especiales para los connacionales, que invitan a guardar el traje de baño y sacar los bototos para aventurarse al verde paisaje del sur. No sólo eso. Si la falta de días libres es un impedimento, incluso, hay tours que permiten hacer -en pocos días- visitas a los sitios más importantes.


Sólo unas horas


Tomando en cuenta promociones de líneas aéreas, es posible, a un módico precio, llegar en sólo un par de horas a Punta Arenas. Allí, se debe visitar la Plaza de Armas, con sus puestos de recuerdos, mates y confecciones en lana. Y besar también el pie del patagón, en el Monumento al Indio, una escultura que si bien conmemora al descubridor de estas tierras, Hernando de Magallanes, es también un homenaje a los indígenas que habitaban la zona y que fueron descritos con grandes pies. Según la guía Carolina Vilicic, esta cualidad descrita por los primeros europeos que llegaron dio nombre a la Patagonia.


Del clima, sobre todo, en verano, no hay que preocuparse mucho, ya que pueden tener la suerte de estar acompañados por un agradable sol y unos 20 grados, que tendrá algo acalorados a los habitantes de la ciudad. "Una no está acostumbrada a andar en polera", dice Magdalena Bohorquez, dueña del Hotel Plaza, ubicado a sólo unos pasos del centro de Punta Arenas.


Otra actividad imperdible es disfrutar de un buen cordero magallánico en algún restaurante de la ciudad o, mejor aún, en frente al paisaje verde de la zona. Y para eso existen lugares como la Estancia Río de los Ciervos, una casona que data de los años '20, completamente ambientada con decoración original de la época de oro de Magallanes, y que ofrece una cena típica patagónica, además de cabalgatas y tours históricos, para llegar hasta el Fuerte Bulnes, por ejemplo, y otros más espectaculares aún, para encontrarse frente a frente con parte de la fauna de la región.


"Lo bueno es que los paseos se realizan con empresas asociadas, así que se les puede dar buenos precios", explica Victoria Solo de Zaldívar, nieta de los propietarios originales de la casona.


"El concepto del veraneo está cambiando y hoy son muchas las familias chilenas que vienen hasta acá. A parte de los precios especialmente más bajos para ellos, aprovechan de venir juntos para hacer caminatas o trekking, que es distinto que el paseo a la playa. Allá los niños se van de carrete, y los papás se quedan en la casa; casi no hay vida familiar", agrega.


Un paisaje para la foto


"Yo no conocía el sur. A lo más, Linares", comenta Patricia Marchetti, a la entrada de la emblemática Cueva del Milodón, ubicada a 25 km de Puerto Natales. Junto a su pololo y una pareja más de amigos, la joven universitaria cuenta que por votación, entre las playas de Ecuador y el sur, optó por la naturaleza de la zona austral de Chile.


Con un presupuesto de poco más de 300 mil pesos por persona -sin contar los 80 mil del pasaje aéreo-, agarraron carpas y ropa abrigada para realizar el desafío de los circuitos de las Torres del Paine durante 12 días, y quedarse otros 10 conociendo otros sitios, como el monumento natural en el que hace millones de años habitaba el Milodon darwini.


"A todos les gusta la naturaleza", confiesa Claudio Gobantes, el novio de Patricia, rodeado de los árboles y flores de lo que alguna vez fue el hogar gran mamífero extinto. "Para nosotros, venir al sur ha significado harto deporte, disfrutar el paisaje, ver los glaciares y conocer el país. Son muchos factores los que nos trajeron hasta acá", agrega, mientras las mujeres de su grupo se muestran entusiasmadas por conocer la reserva natural de pingüinos Isla Magdalena.


Ubicada a 45 km de Punta Arenas y 16 km mar adentro está una de las pingüineras más grande del país, con más de 100 mil pingüinos magallánicos que viven en completa libertad. Hasta allá se puede llegar a través de ferry o en lanchas rápidas, que navegan el Estrecho de Magallanes, pudiendo ver (si se tiene suerte) toninas, y no sin antes hacer la correspondiente parada frente a Isla Marta, para asombrar a los turistas con una monumental colonia de lobos marinos.


Apenas se pone un pie en Magdalena, las graciosas aves marinas dan la bienvenida con graznidos y chapuzones al mar. Y siempre que se cumplan las reglas obvias del lugar, donde claramente el tocar a los animales está estrictamente prohibido, es posible que algún pingüino se acerque hasta los visitantes, otorgándoles una experiencia conmovedora.


"Pocos en el mundo"


Si ya el camino hasta el Parque Torres del Paine permite ver guanacos, ñandúes, zorros, cóndores, liebres y chingues (zorrillos), los tours que se ofrecen desde los mismos hoteles que forman parte de recinto natural ofrecen vistas que, sin duda, se harán inolvidables en la memoria.


Por ejemplo, a sólo pasos de Cabañas del Paine se puede acceder a una de las oficinas de la agencia Turismo 21 de mayo, desde donde un zodiac lleva a los turistas por una asombrosa excursión a través del río Serrano, con vistas al glaciar Tyndall, uno de los más grande del Campo de Hielo Sur.


Durante el trayecto, antes de llegar al fiordo Última Esperanza, en el Parque Bernardo O’Higgins -el más extenso del país-, Rolando Rojel, guía de la travesía, cuenta que aquellas personas que lo pidan pueden incluso pasar a visitar a Arcadio Marín Casola, un natalino que vive a orillas del río y que decidió hace 24 años no volver a la ciudad.


"Después que murió su padre, prometió cuidar las tierras de su familia, y se vino a vivir con su ganado. Tiene 76 años, y la gente que vive cerca o nosotros, estamos siempre visitándolo para ver que esté bien y no necesita atención médica o abasteciéndolo. Dice que se va a quedar ahí hasta que se muera", comenta, mientras el navío deja atrás el glaciar Balmaceda.


El destino final de la travesía es el glaciar Serrano. Una vez llegando al muelle de Puerto Toro, un inmenso bosque nativo se abre paso ante la inmensa muralla de cerca de 20 metros de hielo que descansa sobre el lago. A medida que se avanza por el camino, rodeado por coihues, un estruendo parecido a un trueno lejano avisa que un trozo del glaciar se ha desprendido.


Con una sonrisa de satisfacción, Adriana Eyrraguirre -una chilena residente en Inglaterra- disfruta la escena. "Lo que me gusta de aquí es la naturaleza y que hay poca gente y paz. Lugares como éste quedan pocos en el mundo, por eso es importante visitarlo, antes que se acabe", comenta, antes de regresar a la ciudad, mirando el paisaje y disfrutando de un pisco sour con hielos milenarios.

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