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Experta y aumento de violencia escolar: Colegios no deben ser vistos como lugares "inocentes"

Tras un reciente caso de agresión en Ovalle, la académica de la UDP María Isabel Toledo explica que estos hechos son un reflejo de la sociedad y llama a la comunidad escolar a enfrentarlos en conjunto para que no se repitan.

03 de Mayo de 2014 | 11:02 | Emol

SANTIAGO.- Las puñaladas que recibió un menor de 12 años en los baños del liceo Estela Ávila Molina de Perry, en Ovalle, por parte de otro estudiante, y que lo mantiene en estado grave, volvió a visibilizar la alarmante realidad de la violencia escolar en Chile.

Aunque este hecho con tal nivel de agresividad no es frecuente en los establecimientos educacionales del país, según explica la académica de la Facultad de Psicología de la UDP, María Isabel Toledo -quien ha investigado los efectos de la violencia escolar en el clima estudiantil y el rendimiento educacional-,  se enmarca en un contexto en que las agresiones en las aulas se manifiestan de forma persistente y de diferentes maneras, siendo el acoso o bullying el que lleva la delantera.

Los casos sobran. El 28 de abril un adolescente de 15 años sufrió daños en sus genitales producto de un juego escolar al interior de un colegio en Osorno. Fue víctima de una broma llamada "lima": sus compañeros lo sostuvieron a la fuerza para golpearlo en la pelvis y terminó por ser derivado a un hospital donde se le extirpó un testículo.

Otro hecho de alto impacto se produjo en junio de 2013 en la escuela Rafael Valentín Valdivieso de Recoleta. Benjamín Apablaza, de nueve años, perdió la vida luego de enterrarse un lápiz en uno de sus ojos tras recibir el empujón de un compañero. Su padre denunció bullying, mientras que las autoridades municipales señalaron que se trató de un accidente lamentable.

Daño al clima escolar

Para la docente María Isabel Toledo, que también es experta en bullying, un caso como el del apuñalamiento en Osorno genera temor e inseguridad y afecta el clima escolar, por lo que se hace necesario que las autoridades, profesores, apoderados y alumnos del establecimiento debatan sobre las causas y consecuencias de esta agresión para evitar que se repita, y  no esconder el hecho.

"La violencia en la escuela es el reflejo de la sociedad, ya que la escuela es parte de la sociedad", explica la especialista. "Pero hemos tendido a mirar la escuela como un mundo aparte, como si estuviera al margen de la sociedad, como si los niños estuvieran en un lugar inocente, donde son puros, y no involucrados en el acontecer social. Entonces cuando se mira la escuela se mira la sociedad y en la sociedad están pasando cosas que tienen este nivel de violencia". 

Y nadie se salva, ya que esto se ve reflejado en colegios de distinto tipo. Estudios del Ministerio de Educación señalan que un 7,6% de estudiantes de colegios particulares pagados, un 9,8% de subvencionados y un 12% de municipales, admite haber sufrido bullying o intimidación por parte de sus compañeros.

En tanto, la última medición a cargo la Superintendencia de Educación, indicó que en 2013 las denuncias de maltrato escolar aumentaron en un 25% respecto de 2012. El Colegio de Profesores, además, ha denunciado que existe violencia cruzada, ya que los apoderados también agreden a los docentes verbal o físicamente, responsabilizándolos por el rendimiento conductual y académico de los estudiantes. Una encuesta del Ministerio del Interior arrojó que el 11,8 por ciento de los profesores han sido agredidos de manera física o verbal en su lugar de trabajo.

Esta situación de agresividad permanente tiene efectos en todos los ámbitos educativos, sostiene Toledo. "Está demostrado que para aprender una de las variables más importantes es el clima escolar. Cuando yo estoy en un ambiente tranquilo, cuando me siento apreciado y protegido, aprendo mejor, y ante una situación extrema como ésta, que ocurre al interior de la escuela, se afectan los aprendizajes", plantea.

En esa línea, de acuerdo a los estudios que ha realizado Toledo, un alumno que sufre de bullying no sólo tendrá menos ganas de ir al colegio, también esto se verá reflejado en una baja en sus notas de Lenguaje.

Tomando como base los resultados nacionales de la prueba Pisa 2009, la investigadora indagó cómo se relacionaba el nivel de intimidación declarado por los directores de 30 colegios de Santiago (públicos, privados y particular subvencionado) con el rendimiento general que presentaban sus alumnos en los ramos de Matemáticas y Lenguaje, concluyéndose que las asignaturas que se relacionan con las áreas sociales tienden a volverse más difíciles y menos comprensibles para los estudiantes. Esto incluye tanto a las víctimas como a los victimarios.

El problema no es de fácil solución. De ahí que sea necesario que todos los actores de un establecimiento educacional aborden estas situaciones antes y después de que se produzcan.

"Los niños o adolescente agreden en la escuela porque eso acontece su vida cotidiana. Esta violencia es generalmente resultante de otras situaciones, como la desigualdad y la segregación que viven algunos sectores sociales en un país tan desigual como el nuestro", dice Toledo.

"A los profesores que trabajan en los sectores donde ocurren estos acontecimientos, que son los sectores más vulnerables, se les exige que se involucren más allá del ámbito educacional, pero se ven sobrepasados por atender problemas que trascienden a la escuela", explica.

En esa línea, ante una situación extrema el profesor debe intentar recomponer las relaciones que se han generado en ese curso para poder continuar con el trabajo educativo, y por ello necesita de toda la colaboración posible tanto de alumnos, autoridades y apoderados.

"La comunidad debe reflexionar y ver cómo repara esto, porque todo están involucrados en la situación de violencia. En caso de no hacerse nada, no resuelve el conflicto y otras situaciones de violencia se van a seguir repitiendo…", enfatiza Toledo, recordando un caso emblemático de 2006 ocurrido en el colegio Javiera Carrera de Iquique.

Pese a las señales y denuncias previas, ninguna autoridad le tomó importancia al acoso y a las agresiones que sufría de parte de sus compañeras la adolescente Pamela Pizarro, de 13 años, quien terminó suicidándose generando un debate a nivel nacional por la inacción frente a un caso patente de bullying.

"Esa escuela cerró al terminar el primer año y no se habló más del tema", lamenta la especialista.

Ley de Violencia Escolar

De acuerdo a la legislación vigente, los padres, madres, apoderados, profesionales y docentes de la comunidad educativa que tengan conocimiento de un caso de violencia escolar, deben denunciarlo al establecimiento, según dicte su reglamento interno.

Este reglamento debe incorporar políticas de prevención, medidas pedagógicas, protocolos de actuación y diversas conductas que constituyan falta a la buena convivencia escolar, graduándolas según su gravedad, además de establecer las medidas disciplinarias correspondientes a tales conductas.

Si las autoridades del establecimiento no aplican las medidas correctivas, disciplinarias o pedagógicas que su reglamento dicte para estos casos, pueden ser sancionadas con multas de hasta 50 UTM, que se duplicarán en caso de reincidencia.

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