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Las buenas ideas no aterrizan en el mercado

Es el tema de moda. Y si bien el Gobierno está haciendo esfuerzos por impulsar la creación de empresas de base tecnológica, la transferencia vía licenciamientos se ha quedado rezagada.

27 de Septiembre de 2006 | 13:56 | Catalina Correia C.

Todos han oído hablar de ella. Hojeando el diario o viendo las noticias, el concepto se repite: Debemos transferir tecnología.


Pero, ¿qué es la transferencia tecnológica? Se trata básicamente de llevar las nuevas creaciones al mercado. En ese sentido, hay dos formas de transferir tecnología. La primera, que es donde han estado más los esfuerzos del Gobierno, es la creación de empresas de base tecnológica, mediante el fortalecimiento de incubadoras, emprendimiento, capital semilla y de riesgo.


La otra área es vía licenciamientos. O sea, tomar una innovación, patentarla, protegerla con propiedad intelectual y ofrecerla a una empresa o un organismo que ya está en el mercado, y que tiene el know how suficiente como para comercializarla.


“En Chile estamos en pañales. Esto se puede medir por el número de patentes que desarrollan las universidades y cuántas de éstas se han sido transferidas a empresas que las explotan comercialmente”, constata Marcos Kulka, gerente general de Fundación Chile.


Mientras que en Estados Unidos la gran masa de transferencia tecnológica se realiza vía licenciamiento ––casi el 90%––, en Chile seguimos enfocados en potenciar la creación de empresas de base tecnológica. “Hoy todos los esfuerzos están focalizados hacia la formación de empresas, y el tema del licenciamiento ha sido dejado a un lado. Porque las empresas de base tecnológica crean mucho más valor para el país. En cambio, cuando haces licenciamiento, parte de ese dinero queda afuera, y como país, sólo recuperas una parte de ese beneficio”, dice Allan Jarry, director ejecutivo de Neos, oficina de transferencia tecnológica privada.


Pero crear una empresa de base tecnológica es altamente riesgoso, advierte Jarry, mientras que si se hace transferencia a una empresa consolidada, esos riesgos disminuyen.


“Lo normal es que la mayor parte de transferencia se produzca por licenciamiento. Es que el capital de riesgo para las empresas de base tecnológico aún no está desarrollado; además falta el entorno industrial para que una tecnología llegue al usuario final. En la realidad chilena, el tema del licenciamiento debería tomar un peso mucho mayor frente a la formación de empresas de base tecnológica”, dice.


Cómo se hace


Uno de los problemas más serios es que en las universidades ––donde se realiza la mayor parte de la investigación––, aún no existe una política clara, que incentive a los desarrolladores a licenciar sus innovaciones. Hasta el momento, las universidades están más enfocadas en los papers antes que en la materialización de sus desarrollos.


“Si la Universidad prefiere materializar sus desarrollos e incentiva eso, los investigadores estarán más orientados a transferir su tecnología que a escribir papers”, señala Kulka.


Por otro lado, el gerente general de Fundación Chile argumenta que falta claridad sobre cuáles son los pasos a seguir para hacer transferencia tecnológica, lo que a veces confunde, y desincentiva a los investigadores. “Pero no es necesario que el inventor sepa con exactitud lo que debe hacer, sino que debe estar al tanto de quiéenes son los agentes claves que lo van a ayudar”.


Opinión que comparte Jarry: “Los investigadores deben dedicarse a investigar. El sistema —o sea, las universidades—, deben desarrollar capacidades que incentiven el licenciamiento”.


Así, un investigador debería estar constantemente reportando a una institución intrauniversitaria o extrauniversitaria, sus avances o desarrollos. Y esa institución debe tener la capacidad de ver las potencialidades de esa nueva tecnología para impactar el mercado. “Al ver eso, debe advertirle al investigador que no puede publicar, porque no se pueden generar patentes si hay publicaciones previas. Luego, la institución debe conectarse con el mercado para ofrecer la nueva tecnología y buscar industrias nacionales o internacionales que puedan tomar esta tecnología y poner recursos en ella para su desarrollo final”, sostiene Jarry.


Por ejemplo, en esta oficina de transferencia tecnológica se encargan de ver los proyectos, presentarlos a Corfo y conseguir financiamiento para los costos de la patente, que son bastante altos. Hecho eso, se pasa a ejecutivos de negocios, quienes se preocupan de patentarla y preparan un documento con la información básica no confidencial. “Luego se la enviamos a nuestras redes de contacto mundiales, como Procter & Gamble, General Electric, Dupont, etc. Y cuando hay algún interesado, éste nos contacta, se firma un acuerdo de confidencialidad, se le envía más información y se empieza a generar el negocio. Por mientras, el investigador está haciendo su publicación, y esperando que vayamos avanzando”.

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