Y se lanza un nuevo año escolar. Y con ello, el resto. Es decir todo. Marzo se viene con todo. Patentes, útiles, colegios, nuevas series en televisión, batalla por nuevos programas informativos, cumpleaños, matrimonios, eventos varios, partidos amistosos, campeonatos, trabajo tiempo completo, ofertones de créditos, entrenamientos, avances de consumo, otoño a la vuelta de la esquina, cambio de horario, ritmo ávido de nuevo, y un año lleno de nuevas propuestas.
Mientras pienso en todo lo que está por venir, se me hace un pequeño nudo en el estómago, como cuando era muy chica. Es que se viene un año nuevo lleno de desafíos. Repleto de ellos, y estoy nerviosa y ansiosa por muchos.
¿Qué es lo más increíble? Que lo que más ansiosa y nerviosa me tiene es volver a una cancha. Vengo saliendo de un año seco deportivamente hablando y lo único que quiero es volver a sentirme parte de un equipo, y defender una camiseta. Mi camiseta. Aunque sea por minutos.
Y es que es así, el deporte y su encanto son naturalmente de esa forma. Me he estado reencontrando con el deporte durante el verano, muy lentamente. Me deben una revancha en tenis. Y debo pasar los treinta y cinco minutos trotando en subidas y bajadas sin morirme antes. Pero falta lo más importante. Pisar una cancha.
Y con eso, llegar a las ocho, reencontrarme con mis compañeras de equipo. Ponernos a trotar todas juntas. Después, elongar un poco. Ver qué nos tiene preparado el entrenador. Y mientras todo eso pasa, soñar un poco, con que tal vez alcance el tiempo para jugar una pichanga, antes de que den las diez de la noche.
Me siento como una niña chica, esperando por primera vez un partido. Son varias las razones del porqué de mi estado intranquilo. Mi desempeño. Mi físico. Mi técnica. Mi calidad. Mi propia seguridad. Ver y reencontrarme con lo que más me gusta después de un año completo sin tenerlo.
Es extraño, y delicioso. Como lo es la vida y su día a día. Entonces, junto con todo lo que me trae este año, debo lograr ponerme al día. Ojalá lo antes que se pueda para poder vivir de nuevo una de las cosas que más he extrañado este último año pasado: jugar.
Detrás de todo eso está, todo lo que hay que ordenar y arreglar. Una nueva etapa, totalmente diferente. Ya no es llegar y cerrar la puerta tras de mí y correr a entrenar. Ahora hay que dejar fijos los horarios, comidas hechas, reemplazos en casa, baños preparados, camas arregladas, entre otros ítems. Todo dispuesto para poder escapar dos horas a tu pasión.
Vamos a ver qué sale de todo eso. Y de todo lo demás. Si Nicole Perrot, Fernando González o Nicolás Massú destacarán durante el año. Vamos a ver qué pasa con el fenómeno Ruperto este 2006. Si la futura mujer Presidenta logra hacer lo prometido. Veremos si gana Cómplices o Descarado. Si Chile empieza a soñar con el 2010 jugando a algo.
Hay miles de cosas y razones por las cuales estar atento. Pero la más importante para mí en este momento, deportivamente hablando, es si puedo lograr volver a jugar como se debe, esperemos, al corto plazo. Incógnita total. Ansiedad total. Mejor me voy a trotar. Hasta la próxima.
Amanda Kiran
