MUNICH.- El árbitro argentino Horacio Elizondo, de 42 años, vivirá mañana el momento de máxima responsabilidad de su carrera: debe ejercer sus habilidades de "cirujano" en el partido inaugural del Mundial de Alemania, que será seguido por más de 1.500 millones de televidentes.
"A Elizondo le toca una responsabilidad especial, ya que será el que pondrá en marcha las recomendaciones de la FIFA", dijo el árbitro inglés Graham Poll, uno de los más respetados de Europa.
Tras la polémica sobre malos arbitrajes que marcó el Mundial de Corea-Japón 2002, la FIFA trató este año de evitar problemas, y para ello nombró a
equipos de árbitros y asistentes, que pueden entenderse en un mismo idioma, y además les dio un intercomunicador, que hará más ágil el contacto a lo largo del partido.
Además, la comisión de arbitraje presidida por el español Angel María Villar hizo hincapié en la rigurosa aplicación de las normas para frenar el juego brusco, las simulaciones y las maniobras para demorar el partido.
Algunos, como el técnico brasileño Carlos Alberto Parreira, se manifiestan escépticos en torno a la posibilidad de que ésta vez se cumplan los objetivos de la FIFA, pero Elizondo parece seguro de que, en el partido inaugural entre Alemania y Costa Rica, sí podrá apuntar a sus colegas el buen camino.
Elizondo, que es profesor de educación física, suele afirmar que su actividad reúne las tres cosas que considera como fundamentales en su vida -"deporte, docencia y justicia"- y afirma que, para aplicar esta última, un árbitro debe ser "como un cirujano: exacto y preciso".
El gusto por la metáfora le vendrá probablemente de uno de sus pasatiempos preferidos junto al golf: escribir poesía.
Esa afición, a su vez, pudo haberlo ayudado a superar el trauma de hace cuatro años, cuando vio sepultada por la designación de Angel Sánchez su esperanza de ser elegido para pitar partidos del Mundial de Corea-Japón.
"Aquello fue realmente toda una decepción. Y también fue un aprendizaje sobre cuando a uno se le presentan las cosas cuando uno no las espera", afirmó, en tono filosófico, en una entrevista a DPA concedida el lunes último en Frankfurt.
En cuanto a las recomendaciones de rigor hechas por la FIFA, Elizondo se manifiesta dispuesto a ponerlas en práctica, pero con criterio, para evitar una "lluvia" de tarjetas rojas y amarillas que pudiera opacar al verdadero protagonista del espectáculo, el fútbol.
"Está en nuestra capacidad mantener un equilibrio entre lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. No podemos caer en lo fácil y sacar tarjetas por sacar. Creo que los árbitros tenemos la capacidad de discernir cuando sí o cuando no, y no intentar convertirnos en protagonistas nosotros con sacar tarjetas", apuntó.
Nacido en Quilmes -a 30 kilómetros al sur de Buenos Aires-, Elizondo, lleva 14 años dirigiendo en primera división y 10 como internacional, y tiene un currículum tan amplio como respetable.
Dirigió ocho partidos de las últimas eliminatorias mundialistas sudamericanas y arbitró encuentros la Copa América (en 1997 y 1999), del Campeonato Mundial de Clubes de la FIFA 2000, del Campeonato Mundial Sub-17 de la FIFA (en 1997 y 2005), del Campeonato Mundial Juvenil de la FIFA (en 2003 y 2005) y de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
"He dirigido muchísimos partidos importantes, pero este partido (inaugural del Mundial de Alemania) tiene una trascendencia que no tuvo ninguno de aquellos. Será el más trascendente de mi carrera y sueño con hacerlo bien", afirmó.
Ahora, a los 42 años de edad, a Elizondo sólo le queda un escalón más para alcanzar el verdadero punto culminante de la carrera de un árbitro: dirigir una final mundialista. Pero eso sólo podría pasar si Argentina quedara eliminada hasta la semifinal.
¿Sería un dilema? Elizondo asegura que no: "Yo soy argentino y apoyo a la selección de mi país, pero vamos por caminos distintos. Ellos tienen que jugar y yo tengo que dirigir".