HERZOGENAURACH.- Trata de disimularlo, pero no le resulta: el argentino Lionel Messi quiere que éste sea su Mundial y en la intimidad está molesto con el entrenador José Pekerman porque por el momento lo priva de esa posibilidad.
En declaraciones formuladas a la televisión de su país, el jugador del Barcelona expresó su respeto por la decisión de Pekerman de no incluirlo en el equipo que venció a Costa de Marfil por 2-1 el sábado, pero enseguida admitió la ansiedad que lo embarga.
"Estaba con ganas de jugar, pero no se pudo. José nos estuvo hablando, pero en grupo, no individualmente. Cuando uno está esperando, quiere que lo llamen para entrar, pero lo importante es que se ganó", apuntó.
Cuando no juega, Messi se pone de mal humor. En Hamburgo, no corrió a abrazarse con sus compañeros tras la victoria y se fue directamente al vestuario, tal como había hecho semanas atrás, cuando el Barcelona se consagró campeón de Europa sin contar con él en el campo de juego del Stade de France.
Lo que más le duele es que hizo bien los deberes y ya está perfectamente recuperado de la lesión sufrida en marzo, que lo mantuvo inactivo durante dos meses y medio, y que probablemente le restó posibilidades de ser titular en la selección.
"No siento nada de la lesión y pienso en seguir entrenando para tratar de hacer lo mejor", afirmó el juvenil que atravesó una situación similar en el Mundial Sub 20 disputado el año pasado en Holanda: empezó como suplente y terminó siendo la gran figura del torneo.
"Ojalá cuando me toque entrar me salgan bien las cosas como aquella vez", comentó hoy, una frase que denota que se muere por jugar, y que abona la tesis que existe en el cuerpo técnico argentino: a Messi le gusta presionar para poder tener su lugar.
Lo cierto es que en el arranque Pekerman eligió como tándem ofensivo a Javier Saviola y Hernán Crespo, a la postre autores de los dos goles.
