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Al Qaeda, la transnacional del terror

La agrupación terrorista más conocida, temida y perseguida del mundo tiene un gran objetivo: castigar a los infieles norteamericanos a cualquier precio.

El martes 11 de septiembre, a las 07:45 de la mañana, cinco ciudadanos de origen árabe abordaron en Boston el vuelo 11 de American Airlines con destino a Los Ángeles. Se trataba de Mohammed Atta, Abdulaziz al Omari, Satam al Suqami, Wail al Shehri y Waleed al Shehri.

Una única certeza rondaba sus mentes: ese día salvarían su alma, castigando a Estados Unidos, el enemigo número uno de su fundamentalismo religioso. Y ésa era la convicción que compartían los 14 restantes terroristas repartidos en tres vuelos.

Luchar contra el principal enemigo del Islam, sacrificando incluso la vida, lo que los haría merecedores del paraíso, reunir a todos los musulmanes bajo un mismo gobierno (califato) regido en forma estricta bajo la ley islámica (la sharia) y establecer un nuevo Orden Mundial, son los objetivos fundamentales que persigue la red fundada por el millonario saudita Osama bin Laden.

Al Qaeda ("La Base") no es una organización terrorista aparecida de la noche a la mañana. Según el informe de la Comisión 9/11 del Senado norteamericano, sus orígenes datan de principios de 1980, aunque investigadores y especialistas creen que ésta se fundó a fines de la década del '90.

En sus primeros años, se compuso sólo de pequeños grupos muyahedines (combatientes sagrados), cuyo propósito era derrocar a aquellos gobiernos que violaban o se oponían al derecho islámico.

Durante gran parte de los '90, las acciones de estos combatientes extremistas iban dirigidas contra la ocupación de la URSS en Afganistán o la extinta Yugoslavia para detener el genocidio musulmán en Bosnia. En esos años la organización construyó campos para militantes musulmanes repartidos por el mundo, entrenando a miles en técnicas paramilitares.

A pesar de haber estado varios años "en silencio", la primera gran advertencia del poder de "La Base" o "La Fundación", según su traducción al español, fue el ataque explosivo al World Trade Center en la ciudad de Nueva York, ocurrido el 26 de febrero de 1993.

En 1998 llegó una "advertencia" aún mayor, cuando el grupo atacó simultáneamente las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania con autobombas, dejando más de 220 muertos y 4 mil heridos. Tras estos ataques, agentes de inteligencia de Estados Unidos afirman que Al Qaeda obtuvo nuevas capacidades operativas tras asociarse con otras organizaciones radicales islámicas.

Dos años más tarde, su fijación con Estados unidos quedaría de manifiesto tras realizar el ataque suicida con bomba contra el buque de guerra estadounidense USS Cole en las costas de Yemen, dejando 17 marines muertos.

Pero no fue sino hasta los atentados del 11-S cuando la agrupación terrorista y su máximo líder adquirieron importancia en los cinco continentes, transformándola en la agrupación más temida y buscada del orbe.

El poderío y alcance de la red se vería reforzado con los posteriores ataques del 11 de marzo de 2004 en Madrid, que dejaron 191 muertos, y los más recientes, ocurridos el 7 de julio de 2005 en Londres, que costaron la vida a más de 50 personas.

El experto en terrorismo y autor del best seller "Inside Al Qaeda: the network of terror", Rohan Gunaratna, incluso no dudó en afirmar que ésta es "la primera organización terrorista transnacional con presencia permanente o esporádica en 74 países".

Y agrega que Al Qaeda no es una agrupación tradicional. Está claro quién es el líder y cuáles son sus hombres de confianza, pero de ahí hacia abajo, la estructura deja de ser jerárquica.

Al Qaeda, dice, es una red de organizaciones o células que funcionan de manera autónoma. Esto significa que ninguna sabe cuáles son los planes de la otra. Así se protegen de las posibles filtraciones. Los grupos paralelos tampoco reconocen públicamente su pertenencia a la red. La disciplina, la obediencia y la lealtad hasta la muerte son principios que cada combatiente se exige a sí mismo. Eso es lo que le ha permitido sobrevivir a la persecución desde Occidente.

Por ello, no es extraño que tras el 7 junio de este año, cuando soldados de EE.UU. mataron a Abu Musab Al Zarqawi, máximo líder de la resistencia en Irak, al que Washigton vinculaba con Al Qaeda, no se produjeran mayores alteraciones en el territorio iraquí, que estaba bajo su mando, y menos en la red a nivel internacional que siguió funcionando, perpetrando acciones terroristas a diario contra las tropas norteamericanas, británicas, e iraquíes.

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