
Sin dudas, Roberto Rojas es el mejor arquero
chileno de todos los tiempos. Gracias a él,
la portería de Colo Colo y la selección
chilena estuvo bien resguardada durante varios
años. Fue ídolo de grandes y chicos,
y "maestro" de muchos. Sin embargo,
más allá de sus logros, lo que
más se recuerda de él es aquel
triste episodio en el Estadio Maracaná.
Un 3 de septiembre de 1989, mientras defendía
la portería de la "Roja" frente
a Brasil por las eliminatorias de Italia ‘90,
el portero se infirió un corte intencional
en una de sus cejas, simulando que fue ocasionado
por el impacto de una bengala arrojada por una
aficionada desde la tribuna. Aquel episodio
terminó bruscamente con su carrera como
futbolista.
Como pocas veces ocurrió en las eliminatorias
sudamericanas, los verdeamarelhos llegaban
al último partido sin haber asegurado
la clasificación a un Mundial. El equipo
que consiguió tal mérito era la
selección chilena que dirigía
Orlando Aravena.
Chile
y Brasil habían derrotado a Venezuela
de local y de visita, además de igualar
en el partido de ida en Santiago. Por lo que
ambos llegaban al último encuentro igualados
en el primer lugar con 5 puntos.
Los antecedentes estaban lejos de ser positivos,
puesto que el encuentro disputado en el Estadio
Nacional se caracterizó por los incidentes:
Romario fue expulsado antes de que comenzara
el partido y a los pocos minutos Raúl
Ormeño dejó la cancha por golpear
violentamente a Branco.
El público también aportó
lo suyo y arrojó variados objetos a la
cancha. ¿Resultados? La FIFA castigó
duramente las agresiones recibidas por los brasileños
y suspendió la localía chilena
para la revancha contra Venezuela. La “Roja”
debió jugar como anfitrión en
Mendoza y no pudo marcar los goles necesarios
para igualar la diferencia de goles de los brasileños.
Sólo les servía un triunfo en
el Maracaná.
Ese fue el contexto, el resto ocurrió
en Brasil, en el segundo tiempo del partido
en que Chile caía por la cuenta mínima
con un gol anotado a los 49 minutos por Careca,
que logró vencer a la mejor figura de
la cancha, Roberto Rojas.
Mientras la “Roja” buscaba con desesperación
el empate, cayó una bengala desde una
de las galerías del Maracaná.
De pronto, todas las miradas se concentraron
en el arco chileno: Rojas estaba en el suelo
y la sangre corría por su frente.
La reacción de sus compañeros
fue inmediata. Hubo insultos al público,
los rostros de los jugadores se fundían
entre la preocupación de ver a un compañero
herido y la rabia propia de quien se siente
pasado a llevar.
Los “rojos” ni siquiera esperaron
el ingreso de la camilla, levantaron al portero
y se lo llevaron al camarín por sus propios
medios. Chile no volvió. El capitán,
Fernando Astengo, decidió que los incidentes
eran tan serios que ameritaban el retiro.
Ahí comenzaron las mentiras, el engaño
más grande en la historia del fútbol.
La delegación nacional fue recibida como
héroes y la embajada brasileña
recibió todo tipo de agresiones. La indignación
no tenía límites y Roberto Rojas
era la víctima, el guerrero herido en
batalla, el que había arriesgado su vida
por la patria.
"Juro
por mis hijos ante esa cámara que no
me corté. Esta es una más de las
injusticias que caracterizan al mundo en que
vivimos", dijo el arquero a los medios
chilenos. Entre tanto, la FIFA siguió
estudiando el asunto, trató de conocer
la versión del jugador, pero Rojas se
negó presentando un certificado médico.
Más tarde se comprobó que el documento
era falso.
El 8 diciembre la FIFA dio su dictamen final:
Roberto Rojas se había autoinferido la
herida con un elemento cortante que existía
en su guante.
El 26 de mayo de 1990 Roberto Rojas confesó
haberse autoinferido la herida cortante que
casó el retiro del equipo chileno del
estadio Maracaná. El meta nacional señaló
como cómplices a Fernando Astengo, Alejandro
Koch y y el utilero Nelson Maldonado, quien
según el golero habría guardado
los famosos guantes de la discordia por 15 días.
Las sanciones fueron drásticas. Rojas,
el técnico Orlando Aravena, el médico
Daniel Rodríguez y el dirigente Sergio
Stoppel fueron suspendidos de por vida. Astengo
recibió cuatro años de castigo
como responsable del retiro del equipo y el
kinesiólogo Alejandro Koch fue inhabilitado
por un año. Por si fuera poco, se excluyó
a la selección nacional de las eliminatorias
para el Mundial de 1994.
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