
La bella la desea, dice el dicho popular y eso es una realidad en el caso de esta atractiva actriz alemana.
Nacida bajo en nombre de Diane Heidkrueger, el 15 de julio de 1976, en un pequeño pueblo llamado Hildesheim, tuvo una infancia y preadolescencia sin luces.
Desde muy pequeña estudió ballet clásico en la escuela Frees-Baus y con sólo 11 años ya estaba en los novatos del Royal Ballet de Londres. Esto la convirtió en una espigada y extremadamente delgada adolescente que no generaba mucho interés. Pero la suerte estuvo de su parte a los 14 años, cuando una lesión en su rodilla la hizo abandonar, subir unos kilos y hacerse visible para los chicos.

“Los muchachos empezaron a ponerme más atención e invitarme a salir”, contó alguna vez. Como buena campesina, creció entre plantas, subiendo a los árboles y cabalgando.
Un año más tarde, sin el permiso familiar, entró al mundo del modelaje. Partió a París con la advertencia materna de que al menor escándalo recibiría los pasajes de vuelta. Pero ello no pasó, quizás por el alto sentido de responsabilidad que tiene: necesitaba trabajar para ayudar a mantener a su hermano Stefan, luego de que su padre alcohólico los abandonara. Ganó la competencia “look of the year” y fue reclutada por la agencia Elite.
Desfiló para los grandes como Lagerfeld, Armani, Saint Laurent, se fue a Nueva York y cuando se aburrió, volvió a Europa con el objetivo de convertirse en actriz. Fue de la mano de su ex marido, el actor Guillaume Canet, que consiguió sumarse al elenco del film “El painista” junto a Christopher Lambert y Dennis Hopper.
Aunque tiene gran variedad de películas a su haber, “Troya” la lanzó a la fama. Hoy de la mano de Tarantino arriba con “Malditos bastardos”.
Aunque algunos la consideran un ícono de la moda, ella afirmó hace poco que no es conservadora en sus gustos y que sus diseñadores preferidos son McCartney, Lanvin y Leger.