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Mauricio Diocares

León Errázuriz, el director, no es el único que debuta en las grandes ligas del cine nacional. Pese a que ya había realizado algunos pequeños papeles, todos sin estrenar, este es el primer rol importante de Mauricio Diocares en la pantalla grande chilena.

Hasta ahora su carrera había estado centrada en el teatro, al que no duda en definir como "su gran pasión". Desde su primer año en la Universidad de Chile participó en diversos montajes, como "Macbeth" de Shakespeare o "Calígula", luego estuvo dos años el Teatro Nacional y el resto, de los 10 años que ha estado sobre las tablas, lo ha dedicado a trabajar como invitado con distintas compañías.

Antes de "Mala leche", había hecho pequeños papeles en "Sagrada familia", de Sebastián Campos, y un par de cuentos chilenos, proyectos que aún esperan su oportunidad de estrenarse.

Su agenda en estos días está copada con la promoción de la película y los ensayos de "Electronic City", una obra de un dramaturgo alemán que ya se presentó el año pasado en el Goethe Institut.

¿Qué sentiste con tu primer rol protagónico en cine?
Fue una experiencia increíble. Es el primer largometraje que hago en cine con un papel más protagónico y con actores extraordinarios, para mí fue una escuela.

Trabajar con Luis Dubó, que para mi gusto es el mejor actor de cine en Chile y ha hecho muchas películas, fue un placer. Él sabe mucho y es muy generoso a la hora de compartir con los otros actores su experiencia.

El mayor desafío que a mi se me planteó como actor fue darle profundidad al personaje, situarlo en la casa, en su ambiente y al mismo tiempo despejarme de prejuicios ante un personaje que es un delincuente marginal juvenil, un tipo de persona que se ha tendido a estereotipar demasiado.

León Errázuriz comentó que la película podía ser vista como algo educativo, ¿tú que crees?
No sé si es una enseñanza, yo creo que es una puerta que se abre para ver a estos personajes con sus familias, su entorno, rodeados de su gente. De alguna manera ayuda a crear conciencia, alguien que nunca ha tenido que vivir en una población o ha conocido a algún personaje conflictivo, que es mucha, ve planteado un problema social; que algo está pasando y por qué estos cabros están delinquiendo. Es bien fuerte en ese sentido.

Este es tu debut en el rol protagónico de una película, ¿no le temes a la crítica?
No tengo miedo. Estoy debutando en cine, pero he trabajado harto y yo le tengo un profundo amor y un respeto a mi trabajo. Entonces entiendo esta parte, el cuento con la exposición y con lo que se pueda decir de mi trabajo. En la escuela de teatro aprendí a no hacerle tanto caso y si alguien quiere criticarme, puede hacerlo.

¿Cómo evalúas tu trabajo en Mala Leche?
Es bien loco, porque yo soy súper autocrítico con mi trabajo, pero estoy bien contento con mi papel en general, no encuentro que haya algo que me gustaría cambiar o que sienta que haya estado mal. Hay cosas que de repente al verlas dije 'este texto pudo haber sido así' o 'podría haber enriquecido esto'.

¿Cómo crees que será la competencia con "Azul y blanco", de Sebastián Araya?
Yo no sé si es competencia, se plantea así porque siempre dos películas que están en cartelera se pelean al público, pero a mí me parece súper sano que haya películas chilenas y que la gente pueda elegir cuál ver y si pueden verlas todas mejor. Yo la verdad espero que todo funcione, porque estoy seguro que a la gente le gusta mucho ver películas chilenas y reconocerse de alguna manera.

¿Crees en el boom del cine chileno o piensas que aún falta más desarrollo?
Yo tengo fe en que sí está empezando a moverse harto. Hay más público y el fenómeno de "Sexo con amor" es notable al llevar un millón de personas a las salas. Los fondos concursables aumentan y las empresas están más abiertas a aportar y embarcarse en proyectos de cine, para que si este año se estrenan 7 películas, el próximo sean 20 y el fenómeno vaya creciendo porque el cine es una forma de expresión que nos permite reconocernos, al hablar temas que nos pertenecen.

¿Es muy distinto el trabajo que se realiza en teatro y en cine?
Sí, claro. Yo amo mucho el teatro, hace 10 años entré a estudiar teatro a la Universidad de Chile y prácticamente desde el primer año me puse a trabajar hasta pasar por el Teatro Nacional y distintas compañías como invitado.

En el cine tienes la cámara al lado y micrófonos, no necesitas proyectar tanto la voz, el gesto es más chico y no tienes un espectador a 100 metros que te tiene que ver y entender.

Pero yo creo que la labor de un actor, lo que me obsesiona, es trabajar con la verdad y eso no varía mucho, estés en un escenario o en el set, lo que importa es cuanta verdad estás otorgando.

Has trabajado en teatro y cine, ¿tu próximo paso es la televisión?
Tengo un cuento súper potente con lo actoral, con la opinión que uno emite al actuar y siento que en la tele el ejercicio es otro. No sé si es una buena opción para actuar, hablando puntualmente de las teleseries, porque te puedan dar un papel que no sabes cómo es, cómo evoluciona y no sé si me sentiría satisfecho haciendo eso.

Yo siento que muchas veces se desaprovecha el talento de los actores en la televisión.

Pero también es verdad que si tengo la posibilidad de hacer un buen papel en el futuro, es bueno plantearse el desafío de hacerlo y hacerlo bien, con el mismo amor y la misma entrega que uno trabaja en teatro o en cine, porque es un deber.

Por eso me da un poco de lata hablar de la televisión, porque es un trabajo que yo no he hecho, entonces hablo un poco como en abstracto y no tengo mucho derecho a hablar de eso.

De los personajes que has interpretado, ¿Cuáles son los que más recuerdas?
Todos los papeles que he hecho me han gustado y los he realizado con cariño. Pero si tuviera que recordar alguno, cuando estaba en la escuela de teatro hice Macbeth, la obra de Shakespeare, que es un papel fuerte para cualquier actor, con esos textos maravillosos; también hice Calígula, que tiene un discurso poderoso; recuerdo a Jimmy Porter de una obra que se llama "Recordando con Ira".

La satisfacción no la da sólo el personaje, también la da el proceso. Trabajar en el Teatro Nacional también fue muy rico. Hice dos montajes distintos, uno con Fernando González y trabajar con él es una gran experiencia porque es como una escuela.

¿Algún desafío futuro?
No pienso mucho en eso porque es rico sorprenderse. Siento que estoy en un buen momento y estoy agradecido por la forma en que se me han dado las cosas, porque he podido interpretar distintos papeles. Son distintos ejercicios que me han permitido ampliar mi registro.