La Chinita Reina de Andacollo

A la Chinita los mineros del oro la aman. Y sin condiciones. Por algo peregrinan, sin parar, a lo largo de 56 km solamente para estar con ella. Desde La Serena o Coquimbo parten una vez al año cien mil promesantes que deben subir una cuesta de 34 curvas antes de arribar a Andacollo.

También hasta de Argentina, Bolivia y Perú llegan los feligreses, los incondicionales admiradores de la Virgen.

Decenas de miles de fieles y peregrinos de la Virgen del Rosario de Andacollo se concentran en esta montaña de oro y cobre, a 1.035 metros de altitud. No les importa ni el intenso sol ni la sed ni la fatiga para subir la caracoleada cuesta y llegar finalmente a la Basílica, casi siempre de rodillas. Para una población de 12 mil habitantes, que de pronto lleguen 100 mil personas transforma todo en Andacollo.

Ésta es la llamada Fiesta Grande, una de las cuatro festividades religiosas más importantes del norte chileno junto a la Virgen de Las Peñas, en Arica; La Tirana, en Iquique, y La Candelaria, en Copiapó.

Los cronistas de la época cuentan que la imagen de la Virgen del Rosario fue traída a Chile por los españoles al fundar La Serena, en 1544. Cinco años más tarde, la ciudad fue incendiada por los indígenas y algunos españoles alcanzaron a escapar hacia las montañas andacollinas, llevando consigo la imagen sagrada, que escondieron entre los cerros de la zona.

Agregan que fue entre 1560 y 1570 cuando un indio de Andacollo halló la imagen en un matorral. Más tarde construirían una capilla de paja para venerarla. Así comenzaron también los primeros bailes chinos, en 1584. A mediados del siglo XVII, la capillita fue destruida y la imagen sagrada desapareció misteriosamente.

Un nuevo párroco de Andacollo, Bernardino Álvarez del Tovar, recolectó dineros y mandó a tallar otra imagen de la Virgen María del Rosario, en Lima, Perú, llegando ésta en 1676. Es de madera, tiene rostro indígena de color moreno, ojos achinados y una sonrisa insinuada. Su figura mide 103 cm de alto y es la que hoy veneran los peregrinos.

Fe y devoción

La Virgen de Andacollo permanece todo el año en la iglesia antigua. Así, la Fiesta Grande comienza a las 21 horas del 23 de diciembre cuando la imagen es trasladada desde el antiguo templo hasta el nuevo, ambos ubicados a un costado de la Plaza de Armas.

Las cofradías o agrupaciones de bailes religiosos incluye los chinos, turbantes, morenos, gitanos, pieles rojas y danzantes. Visten coloridos trajes y demuestran su amor y fe por la Chinita al ritmo de matracas, tarkas, flautas de cañas, bombos, cajas y platillos.

El fervor popular repleta día y noche las cinco naves del templo nuevo, construido entre 1873 y 1893 y declarado Basílica Menor por el Papa Juan Pablo II en 1998, para elevar una oración y ruego ante la imagen sagrada.

La Fiesta Grande tiene su máxima expresión el 26, día en que la concentración de los peregrinos es mayor cuando la virgen del Rosario, luego de celebrarse la eucaristía principal, durante la tarde, es sacada desde el templo y en procesión recorre las principales arterias de Andacollo.

Todo culmina al día siguiente, cuando la Virgen milagrosa es regresada en una anda de plata de 200 kilos desde la Basílica, que tiene una capacidad para 10 mil personas, hasta el templo antiguo y donde esperará la llegada del primer domingo de octubre del año 2001 para celebrar la denominada Fiesta Chica, en vísperas de una nueva Fiesta Grande de la Virgen de Andacollo.

Daniel San Martín
El Mercurio, 3 de enero de 2001


En abril de 2001 cuatro hombres robaron las joyas a la figura de la Virgen de Andacollo. Una vez más se cumplió la creencia popular que dice que aunque roben mil veces las joyas de la Virgen de Andacollo, jamás sus autores podrán reducirlas, y vuelven a su lugar de origen.

Los delincuentes trataron de empeñarlas, pero fueron descubiertos y detenidos en junio de ese año.
Las 12 piezas de oro de 18 quilates pesan 118,2 gramos y su avalúo fiscal bordea los $250.000

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