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Cecilia
Pérez, ministra del Sernam: " La discriminación no es una cosa abstracta, es acoso sexual, es brecha salarial, es la desprotección de la maternidad" Con suavidad, pero no por ello sin firmeza, la ministra Cecilia Pérez sostiene que una de sus mayores aspiraciones a la cabeza del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) es lograr que quienes toman las decisiones en el país lo hagan con una visión, mentalidad y preocupación cultural más moderna e igualitaria desde la perspectiva de las oportunidades de hombres y mujeres.
La ministra sabe bien de que habla. Como ministra de Planificación y Cooperación (Mideplan) pudo imponerse de la realidad social que golpea a las chilenas diariamente. De ahí que sentencie que Chile, comparado con países desarrollados, se encuentra “de la mitad para abajo” en lo que situación de las mujeres respecta, sobre todo en lo referido a la participación laboral femenina y la alta brecha salarial entre hombres y mujeres. Para ella, los grandes cambios en pos de la mujer se dieron a mediados del S XX, cuando las vanguardistas irrumpieron “brutalmente” en ámbitos tan duros como la política y la academia. Figuras tales como Elena Caffarena, Eloísa Díaz, Amanda Labarca y María de la Cruz marcaron un hito: dieron inicio a un movimiento social, cultural y político que se consolidó en la década de los ´70 y se reimpulsó en los ´90, vinculado al proceso de redemocratización del país. - ¿Cómo se concretó esto al inicio de los gobiernos democráticos? “Partió con expresiones bien concretas; con una voluntad política de los gobiernos de incorporar la visión de los derechos de las mujeres, de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en las políticas y la legislación. Se crea a través de una ley un organismo, un espacio institucional permanente de Estado, el Servicio Nacional de la Mujer, cuestión que no pasó en ningún otro país de América Latina. A éste se le da como mandato, como misión, velar por que las decisiones públicas incorporen en lo sucesivo la perspectiva de la igualdad y de la no discriminación. Por eso uno puede hacer un corte el ´90 y afirmar que, en este período, los avances de la mujer tienen dos corrientes que en algún momento se potencian”. - ¿Cuáles son esas corrientes? “Una es el propio movimiento de las mujeres que empiezan a vivir sus vidas construyendo sueños que no tienen mucho que ver con los de sus madres o sus abuelas; y otra, la de países, gobiernos y Estados preocupados políticamente por abrir oportunidades y espacios a las mujeres. De ahí surge una nueva legislación que promueve políticas públicas”. - ¿Cómo evalúa lo logrado hasta ahora? “Diría que lo que caracteriza todo el proceso es el cruce que hace la mujer del cerco de su casa, su salida de la esfera privada para entrar en lo público. Convertir los asuntos de igualdad de hombre y mujer, los asuntos de género en asuntos públicos es el gran cambio, el gran impulso cultural y social de los ’90. “Y ¿en qué se expresa eso? En la incorporación progresiva de la mujer al mundo del trabajo, en 1992 teníamos un 28% de trabajadoras, el 2002, un 37%. También hay una transformación en el ámbito de la vida privada de las mujeres, donde la violencia contra la mujer pasa a ser un asunto público. En eso teníamos una gran responsabilidad y el logro fue dictar en 1994 una ley de violencia intrafamiliar y en 1999, una de delitos sexuales. Además, se crearon centros públicos de atención de víctimas de violencia intrafamiliar y se hicieron campañas públicas. Claramente eso fue un gran avance. - ¿Y qué pasa en el ámbito de la sexualidad? “Este es un tema complejo en el que creo nos falta avanzar para transformarlo también en un asunto público. ¿Por qué? Porque las políticas de salud o la concepción que las familias hacen de la salud de las mujeres están aún muy cargadas de estereotipos. Estamos hoy tomando medidas para que en la educación se incorpore un nuevo punto de vista sobre la formación de la sexualidad y la protección a los derechos de las niñas y adolescentes. “Nosotros proponemos abrir la discusión sin pretender aislar o esquivar los temas valóricos; tenemos que poner en evidencia los datos duros que nos dicen que la primera razón de deserción escolar es el embarazo adolescente. A la poda de proyectos de vida que significa el embarazo adolescente para una mujer de 14, 15, 16 años se suman las condiciones de partida desventajosa de sus hijos además, de todos los costos económicos y emocionales que involucra esto. “El hecho cierto de que los jóvenes se inician sexualmente cada vez más temprano no sólo debe alertarnos frente al embarazo, sino que frente a las enfermedades de transmisión sexual, particularmente el Sida, que está feminizándose con mucha importancia”. - ¿Qué importancia tiene para la mujer la aprobación la ley de matrimonio civil? “Esta ley fortalece la protección de los derechos de los niños, establece una nueva relación entre hombres y mujeres que se casan y que potencialmente se pueden separar, establece fórmulas, requisitos y condiciones de igualdad. Hemos pagado una deuda social y política y ahora quedan grandes desafíos por delante”. -¿Cómo cuáles? “Hay viejos y nuevos desafíos. Hay que perseverar y ser consistentes para que todo lo que se ha hecho en materia de lenguaje, imágenes y contenidos no sexista y de igualdad entre hombre y mujer se mantengan. Pero también tenemos que incorporar esta concepción de la igualdad y no discriminación a desafíos nuevos vinculados a la tecnología, a la sociedad del conocimiento. Hay que lograr que las mujeres tengan efectivamente igualdad frente a los hombres en el acceso a una sociedad más sofisticada, más moderna, más competitiva”. - A su juicio, ¿hay Sernam para rato? “Creo que si uno hiciera una evaluación, transformar los asuntos de mujeres, sus intereses y derechos en asuntos de Estado es la primera bandera clavada en la cima de los compromisos de las aspiraciones políticas del Gobierno. “En algunos casos específicos hay mucho más que avanzar que en otros. Transformar asuntos que eran totalmente invisibles y privados en asuntos públicos requiere una gran energía de trabajo, pero cuando ya se está ahí, se empieza a develar la complejidad. La discriminación en el mundo del trabajo no es una cosa abstracta; es acoso sexual, es brecha salarial, es pocas condiciones igualitarias para acceder a capacitación, es no cumplimiento de norma laboral sobre protección a la maternidad. Vencer esas vallas y cambiar el orden de las cosas es un desafío nuevo, adicional, que requiere más energía que el otro”. - ¿Se imagina a un hombre a la cabeza del ministerio de la Mujer? “(Ríe) Me cuesta imaginarlo, pero lo que si imagino, a lo que aspiro, es que todos quienes tienen o están en una posición de poder, sean hombres o mujeres, tomen decisiones públicas con una visión, una mentalidad y una preocupación cultural más moderna, más igualitaria desde la perspectiva de las oportunidades de los hombres y las mujeres. “Aspiro a que lleguemos, en algún minuto, ojalá más pronto que tarde, a que las decisiones, al menos las políticas, consideren siempre en su diagnóstico, en su diseño, en su discusión, que los destinatarios de esas decisiones van a ser hombres y mujeres. No da lo mismo una respuesta pública a un problema común cuando hay hombres y mujeres involucrados, por eso, esas decisiones deben ser guiadas por un sentido de no discriminación, por un sentido de promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y eso lo debiera poder hacerlo un hombre o una mujer”. El rol de la acción afirmativa El mundo del trabajo: un desafío para la mujer Ministra en un mundo de ministros |
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