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    Primer lugar Concurso 2006

     

     

    “Un regalo... ¡sin valor comercial!” de Rufo Fina Díaz

     

    Llevaba contando los días del año y todo indicaba que faltaba poco para diciembre. Pronto se abrirían las cajas que contenían el árbol navideño, el pesebre, las luces de colores y todos los demás adornos.

     

    La Enorme Pelota Roja, que es de quien habla esta historia, aún mantenía su brillo que iba reflejando todo su derredor, sirviendo de perfecto espejo para los pretenciosos adornos que estiraban sus tenidas navideñas. Ella había formado parte de un grupo de doce hermosas pelotas de vidrio y ahora era el adorno más longevo de todos, era considerada una veterana de estas celebraciones.

     

    La Enorme Pelota Roja había pasado su infancia en un árbol de pino natural, que era lo que más se usaba antes, hace muchos años atrás. Ahora para cuidar la naturaleza y respetar el tiempo de crecimiento de los pinos, adornaba un enorme árbol de ramas verdes, tan artificiales como reales, que ella agradecía, pues con los años el olor a pino fresco le producía una alergia terrible y la hacía estornudar y temía caer del árbol y romperse como había visto que le ocurrió ¡a sus 11 redondas hermanas!

     

    Ella estaba intacta, incluso tenía el mismo cordelito por el que la colgaban desde cuando fue nueva. No debía ser reparada.... o desechada, como sí había visto que ocurría con otros adornos que alguna vez formaron parte de la caja de decoración navideña de la familia.

     

    Todos los años se incorporaban nuevos adornos, que generalmente se jactaban de venir del mismísimo Polo Norte y que iban haciendo que en la caja, todos fueran quedando más apretujados. Esto traía problemas durante el año, pues las galletas de jengibre eran muy delicadas y las horrorizaba la idea de trizarse, los hombres de nieve temían que su nieve se derritiera y los bastones de caramelo, muchas veces recibían lengüetazos de los golosos adornos sueltos como renos y ángeles e incluso mordiscos de las hambrientas hormigas que merodeaban, en invierno, en busca de comida.

     

    Las luces eran las que más susto vivían en cada Navidad, porque eran muy frágiles y se quemaban fácilmente ¡y como son tan baratas se optaba por reemplazarlas a la primera falla! Sólo las luces de pelotitas traídas de Europa gozaban de un privilegio envidiado. Estas luces de pelotitas las había traído el papá de la casa de uno de sus viajes y nadie de la familia quería deshacerse de ellas. Excepcionalmente eran reparadas con mucho cuidado, lo que las hizo caprichosas al punto que no le hablaban a ningún otro adorno navideño... ¡y menos a las luces made in China!

     

    La Enorme Pelota Roja esperaba pacientemente su turno para ser colgada en algún lugar especial del árbol. Esto lo hacía siempre la mamá de la casa, en recuerdo del arbolito que ella tuvo cuando fue niña.

     

    Sin embargo, este año todos los adornos fueron saliendo de la caja y ella fue quedando, quedando, quedando hasta que finalmente estuvo sola. A medida que los otros adornos salían, la consolaban diciendo, “no te preocupes”, “nos vemos arriba, en el árbol”, “no te apenes, ya eres muy vieja” y así todos iban opinando en un intento vano por consolarla. Sin darse cuenta que la Enorme Pelota Roja se sentía feliz, su corazoncito palpitaba y una emoción la invadía, se sentía optimista y afortunada, sin tener claro por qué.

     

    Cuando finalmente la tomaron, fue para ponerla en una caja muy estrecha con un colchón de algodón blanco.....y ahí quedó, sola y a oscuras. Pero no lejos del árbol navideño, pues alcanzaba a escuchaba los murmullos de los adornos, las voces de los animales del pesebre y a María y José que con ansias esperaban la llegada del niño Dios.

     

    Luego de un rato, cayó en un profundo sueño que la hizo revivir navidades muy alegres por el nacimiento de un nuevo integrante de la familia, por el matrimonio de un hijo o por la visita de un pariente o amigo lejano. Pero también echó sus lagrimones, pues tenía recuerdos de navidades en que todos estuvieron muy tristes por la muerte de un familiar querido y cercano o por el alejamiento de un amigo de la infancia. Pero siempre la sonrisa volvía a su corazón, es que atesoraba muchos buenos recuerdos de navidades pasadas.

     

    Aquella noche del 24 de diciembre notó el silencio en que quedó sumida la casa, señal que la familia completa con los abuelitos, tíos y primos habían ido a Misa en la iglesia cercana. “Pronto llegarán y cenarán” pensó. Al rato, escuchó claramente la gran algarabía que se producía porque los niños felices abrirían sus regalos. Repentinamente, sintió que la caja donde yacía empezaba a moverse. Era tanto el ruido que provenía de la familia que no alcanzó a entender en ese momento ¡qué ocurría!

     

    Luego todo se aclaró, pues sintió las cálidas manos de la mamá, que la tomaba con cuidado y la alzaba de la caja y vio que los niños de la casa habían crecido, ¡eso era lo diferente! y entendió claramente que ahora ella sería el regalo para la hija, que llevaba pocos días de casada y que el próximo año armaría su propio árbol navideño, lejos de ahí.

     

    Todos los adornos navideños que colgaban del árbol intrigados gritaban, “Hey, para dónde te llevan”, “¡Qué sucede, dinos!”

    “Pero, ¿cómo explicarles?”, pensó la Enorme Pelota Roja. “Si en esta familia el mejor regalo era aquel que, sin importar su valor comercial, concentrara toda los recuerdos de felicidad de las navidades familiares, ¿los demás adornos lo entenderían?”.

     

    Me quedé impresionada con esta historia. Dejar de lado, en estos tiempos, la idea de grandes regalos de las grandes tiendas a cambio de un objeto sin valor lleno de recuerdos personales y felices... pero igual me he propuesto dedicar tiempo y encontrar ese “ algo” que llene mi corazón y el de los que amo, de la felicidad y paz que sé que atesoro muy dentro de mí, en el baúl de los recuerdos que todos llevamos dentro.

     

    ¿Y tú, qué tienes para compartir en esta Navidad? ¿Ese “algo”, que haga que des el primer paso para que todos recuerden esta Navidad de manera diferente?


     

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