El francés Bruno Vezzoli quiso revivir las hazañas de los pioneros de la aviación –y del automovilismo- poniéndose como meta cruzar el Canal de la Mancha en un auto volador.
Imbuido con los espíritus de Alberto Santos-Dumont y Louis Bleriot, Vezzoli se lanzó a la aventura de cruzar los 59 km que separan las islas británicas de Francia a bordo de lo que puede ser descrito como una cruza entre un buggy y un parapente.
Y para emular todavía más a esos magníficos hombres en sus máquinas voladoras, el aventurero emprendió el vuelo desde una antigua pista situada en Calais, con el fin de llegar a Dover, en Inglaterra.
En declaraciones a Reuters, Vezzoli aseguró que el mayor riesgo al que se enfrentaba al intentar cruzar el Canal de la Mancha era el fracaso: "Yo diría que el mayor riesgo, al igual que sucede cualquier máquina motorizada, sería un fracaso". El piloto explicaba que, por norma general, en caso de falla, los pilotos podían hacer un aterrizaje de emergencia en tierra.
No obstante, Vezzoli explicó que, en este caso, dado que estaría cruzando el Canal de la Mancha, tendría que llevar a cabo un aterrizaje sobre el mar, que resultaría más complicado puesto que se trata de un auto volador y no de un avión que, a priori, tendría más facilidades para llevar a cabo un aterrizaje de emergencia sobre el agua.
Como sea, la iniciativa de Vezzoli fue coronada con el éxito tras 50 minutos de vuelo A su llegada fue saludado por Jerome Dauffy, el inventor del auto volador.
Tras el éxito del vuelo, el entusiasta Dauffy aseguró que su ambición es la de construir un auto volador capaz de recorrer el mundo en 80 días.