La piloto de autos y pesentadora de televisión estadounidense Jessi Combs, quien falleció intentando romper el actual récord de velocidad hecho por una mujer, podría alcanzar esta distinción de forma póstuma.
Al menos la puerta queda abierta a dicha posibilidad luego que se anunciara que los tiempos conseguidos en la fase de prueba, antes del accidente, serán llevados a Guinness para intentar validar la marca.
Actualmente el título lo tiene Kitty O’Neil, quien anotó una velocidad promedio de 825.1 km/h en diciembre de 1976 pilotando un vehículo de tres ruedas propulsado por un cohete llamado The SMI Motivator.
Impulsada por el deseo de quebrar esa marca de más de 40 años y la suya, que llegaba a los 777.6 km/h, Combs se embarcó en el proyecto que le costó la vida el 27 de agosto pasado cuando se estrelló con su auto a reacción de 52.000 caballos de fuerza en el desierto de Alvord en Oregon.
El vehículo tenía como nombre North American Eagle Supersonic Speed Challenger y fue el mismo que le permitió alcanzar su mejor registro en 2018.
Durante la inauguración de una exposición en honor a la piloto en el Museo Automotriz Petersen se anunció la intención de llevar sus tiempos de prueba hasta el organismo que oficializa los récords mundiales, ya que antes del accidente pudo realizar dos pasadas donde marcó una velocidad promedio de 829.2 y 855.8 kilómetros por hora.
El último registro supera el actual récord mundial reconocido por Guinness en más de 30 kilómetros por lo que sus seguidores y equipo considera necesario hacer las gestiones para que se reconozca su marca.
Pese a ello, se indicó que la gestión implica un largo proceso burocrático ya que el organismo verificador de los récords mundiales (Guinness World Records) pone una serie de exigencias para validar las hazañas.