La década de 1890 marcó un hito relevante para el sector automovilístico, ya que se cursó la primera multa por exceso de velocidad en el mundo. La historia, según Infobae, cuenta que el hecho ocurrió cuando un conductor de 26 años superó los 13 km/h, cifra que cuadruplicaba la velocidad máxima permitida por aquella época. Y es que por la calle que se trasladaba estaba permitida una velocidad de 3,6 km/h.
La multa fue interpretativa, ya que en esos tiempos no existían aparatos para medir la velocidad, pero la historia dice que un policía en bicicleta se percató de lo “rápido” que iba el conductor y lo siguió durante unos 8 kilómetros.
Al ser detenido, el hombre se convirtió en uno de los más famosos durante esa época y fue protagonista de los periódicos de la jornada junto a su vehículo.
Mary Anderson fue una de las mujeres que más aportó con sus innovadoras ideas al sector automotriz y situó las bases para que los fabricantes automovilísticos integraran nuevos métodos de seguridad en sus modelos.
Todo ocurrió a principios de 1900 cuando la mujer observó en un viaje en Nueva York, que el conductor de un tranvía estaba obligado a detenerse constantemente para limpiar el agua y hielo que quedaba en el parabrisas para tener una mejor visión del camino. Esta recurrente acción del chofer retrasaba los viajes por lo que Mary Anderson decidió hacer algo al respecto.
Así, en 1903 la mujer inventó una palanca que se manejaba de forma manual desde el interior del vehículo y que movía el resorte de un brazo mecánico hacia adelante y atrás, limpiando el parabrisas. Su creación fue patentada con el número 743.801 por la Oficina de Patentes de los Estados Unidos, aunque no alcanzó mayor popularidad entre los empresarios automovilísticos en un contexto que era dominado por los hombres.
Fue así como en años más tarde la patente del invento de Mary Anderson expiró y el limpiaparabrisas comenzó a ser utilizado en todos los vehículos de producción en serie hasta convertirse en uno de los elementos básicos de todo modelo.
Según explica el sitio español ABC, la primera carrera automovilística de la historia se dio en el contexto de un concurso convocado por un periodista para saber cuál era el mejor auto de la época a mediados de la década de 1890.
Al lugar llegaron nada menos que 102 autos, pero solo 21 cumplieron todos los requisitos para el "concurso". Ese certamen derivó en "La carrera de carruajes sin caballos" que se celebró entre París y Rouen.
"El vehículo que más rápido completó el recorrido equipaba un motor de vapor. Conducido por el marqués de Dion y su mecánico, George Bouton, tardaron 6 horas y 48 minutos en llegar a Rouen", señaló el mencionado medio.
No obstante, los jueces consideraron que la carrera terminó en empate, ya que los hermanos Peugeot y Panhard & Levassor lograron llegar a la meta con uno de los autos más fáciles de conducir, que era considerado uno de los requisitos para triunfar.
En el siglo XX, con la industria automotriz cada vez más en crecimiento, comenzaron a aparecer algunos sistemas de control de velocidad que se basaban en un regulador centrífugo inspirado en el funcionamiento del motor de vapor.
Sin embargo, según cuenta la historia, fue en la década de 1940 que Ralph Teetor patentó un sistema para mantener la velocidad de manera estable luego que su chofer frenara y acelerara constantemente.
Una de las cosas que destaca la prensa internacional es que Teetor era ciego, de ahí que tuvo más trabajo para realizar el invento.
Florence Lawrence nació en Canadá el año 1886 y fue considerada como una de las actrices con mayor éxito durante su época. Justamente gracias a su popularidad logró una fortuna cuando consiguió uno de los primeros contratos millonarios del cine. Pero como si fuera poco, también era fanática de los autos.
Siendo una amante de los vehículos, Lawrence decidió utilizar su dinero para coleccionar autos que por esos años carecían de varias medidas de seguridad, como por ejemplo, métodos para saber la dirección hacia la que doblaban las máquinas.
Teniendo esto en cuenta, Florence inventó un artefacto en figura de palo que se movía de forma manual para indicar si el auto giraría a la izquierda o a la derecha, con el objetivo de avisar al resto de los conductores el sentido de la marcha y evitar accidentes. Pero como si fuera poco, también instaló una señal de “stop” que aparecía en la parte trasera del vehículo cuando se pisaba el pedal de freno.
Pese a que sus inventos fueron revolucionarios para la época y aportaban en gran medida a la seguridad en las carreteras, Florence Lawrence no los patentó y con el paso del tiempo las empresas automotrices los integraron en sus modelos y posteriormente fueron conocidos como intermitentes o luces direccionales y la luz de freno.
Según información del medio Autobild, el primer auto blindado del mundo corresponde a un Cadillac de 1928 que equipaba un blindaje de más de 1.360 kg de planchas de acero, cristales de 25 milímetros de espesor, un cristal trasero que se puede abrir y una enorme sirena policial instalada sobre el motor.
Si bien las dudas del primer dueño de este auto existieron durante largos años, hace un tiempo Richard 'Cappy' Capstran las aclaró de forma tajante. El hombre trabajaba de niño en la fábrica de carrocerías que tenía su padre en Chicago y contó cómo fue esa curiosa historia.
Capstran señaló que de niño ayudó a su padre a blindar el Cadillac. "Tras terminar el trabajo apareció allí Al Capone con sus hombres, que felicitaron a su padre por su buen trabajo, pagaron el doble de lo estipulado en agradecimiento, y además dieron 10 dólares -una pequeña fortuna para un niño de la época- al entonces joven ‘Cappy’ Capstran”, publicó el medio.
Es así como el primer auto blindado del que se tiene registro perteneció a uno de los mafiosos más célebres de todos los tiempos.
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