La escasez mundial de semiconductores está teniendo efectos insospechados en la industria automotriz mundial que se ha mostrado incapaz de hacer frente a la alta demanda de unidades nuevas. El último en reconocer este complicado escenario fue el fabricante alemán de autos de lujo Mercedes-Benz.
El presidente ejecutivo de Daimler, Ola Kallenius, lamentó la situación y admitió que sus clientes deberán esperar varios meses para acceder a una unidad cero kilómetros.
Entrevistado por el periodico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, el alto ejecutivo dijo que en la actualidad "la demanda es enorme en Mercedes-Benz y, al mismo tiempo, lamentablemente existen limitaciones severas (en la producción)".
Kallenius agregó que para algunos modelos "los tiempos de espera son más largos de lo que nos gustaría, en algunos casos más de un año".
En ese contexto, el CEO de Daimler se sumó a los pronósticos que apuntan a que la crisis de los semiconductores podría extenderse hasta 2023.
Se producirán 7,7 millones de autos menos
Un reciente estudio de la consultora AlixPartners proyectó que este año se dejarán de producir 7,7 millones de vehículos como resultado de los problemas en la línea de suministros y que las pérdidas alcanzarán a unos 210.000 millones de dólares.
En Estados Unidos la situación no es mejor. Ya al finalizar el segundo trimestre del año el inventario de unidades nuevas había caído a niveles históricos.
Por ejemplo, el fabricante estadounidense Ford decidió a fines de agosto pasado congelar las reservas online del nuevo Ford Bronco dada la abrumadora demanda que se ha registrado en el mercado local por este ejemplar y su incapacidad de producirlos con mayor rapidez dado los problemas registrados en la cadena de distribución.
En esa misma fecha General Motors anunció que reduciría la producción durante septiembre en la mayoría de las plantas de ensamblaje de América del Norte debido a la escasez de semiconductores, lo que afectaría a su rentable línea de camionetas y vehículos utilitarios deportivos.
Al igual como ha ocurrido en Chile, en Estados Unidos la alta demanda por vehículos nuevos también se extendió a los coches de segunda mano. Fue tal la necesidad que los concesionarios estadounidenses debieron ir a comprar ejemplares usados a Canadá para responder a sus clientes locales.
