En ocasiones el habitáculo del vehículo adopta un agradable aroma a caramelo o miel quemada. Más allá de lo placentero que pueda ser, se recomienda revisar el auto a la brevedad ya que lo más probable es que tengan una fuga del líquido refrigerante.
Esto se debe a que la base con la que se fabrica este producto es el etilenglicol, un aditivo que tiene un gusto dulce. De esta manera, cuando se filtra el refrigerante y entra en el radiador de la calefacción notaremos un olor dulce en el habitáculo.
Lamentablemente el primer caso es el único con un olor agradable ya que el resto no suele serlo y, sin duda, el aroma a huevo podrido, muy parecido también a azufre, dentro del auto es el más molesto.
En general un problema como este puede ser señal de que el convertidor catalítico del vehículo necesita una revisión. Este componente que reduce las emisiones con el paso de los años pierde la capacidad de alcanzar la temperatura requerida para oxidar y reducir los gases de escape. Al no hacerlo, se genera una reacción química en su interior que se manifiesta con ese olor muy similar al de los huevos podridos.
El persistente olor a humedad, también definido como moho, puede ser señal de una falla en el sistema del aire acondicionado o climatizador del vehículo.
Normalmente este desagradable aroma proviene del evaporador y se genera por una obstrucción del sistema de desagüe. Restos de hojas, ramas y microorganismos obturan el evaporador, con lo que el agua no consigue ser expulsada y provoca la aparición de bacterias y hongos que son el origen de ese mal olor. Otra posibilidad descubierta que genera este problema es cuando el mismo evaporador pierde la capa de recubrimiento hidrófilo, que es el elemento que evita que se formen bacterias en el interior de la pieza.
No es raro que el habitáculo de un vehículo quede con olor a combustible cuando recién se ha repostado. No obstante, si este aroma se mantiene por un largo espacio de tiempo o lo percibe después de que el vehículo estuvo estacionado, la recomendación es revisarlo inmediatamente ya que puede significar una fuga en la línea del inyector de combustible o en el tanque de gasolina.
Lo importante es revisar minuciosamente el vehículo hasta detectar la fuentes del olor a combustible, dado el riesgo que significa.
Este olor no es fácil de percibir, pero normalmente cuando eso ocurre puede ser indicativo de un problema en la caja de cambios, ya que en esta pieza se utiliza un aceite con mayor grado de viscosidad que el del motor y tiene un olor mucho más intenso.
Ahora bien, si el olor en cuestión es más parecido a aceite quemado esto puede ser señal de eventuales problemas, por ejemplo, con la guía de válvulas y que se esté quemando lubricante en la cámara de combustión.
Este aroma tan particular no es fácil de detectar y puede significar varios problemas. Algunos suelen confundirlo con el olor que genera el embrague cuando el ferodo, material que engancha el embrague con el volante motor, patina a gran velocidad y hace aumentar la temperatura, desprendiendo un olor parecido al de la goma quemada. Lo mismo ocurre con los frenos.
No obstante, este olor también puede ser señal de una manguera suelta o que algo se está calentando más de lo debido, por lo que se recomienda revisar constantemente la temperatura del auto y llévalo con un experto a la brevedad.
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