El fabricante de vehículos de alta gama Mercedes-Benz enfrenta un complejo escenario con el Clase G eléctrico, el G580 EQ, modelo que pese a las expectativas ha tenido una tibia recepción en el mercado.
Según reportes del medio alemán Handelsblatt, ejecutivos de la marca habrían calificado el cero emisiones como "un completo fracaso", con declaraciones tan tajantes como que "el vehículo está parado en los concesionarios como si fuera plomo".
Hasta abril de este año, añade el reporte, el todoterreno eléctrico había vendido sólo 1.450 unidades, frente a las 9.700 matriculaciones que sumaron las versiones de gasolina y diésel del Clase G, lo que supone una diferencia de casi siete veces más a favor de los modelos tradicionales.
El G580 EQ, la versión eléctrica del icónico todoterreno, parte en 163.757 euros y entrega 587 CV con una autonomía de hasta 456 kilómetros. Sin embargo, su carga útil de solo 415 kg, la falta de opción de gancho de remolque y un peso que supera las tres toneladas (3.085 kg), lo hacen menos atractivo frente a las variantes de combustión. Además, en el crucial mercado estadounidense, homologa solo 385 kilómetros de autonomía.
A pesar de las malas cifras, agrega un reporte de AutoBild.es, un portavoz de Mercedes se limitó a asegurar que las ventas están dentro de los objetivos previstos, aunque sin entregar mayores detalles.
En contraste, otro ejecutivo de la automotriz fue más directo tras ser consultado sobre el Clase G eléctrico. "La gente quiere un Clase G de verdad: con seis u ocho cilindros", aseguró.
En el reporte se añade que la baja demanda ha obligado a la marca alemana a replantear sus planes para una versión de acceso del Clase G eléctrico. Inicialmente concebida como 100% eléctrica para 2027, ahora se estudia incorporar opciones con motor de combustión o algún grado de hibridación para hacerla más competitiva. Según un ingeniero citado por Handelsblatt, los costos adicionales de desarrollo serían "asumibles".